Entre muchos jóvenes no se tiene mucha simpatía por lo religioso como hasta hace poco tampoco se tenía demasiada simpatía por lo político, pero lo religioso y lo político, como lo artístico, nos acompañaran hasta el final de los tiempos. Se trata de saber qué estamos metiendo dentro de esas palabras que por ser universales sufren de vez en cuando el secuestro de los que tienen algún tipo de poder y las llenan de paja, de aire o de panfletos publicitarios con los que mantener su estatus o el abolengo de su apellido. La humanidad se basa en el apoyo de estos conceptos y cuando estos pilares se llenan de mercaderes el hombre/la mujer se convierte en un ser balbuceante, lleno de miedo, se ahoga.
Carl Jung dijo que debajo de nuestra mente individual y subjetiva habita el mundo de los arquetipos, grandes patrones o formas mentales que se repiten y que son iguales para todos, el inconsciente colectivo. Esos patrones se podrían ver como las pequeñas irregularidades de un fondo marino que provocan la aparición de olas en la superficie y en realidad todo lo que existe se puede ver como una ola que surge de un fundamento común y que acaba volviendo a él. Jung también postulaba que es posible una conexión entre nuestra conciencia y los arquetipos cuando la mente individual, el mar, se calma. Es posible bucear y llegar al fondo para ver los trazos en la arena que nos forman y lo más importante: escribir algo. Esto es el arte, sacar a flote esos hechos primitivos o crear algo para que la ola mejore: descubrir el fuego, inventar la rueda, la agricultura. Por eso en muchas culturas del mundo se rinde tributo a los antepasados como a dioses, ellos nos sacaron del agua, nos levantaron sobre dos pies, modificaron los arquetipos, fueron levantando una mejor ola, se fue agrandando el cerebro. Las grandes religiones se basan en el descubrimiento de estos arquetipos y de este fondo común que sin embargo, como el fondo del mar no es estático, sino dinámico. Y esto es lo fundamental y lo que ha de servir para unir aspectos aparentemente separados como ciencia, religión, arte o política. Si bien el arte quiere sacar a flote estos trazos básicos de forma parecida a la religión, el arte aspira a cambiarlos para mejorar el resultado: a nosotros. Sin embargo la ciencia surgió básicamente para dominar el entorno. Pero entonces surgió un problema, al dominar el entorno surgieron efectos en nosotros mismos no previstos, por lo que el arte es una herramienta más potente de evolución. Es por eso que la ciencia debe hacerse arte, que el sujeto forme parte activa de los experimentos y no quede al margen, como de hecho pasa en la Física Moderna. Debemos ser conscientes que son nuestras propias acciones colectivas las que nos van modificando, fueron nuestros antepasados quienes nos crearon dentro del gran dios que es la naturaleza entera; Jesús, Buda, Mahoma, pero también Mozart, Einstein y Cervantes. Otro antepasado ya, Juan Pablo II estuvo andando por esa arena con sus zapatillas deportivas, pero el camino no ha acabado.
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