He aquí el infierno. He aquí Satanás.
Bienvenido al lugar donde el hombre es torturado. Bienvenido al lugar donde los insectos te rodearán y se pegarán a tu piel hasta no dejarte respirar, cubrirán tus labios hasta que entren en tu boca, y entrarán en tu boca hasta que los devores con una espantosa náusea. Bienvenido al lugar donde tus hijos serán violados y degollados, o ensartados antes de nacer, o azuzados con varas afiladas hasta volcar en sus ojos la mirada de Belcebú, salvo que tengan el valor de defenderse con un cuchillo destripando a aquellos que se les acerquen. Maldito tú, que entras aquí para ver cómo arde en piras de hormigón y metal tu piel que ya estaba dañada por el trabajo incansable de años. Maldito tú y maldita tu estirpe. Maldita tu alma que se pudrirá con tu cuerpo bajo la nieve de Enero y bajo el sol de Agosto. Malditos los buitres que devorarán tu carne y los cuervos que sacarán tus ojos. Mal nacido el que nace para venir aquí. Mal nacido tú. Tú respirarás el olor a orín, masticarás el sabor de la sangre mezclada con mugre. De la porquería vienes y en porquería te convertirás. Maldito tú, ser sanguinario y despiadado, arrasador de obras de arte, de patrimonios, de recuerdos, de mujeres y de niños. Hijo de puta. Entra al lugar donde te escupirán flemas de ácido a la cara, donde el espacio está hecho de una naturaleza exterminadora, donde hoy estás y mañana el viento te lleva, o los volcanes te sepultan en lava incandescente, o el agua te asfixia, o la tierra se abre y te traga, o los peces muertos te envenenan. Bienvenido al lugar donde vive uno y mueren un millón.
He aquí el infierno. He aquí Satanás.
Inclínate ante él porque sólo él tiene el capricho de ser benevolente, sólo él tiene la gracia de aplastar o alzar impunemente. Arrodíllate, arrodíllate o muere como pueblos enteros han perecido ante él. La inocencia no es excusa. La muerte te acechará a capricho. Leviatán surgirá y te devorará de un bocado. Acércate a él y besa su anillo, lámele el culo, compórtate como lo que eres, gilipollas. Ya no estás en casa, este mundo tiene dueño: Él . Y todo lo que hay aquí, incluido tu cuerpo putrefacto, también le pertenece. Vende tu alma. No podrás correr lo suficiente, no podrás defenderte, morirás, te colgarán vestimentas naranjas y quemarán tu cuerpo con tu alma dentro, o lo envenenarán, o cercenarán tu cabeza, o te colgarán del cuello, o te clavarán en la cruz, o te rellenarán de plomo, o quemarán tu piel con la energía del sol. Deja de ser tú y únete a Él .
Amén.
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