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El universo virtual llamado Ciberespacio desde 1984, y gracias a una inspiración de William Gibson, (que lo definió como “una alucinación consensuada”), es quizás uno de los sueños cumplidos del ser humano, que decidió desde la Antigüedad no dejar en el olvido su desarrollo histórico, y que comenzó desde muy temprano a recopilar datos, fechas e impresiones, a menudo de manera subjetiva, en forma de Textos. La literatura hipertextual parte de esa necesidad de encontrar un ideal de totalidad reconfiguradora del espacio real. Paradójicamente, también representa a la racional y ordenada, pero también alógica y dialógica, mente humana, desde el punto de vista filosófico que considera el mundo como espacio caótico. La literatura hipertextual es, desde esta perspectiva, un mundo posible complicado, verosímil, idealizado, que reproduce de forma alienante, aunque fiel, la realidad humana percibida subjetivamente, siendo ésta la única manera de almacenar comprensivamente la información recibida por los sentidos. Desde un punto de vista estrictamente teórico, el hipertexto es un texto polifónico (Bajtín) e intertextual (Kristeva); es significativo que estos dos conceptos, que se ciñen tan bien al material hipertextual, provengan precisamente de teorías definitorias de la Literatura tradicional; la Literatura hipertextual representa una visión innovadora, ciertamente, y sin embargo no hace más que enfatizar -redescubrir- lo que la Literatura ya ha producido desde sus orígenes. ¿Qué es entonces Literatura? ¿Es expresión del genio kantiano? ¿Expresión del genio romántico? ¿Subjetivización de la realidad? ¿Manifestación de un ego? ¿Reflejo de la realidad social?¿Comunicación semiótica? La Literatura hipertextual tiene la particularidad de emerger de o de tender hacia todas las causas y fines que han sido tipologizadas por la Teoría Literaria a lo largo de los siglos. Un texto hipertextual es producto de una entidad subjetiva, sea ésta individual o colectiva, de una liberación de la psique que cuenta con la Razón como apoyo y no como peso (secular); es un ente literario altamente comunicativo que alcanza prácticamente en tiempo real grandes masas sociales; ...es una entidad textual estructurada en signos que se convierten en los indicios de distintas formas culturales. Hay numerosos tipos de hipertexto y algún día será pertinente una teoría de los géneros hipertextuales; algunos hipertextos retoman textos integrales incluidos en el canon y juegan con su forma, o tratan de que el texto clásico sea leído en un orden elegido por el lector; otros conforman marcos poético-subjetivos en los que el usuario incide en la composición en tanto que se convierte en protagonista de un juego de asociaciones de ideas; los ejemplos estrictamente narrativos se debaten entre una estructura binaria (a menudo basada en la distinción verdad/mentira, y es propio de esta Literatura debatir nuevamente el eterno dilema que separa ficción/realidad); algunos otros tratan incluso de provocar confusión en el lector, relativizando así el poder del lenguaje literario; otros son el soporte gráfico e interactivo de teorías socio-políticas y literarias; algunos ejemplos se fundan en una especie de autodiégesis metaliteraria; por último, existen hipertextos que se muestran como parodia de otro texto, o como pastiche de una tradición literaria concreta. Con sonido (sea música o voz) o sin él, el hipertexto realiza un nuevo tratamiento de la imagen y del texto como materia, incluyendo efectos especiales, visuales o sonoros, y practicando un juego interdisciplinar (llegando a incluir obras de pintores como Botticelli y Andy Warhol); oscila entre una tipografía sencilla y una tipografía significativa y cuenta con sistemas de enlaces binarios o multidireccionales; basados en textos clásicos u originales, los hipertextos constituyen un intento metafórico de ordenar el caos real mediante un caos creativo (es decir, con cierta estructura, con cierto orden, establecidos o contradichos convencionalmente). Desde la composición del I Ching o Libro de los cambios, ficción literaria china presentada como oráculo, hasta Raymond Queneau, poeta contemporáneo autor de Cien mil millares de poemas, el hombre ha convertido el texto en una máquina: un artificio-artefacto mediante el que trata de intercomunicarse con sus semejantes sobre ciertas bases subjetivo-racionales; una buena combinación de lógica pura y de interpretación hermenéutica se encontraban ya en textos como el Libro de los cambios; y un trabajo poético tan matemáticamente elaborado como el de Edgar Allan Poe, The raven, fue en cierta manera un precedente de Cien mil millares de poemas, máquina poética consistente en un juego