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Desaparezca aquí, testimonio de primera mano de la muerte de Nacho Vegas

La de Nacho Vegas es posiblemente una de las peores voces de España, pero sin duda también de las mejor utilizadas. En abril de este año editó Desaparezca aquí, su tercer disco en solitario, diez temas en los que no inventa nada pero en los que recoge todo tipo de influencias, desde sonidos clásicos al estilo de Leonard Cohen a acordes de tendencia popera. Desaparezca aquí es un álbum mordaz cuya temática gira en torno a la propia muerte de Nacho Vegas, unas veces en forma de intento de imposible supervivencia, otras como epitafio, como por ejemplo en El hombre que casi conoció a Michi Panero, que además es el primer single, y en el que como rareza podemos encontrar la Canción del extranjero (Stranger Song de Leonard Cohen en Songs of Love and Hate).

El álbum se abre con Maravillas de la condición humana, un tema de poco más de dos minutos que en su corto texto es un resumen a grandes rasgos de lo que encontraremos en los siguientes cortes: Todo el mundo fantasea con una muerte dramática. Pasados los más de cinco minutos y medio de El hombre que casi conoció a Michi Panero, segundo corte, ya estamos enganchados al disco y comienzan las guitarras sucias de Ella me confundió otra persona. Desaparezca aquí intensifica el tono amargo con Nuevos planes, idénticas esperanzas y Cerca del cielo para de nuevo aumentar el ritmo de la desesperación con Perdimos el control (donde la muerte alcanza un papel protagonista con la narración de un suicidio) impregnada del sarcasmo y la apatía del narrador, un Nacho Vegas hastiado y más molesto que apenado, que no se pierden en ningún tema del disco. Ocho y medio es un acústico agridulce en el que Nacho Vegas contempla el horror de la muerte (en este caso más espiritual que física) con la impotencia de no poder evitarlo (minutos antes en Nuevos planes, idénticas esperanzas calificaba la supervivencia de ambiciosa pretensión). Al norte de mí, Autoayuda, y La noche más larga del año, los últimos y definitivamente amargos tragos del disco.

Al acabar el disco seguimos enganchados, es imposible evitar repetir la audición. En una segunda pasada el disco es aún más hiriente. Se establece entonces un circulo vicioso en el que la necesidad de escucharlo crece conforme se pasan más minutos junto al disco, junto a la muerte de Nacho Vegas. Desaparezca aquí es el antidisco, la belleza entendida como la capacidad de transmitir la posición del autor, en este caso fatalista. Es imposible imaginar ninguna de estas canciones dentro de la fórmula radiofónica. No hay lugar para Nacho Vegas, ni para el arte, en las superventas, sí lo hay en cambio entre los autores imprescindibles. Sirva Desaparezca aquí como mausoleo sonoro de Nacho Vegas y de sus oyentes, y ante él, como señal de respeto, quitémonos el sobrero.

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