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Chaplin, jugando con el mundo

Pensar que Chaplin era consciente en el momento de rodar El gran dictador de lo que le esperaba al pueblo alemán, al austríaco, a los judíos como su padre y al resto del mundo, es imposible de creer. El estreno fue en Octubre de 1940, más de un año después de la invasión nazi de Polonia y poco después de la ocupación de Francia. Su preparación parte de Alexander Korda al cual le llama poderosamente la atención el parecido del bigote entre Charles Spencer Chaplin y Adolf Hitler, semejanza que se producía también en la estatura ( 165 cm .) y casi en el peso.

La preocupación de Charlot, como se conocía en Europa, por la deshumanización del mundo en Tiempos modernos (1936) es el antecedente inmediato de esta obra maestra. En 1938 se encierra para trabajar en secreto en la nueva película y, año nuevo vida nueva, el 1 de Enero de 1939 comienza el nacimiento del guión, en verano construye algunas maquetas, realiza las pruebas de sonido y selecciona los actores: Jack Oakie, su en ese momento más amiga que esposa Paulette Goddard (Hannah en homenaje a su madre), Chester Conklin (sin su abrigo) y Hank Mann. El 5 de Septiembre se finaliza la preproducción, un día antes de que la Gran Guerra se empiece a quedar más pequeña. Desde el 9 del mismo mes se rueda hasta finalizar todo el 1 de Octubre del año siguiente por el módico precio de dos millones de dólares.

La película está llena de curiosidades. Una de mis escenas preferidas es cuando Hynkel juega con el globo terráqueo, lo que ya había hecho en 1928; es llamativo que cuando los aliados entraron en el despacho de Hitler lo único que no estaba destruido era una gran bola del mundo. También destaca que excepto «Jew», los carteles escritos en el gueto están en esperanto (idioma creado por el lingüista Zamenhof, judío y polaco). Es la primera vez que escuchamos la voz de Chaplin (su primera frase es «What´s that?») Por último destacar y felicitar la traducción: «Garbitsch» en la versión española se sustituye por «Basureich».

Las presiones durante el rodaje fueron tremendas, tanto a favor como en contra, incluida la United Artist , que, si bien la fundó Chaplin (junto a Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D. W. Griffith -pregunta del Trivial- en 1919), ya no posee sino una pequeña parte de las acciones. Sabía que había países que no pensaban dejar que fuese reproducida, incluido los Estados Unidos, pero él estaba dispuesto hasta a alquilar salas para poder estrenarla. De hecho, muchos Estados prohibieron su exhibición a pesar de que el presidente Roosevelt mostrase su apoyo. En defensa de esta inquisición del siglo XX, hoy en día vigente en el país más avanzado del mundo, no debemos olvidar que una de los objetivos de Hitler era frenar el comunismo y un ataque hacia el dirigente era interpretada por algunas como una postura a favor de esta ideología.

Lo que desconocemos por completo es lo que pensaba el Führer cuando vio la película, dos veces, tras conseguir una copia que trajo desde Portugal en plena guerra.

En España se estrenó el 30 de Abril de 1976.

El discurso final de la película es el mensaje más claro, la explicación más directa del pensamiento del cineasta; no lo realiza el barbero ni Hynkel sino el propio Chaplin, es él el que habla, sin interpretar, sin mediar un personaje.

Ahora que se están recordando determinados momentos de la historia, de guerra, de campos de concentración, es un buen momento para volver a ver este clásico, aunque siempre lo es a pesar de que tenga más de sesenta años.

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