El pasado 12 de Mayo, poco menos de un año después de su concierto en el Palacio de Exposiciones y Congresos, Bunbury volvió a Granada con su actual gira telefónica para promocionar su nuevo CD/DVD del directo del Freak Show. Poco antes de las ocho y media de la tarde se abrieron las puertas de un carpódromo vendido como poco menos que una feria y que, finalmente, no ofreció más que una proyección de fotos de las burdas imitaciones de Bunbury y de las chicas desesperadas que allí se encontraban.
El comienzo del concierto se postergó hasta las nueve y media. Bunbury saltó al escenario vestido de negro para empezar con El club de los imposibles, con una total ausencia sonora de vientos, violín y teclados que se prolongó casi todo todo el concierto, causando un lamentable desacierto sonoro. Afortunadamente Del Morán, al bajo, dio la talla durante todo el concierto.
Que Bunbury ha perdido mucho es un hecho consumado. No me refiero ya a la etapa post-héroes, sino a sus dos últimos CD’s. Su producción musical en solitario, después de ocho años, se puede resumir en dos discos: Radical sonora y Pequeño. Ha perdido voz ?o quizá ganas de cantar-. Apenas le llegaba la voz para interpretar Lady blue entre otras muchas.
El concierto iba avanzando y la decepción aumentaba a pasos agigantados, superando con creces la sensación de decadencia artística y timo de hace un año en el Palacio de Congresos. Ninguno de los dos conciertos valió la mitad del precio que marcaba la entrada. Los problemas de sonido apenas se corregían. La banda que sonaba era un cuarteto de voz, bajo, guitarra ?que también se perdía a ratos- y batería.
Pese a todo hubo dos regalos en el concierto: el primero fue la interpretación de Apuesta por el rock’n’roll con la presencia en el escenario de Phill Manzanera (su guitarra sí se escuchó, y tanto), el segundo fue Iberia sumergida, pervertida por el estilo insulso del Bunbury de los tres o cuatro últimos años, pero Iberia Sumergida al fin y al cabo.
Después del concierto queda un amargo sabor de boca. Bunbury, ahogado en su prepotencia, en su falsa humildad, lleva unos años de farol con insinuaciones de una posible retirada a tiempo de la música. Por orgullo, supongo, se le ha hecho tarde para retirarse a tiempo. Bunbury se ha convertido en un lobo para Bunbury.
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