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Adieu, Alma; la lune est pleine Adieu, Alma (L'horizon) Si la música de Dominique Ané se pudiera ver sería de color azul, aunque este elegante francés suele vestirse de negro. El directo de Dominique A (solo) está en las antípodas de los grandes espectáculos: un escenario oscuro, alguna luz, Dominique A enlutado con una guitarra eléctrica, otra acústica y un festival de procesadores de efectos y pedales de grabación que hacen que un solo hombre, guitarra en mano, generen una serie de ritmos y melodías que cuando menos, más allá de erizarle el vello, le saltan las lágrimasal público. Durante 2006 Dominique A ha pasado varias veces por España (South Pop Festival, FIB). Este eclipse francés, que últimamente se puede ver tan frecuentemente por nuestro país, se producirá por última vez este año en el Festival de las Flores 2006, en Córdoba, junto a los granadinos Los Planetas y Lori Meyers entre otros. Cierra así una serie de conciertos en los que presentaba uno de los mejores discos del año: L'horizon (Green Ufos, 2006). Tras una larga carrera, en esta entrega, Dominique A dice haber buscado unas composiciones más sencillas y un sonido más puro, lejos de la influencia de crítica y mercado, y ha conseguido un sonido envidiable en el que acústica, eléctrica y electrónica se mezclan para crear una atmósfera en el disco propia de L'horizon pero siempre con la personalidad de Dominique A. En L'horizon los textos en francés adquieren con la música un complemento a su sonoridad, en un viaje de ida y vuelta contado en forma de retrospectiva, pasando por lugares como el Danubio o Sierra Nevada, en el que abundarán las despedidas. Cuando L'horizon empieza a sonar, con la canción de mismo nombre, un piano y un ritmo de fondo reproducen, durante unos segundos, la melodía que más tarde cerrará la canción. El sonido siempre es limpio, claro, definido. Comienza a sonar la guitarra acústica que le dará todo el ritmo a la canción y, acompañada a veces por unos coros, la voz de Dominique A, madura y trabajada, canta "Nous n'irons pas plus loin", te dis le capitain, trop d'obstacles ajourd'hui pour gagner l'horizon. El tema transcurre, en tres partes distintas, dos de ellas vocales, la tercera instrumental, durante más de siete minutos (arriesgado para una canción de apertura). Llegada la parte instrumental, tras un pequeño silencio, las guitarras vuelven a la melodías del principio (parecen decir, como el capitán, que no iremos muy lejos). A cada fraseo se suman más guitarras, casi saturadas de reverberación, repitiendo la misma melodía en escalas más agudas, subiendo de intensidad hasta el final del tema, cuando, en tan solo unos segundos se apagan. Ese sonido es, inevitablemente, inolvidable; basta escuchar la canción una sola vez para tenerlo en la memoria durante días. Rouvrir, el segundo corte, habla de seguir un camino paso a paso, sin dudas, sin miedo a las barreras, superando las trabas impuestas (tout ma vie je ne fait que rouvrir des fenêtres et de portes claquées). En el tema, de ritmo constante retocado con electrónica, adquieren un papel muy importante las guitarras acústicas, cuando las hay, y las eléctricas, de sonido limpio. Dans un camion es el tema feliz del disco (Chargées de vin d'hier; nous rions comme baleines). Las guitarras acústicas, acompañadas por una sección de vientos, vuelven a tener un papel rítmico importantísimo: el ritmo de un viaje emprendido y que nos llevará muy lejos. Antaimoro vuelve a un plano lento y melancólico, esta vez sobre unas frases de piano. La lentitud de la canción, junto con unos versos cortos y certeros, la hacen reflexiva. El final instrumental deja a la guitarra acústica y los vientos alargando la melancolía de la canción unos segundos más. El quinto tema, La relève, vuelve con las guitarras de Dominique A como elemento rítmico y el piano y los vientos para llevarnos a un complejidad instrumental mayor que la hasta ahora escuchada. Al final marca los compases una guitarra eléctrica mientras se deja al metal la melodía, que bajará de intensidad, hasta dejar a piano y guitarra cerrando la canción. Retour a quartier lointain vuelve a las guitarras rítmicas, esta vez con el apoyo de una batería, para componer una canción de retrospectiva (oh mon amour perdu, que reste-t'il de quoi?). En los puentes un piano hace la melodía para contrastar con la siguiente estrofa, que suele empezar con versos rápidos y guitarras eléctricas. Music Hall vuelve a ser una canción triste y larga (más de seis minutos) basada en una suave batería y unos arpegios de guitarra melancólicos. La letra lo explica todo: Par l'Ouest, pasado el trago nostálgico de Music Hall y en su misma línea, nos devuelve a una calma optimista (l'amour viendra par l'ouest), que al final se rompe justo en el último verso: Nous irons nous coucher/a l'étage au-dessus/Nous l'entendrons marcher. La Pleurese es la última canción rápida del disco, de nuevo con un ritmo a base de guitarra acústica y baterías, arreglado con guitarras eléctricas y los omnipresentes procesadores de efectos de Dominique A; da paso a Rue de Marais, casi siete minutos de guitarra acústica lenta y melodía vocal triste en la que, poco a poco, las guitarras eléctricas, con el sello de Dominique A, empiezan cobrar una tesitura de nostalgia, en la que se magnifica ese sonido azul propio del francés. El disco se despide con Adieu, Alma, una canción hecha principalmente con la voz de Dominique A y el piano de Lætitia Bégou, hasta el final, cuando suena la guitarra más distorsionada del disco. 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Revista de Cultura Lenguas de Fuego - ISSN 1886-3027
Última actualización: 1 de abril de 2008 |