de permutaciones matemáticas que dan lugar a la transformación de diez sonetos en una cantidad de 100.000.000.000.000 de composiciones diferentes. Precisamente, el trabajo, el ergon, uno de los neologismos que definen una faceta de la Literatura Cibertextual y que derivará en el uso del término de Literatura Ergódica, se basa en esta concepción del hipertexto como un trabajo previo que labra un camino verosímil (porque los caminos reales son múltiples y su fin no es siempre conocido por el caminante); el autor realizará un trabajo de coordinación de distintos planos que en la novela tradicional, en cambio, se rigen por cierta linealidad previa y abstracta aunque esté construida como una estructura cuyos elementos giran en torno a un centro que preestablece relaciones fijas. El hipertexto también es una estructura, y en numerosas ocasiones la novela hipertextual tiene una linealidad lógica subyacente, porque los enlaces no siempre llevan hasta textos elegidos al azar; sin embargo, el formato del hipertexto implica transformaciones en el resultado desde el momento en que se inicia el proceso creativo; de la misma manera que el horizonte de expectativas del lector varía ante un hipertexto con respecto a un texto en papel, el horizonte del autor no se amplía sino que se expande hacia los cuatro puntos cardinales y ofrece la posibilidad de realizar asociaciones que un soporte inmóvil quizás no hubiera permitido. Utilizando metafóricamente una terminología retórica, el hipertexto es metonímico, perifrástico, paradójico, hiperbólico, hiperbático y apostrófico. Metonímico en tanto que enlaza elementos en nombre de una relación de continuidad, perifrástico porque elude temporalmente -excluye- mediante el juego de selecciones y realiza constantes rodeos alrededor de la clave; su carácter paradójico es evidente en los propósitos anteriormente expuestos y en relación con la mezcla de caos y orden que comporta; el carácter infinito -aunque se trata generalmente de una infinitud teórica- de las conexiones posibles lo convierte en hiperbólico; es hiperbático en su juego constante con las estructuras, que desmonta y vuelve a construir continuamente; finalmente, el hipertexto es un apóstrofe porque implica el trabajo de elaboración y la puesta en escena basada en la imagen tipificada que representa al mismo tiempo lector implicado y narratario, es decir, la figura que tiene una función ordenadora del texto -del mismo modo que la tuvo el autor- y al mismo tiempo es un destinatario ideal que, al tener una implicación práctica, se convierte en parte del texto mismo y llega incluso a confundirse con el lector explícito. Otro juego alegórico que ayuda a la definición del hipertexto por su similitud estructural es el ancestral corpus de la Mitología antigua; la propia Mitología grecolatina es un constante remitir a referencias de un texto a otro; el enlace mental Afrodita en el texto principal Paris-Helena conduce al mito de Cronos, y Andrómeda remite a Perseo en el interior mismo del texto; del mismo modo, las genealogías de las criaturas mitológicas de la Antigüedad constituyen en sí mismas un texto hipertextual avant la lettre. Lo mismo sucedió en las mitologías egipcia, donde Isis y Osiris remiten el uno al otro, y nórdica, donde las Valquirias contienen el “enlace” palacio de Valhala que a su vez contiene el “enlace” Odín que por su parte vuelve a remitir a las Valquirias. En definitiva, cualquier sistema mitológico, teniendo siempre en cuenta el impulso creador y teleológico que lo construyó, constituye una serie de textos que se asocian necesariamente unos a otros; el hipertexto es una red de asociaciones míticas, en semejanza con la realidad, considerada como una sucesión y mezcla de genealogías (la ciencia genética también tiene ciertos caracteres hipertextuales) mantenidas por la memoria mediante un peculiar instinto de conservación: se trata de idealizaciones de la realidad, de creaciones sobre la base de los elementos primordiales o, simplemente, de la elaboración de mundos posibles -en el sentido más técnico de la expresión-; el hipertexto reproduce una parte de la psique que hasta ahora no había podido expresarse tal como era. Molly Bloom en su monólogo final del Ulises de Joyce, es ya un ejemplo de hipertextualidad, en este caso autoreferencial, si se considera también la memoria del personaje como un texto; el matiz que aporta el término hipertexto aparecería cada vez que Molly Bloom rompe aparentemente una de las líneas de su discurso para empezar otra; estas líneas están relacionadas por una asociación lógica, se trata de enlaces de realidades subjetivizadas por la memoria, es decir, material sensorial organizado por el cerebro (principalmente en el lóbulo temporal). De hecho, la memoria es una máquina hipertextual; quizás no tenga ese fuerte componente ergódico del hipertexto pero sí comparte con él la manera de estructurar el material sígnico. Un hipertexto precisa de una nueva lectura a través de la Teoría narratológica, que se mantiene vigente y útil en tanto que herramienta de análisis simultánea al cotejo comparatista de los significados. Desde este punto de vista, y tras la lectura de varios ejemplos, podría afirmarse que el cronotopo bajtiniano en el texto hipertextual se convierte en el centro de la estructura; el espacio y el tiempo ya no son el marco kantiano, ni simples contextualizadores del hilo narrativo; la linealidad tradicional se rompe (como ya sucedía en James Joyce y en Virginia Woolf) en el texto hipertextual, llevando esta ruptura a su límite; el texto se convierte en una sucesión atemporal basada en la conexión de diferentes sucesos: el hipertexto es el nuevo emblema de la anacronía literaria; analepsis y prolepsis constituyen inevitablemente el cronotopo en que los personajes actúan y la voz narrativa conduce la trama; sin embargo, esa voz se desmiembra en diferentes narradores, en un círculo en el que todos ellos son susceptibles de convertirse en narratarios; la focalización se bifurca; el lector explícito se encuentra en la coyuntura del deber de tomar decisiones reales acerca del texto; es cierto que los hipertextos implican un trabajo previo que si favorece la multisecuencialidad no supone una disposición azarosa de los distintos elementos: los nexos tienen sentido, es más, son significativos, aunque el orden en que son recibidos por el lector no sea cronológicamente lineal, las analepsis no conduzcan a un forzoso esclarecimiento de una trama situada en el tiempo principal o la aparición de prolepsis sea más habitual que en un texto tradicional; además, las anacronías no se manifiestan solamente en el campo de la narración sino también en el nivel de la novela como género, como sistema: no se trata siempre de retrocesos y predicciones temporales de la cronología de los personajes sino que éstos suelen estar conectados a la cronología interna de la novela como tal. De hecho, muchos hipertextos son metaliterarios; se refieren a su propia creación, o incluso otorgan a uno de los narradores la composición del texto o al menos la unificación de los diferentes textos. El texto se convierte en una novela viva, y esa ilusión de vida, como en las criaturas de Mary Shelley Wollstonecraft, se basa en la conexión de elementos sin relación aparente; en cierta manera, la Literatura hipertextual es una indagación en la transitoriedad y fragmentación de los discursos tanto literarios como no literarios; es una toma de conciencia de la imposibilidad práctica de la existencia de un autor exegético omnisciente. Convierte el texto en espejismo: el de una criatura independiente que contiene verdades propias y que por lo tanto supera su carácter ficcional mediante el matiz de una hiperficcionalización tan extrema que vuelve a caer en las redes de la realidad. El texto hipertextual se convierte, por encima de todos los recursos internos metaforizados mediante el lenguaje de la retórica, en una prospopeya; el texto es un personaje, es un narrador, es un lector de sí mismo y una acción en sí. La Física Cuántica había descubierto la relación existente entre el Macrocosmos (objeto de la Física tradicional, según la que todos los fenómenos naturales eran previsibles mediante el conocimiento de las relaciones de causa-efecto) y el Microcosmos (mundo microscópico donde el átomo escapa a la previsibilidad). La Literatura hipertextual es una mezcla de Microcosmos y Macrocosmos, y este carácter híbrido la hace potencialmente humana. La novela-hipertexto tiene una estructura orgánica, es un sistema vivo, o que al menos simula la vida mediante el juego tan serio y a la vez tan lúdico y liberador de la creación-recepción literaria. Contiene caos y orden. Contiene espejismos de verdad y espejismos de ficción. Se contiene a sí misma y al universo. Las conexiones son potencialmente infinitas. El hipertexto es un sistema automatizado por conexiones lógicas directas e indirectas, como las hay también en la psique humana. Su conocimiento completo es relativo. El hipertexto, móvil, sistemático, semiótico, es un fragmento elaborado de Memoria humana. La máquina hipertextual es, más que un mero artefacto, una criatura mitad viva, mitad artificial. Un libro autómata. Enlaces de interés para completar la información: VEA TAMBIÉN Florie KrasniqiOtras obras de Literatura Este artículo en los foros de Lenguas de Fuego
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Revista de Cultura Lenguas de Fuego - ISSN 1886-3027
Última actualización: 1 de abril de 2008 |