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Enrique Bunbury se retira

EL BUNBURISTA DEJA LOS ESCENARIOS

El pasado 24 de Agosto Enrique Bunbury anunció en su web oficial «su intención de retirarse temporalmente y sin fecha prevista de regreso a los escenarios». Esta retirada suponía la cancelación de todas sus actuaciones a partir del 27 de Agosto (cuando iba a tener lugar su último concierto). El comunicado no daba razones para esta retirada, pero ya comentabamos hace un par de meses en esta misma revista, despues del concierto de Granada, que el Zaragozano no estaba precisamente en forma. El Bunbury de los últimos dos años ha sido un Bunbury agotado y desinteresado. El viaje a ninguna parte (2004) no parece haberle dejado tan satisfecho como en un principio decía. En unas declaraciones recientes

negaba ser un freak, alegando que «los monstruos son los otros. Gente como Bustamante, que no tengo nada contra él y se merece lo mejor del mundo, son los anómalos. Yo soy normal, no soy un monstruo -aclara- Yo veo a Calamaro, Antonio Vega o Carlos Ann y creo que son normales como yo, porque conocemos nuestra profesión y la disfrutamos». Aunque en mi opinión Calamaro disfruta de más ‘normalidad’ que Bunbury.

Más estragos de los previstos causó el agotamiento del cantante cuando el día 26 de Agosto en Zuera, en su penúltimo concierto, dejó el micrfono mientras sonaban los acordes de Sácame de Aquí (Flamingo’s, 2002), y tras lanzar un beso al público. Poco después una voz anunciaba la indisposición del cantante con los consiguientes silbidos y abucheos por parte del público.

BUNBURY EN SOLITARIO

Bunbury no esperó mucho para comenzar su carrera en solitario. Su primer disco, Radical Sonora (1997), era una ruptura con todo lo anterior: cortó su melena, abandonó sus vestimentas rockeras y las cambió por camisetas ceñidas de color naranja, se pintó las uñas y empezó a colgarse la guitarra acustica con una boa de plumas. Radical Sonora fue un gran disco, cambió las guitarras por la electrónica y adoptó un sonido más duro. Contó con la producción de Phil Manzanera y para él escribió canciones muy buenas como «Alicia (expulsada al país de las maravillas)» o «Salomé«.

El cambio más radical en el estilo de Bunbury llegó con el que fue sin duda, y con mucha diferencia el mejor disco de su carrera en solitario: Pequeño (1999), que además él mismo produjo. El álbum recogía sonidos de todo el mediterraneo y su banda incorporaba violín, vientos, percusiones … En las caras B sonaban versiones que iban de Leonard Cohen a Jesús de la Rosa. Fue sin duda el momento más rico y creativo de la carrera de Bunbury.

Empezó a hablar, casi en tono de farol, de una posible retirada en 2002, mientras promocionaba Flamingo’s, su tercer disco de estudio en solitario. Pese a que nadie se tomó esas incipientes amenzas en serio el disco ya prometía poco: el nivel había bajado mucho y las canciones sonaban al comienzo de una saturación creativa. Destacaba entre ellas Lady Blue, primer single extraído del álbum, una canción de temática heredada de Space Oddity de David Bowie.

A principios de 2004 salía a la venta el cd de Bushido, un disco grabado en 15 días por Bunbury, Carlos Ann, Shuarma (Elefantes) y Morti (ex Fantástico Hombre bala y actual voz de Skizoo). El disco, lejos de ser una gran producción, consistía en una busqueda de la pureza de la música, con canciones interpretadas toscamente, recién creadas, y una edición penosa. Pese a la escasa calidad técnica del álbum los cuatro artistas hacían alarde en cada canción de una gran creatividad musical.

Pocos meses despues se editaba «El Viaje a Ninguna Parte» (2004), un CD doble que recordaba a aquella rebelión antidiscográfica de Calamaro que fue el quíntuple CD «El Salmón» (2000). El disco podría perfectamente haberse quedado en un maxi de cinco o seis temas. La gira que vino después no fué mejor. Se realizaron además cinco conciertos llamados Freak Show en los que se mezclaba el rock de Bunbury con un espectaculo circencese y en el que colaboraban junto al huracán ambulante Ivan Ferreiro, Carlos Ann, Nacho Vegas y Merceces Ferrer. La gira de «El Viaje a Ninguna Parte» de 2005 fue la que terminó con las fuerzas del cantante zaragozano.

LA VOZ DE BUNBURY

Bunbury cuenta con una de las voces más peculiares del panorama musical, y además ha sabido adapatarla en cada momento de su carrera. En la etapa de Héroes del silencio pudimos ver como iba forzándola a ser más y más grave al mismo tiempo que sus textos se retorcían, evolucionando la retórica, pero manteniendo su temática en el sexo y el descontento social. Pasaba de un sonido ochentero en el primer álbum (El Mar No Cesa, 1989), con temas como Maradentro:

Y por fin he encontrado el camino
que ha de guiar mis pasos
y esta noche me espera el amor
en tus labios

A gritar enardecido en Avalancha (1995) temas en los que quedaba de manifiesto cierta violencia como llamada contra la abulia en Avalancha:

Necesitamos el valioso tiempo
que abandonas sin saber
qué
cojones hacer con él
nosotros somos la comida
y
alguien está efectivamente
hambriento
no hay retorno a la conciencia
tras el desvarío del amor
tempestuoso

pasando por temas de gran riqueza, por ejemplo en El Espíritu Del Vino (1993) encontramos el tema Bendecida (que más tardesería continuado por La Chispa Adecuada):

y amansas el oleaje que rompe contra mis venas,
purificas el aire.
en las aguas de la certeza
nos hicimos la promesa
de las aguas de pokara,
«y el perfume que emane del
sexo se fundirá en nuevo grito»

de las brasas de una constelación
al mundo perecedero,
bendecida fue la causa de mi fortuna.
y de la tierra perdida en la infancia
al mundo perecedero,
bendecida fue la casa de mi fortuna.

algo que no me han consentido
y que ahora busco entre tus huesos,
algo que desde tan lejos
creí que no era mi estilo.

Al empezar su carrera en solitario, en Radical Sonora (1997) hace un tratamiento más duro de la voz, interpretando textos que a veces eran más directos, al mismo tiempo que en algunos temas buscaba un registro más suavizado en temas depresivos como Despacio, al entonar versos más seductores como

Y aún quieres desoir
mis instrucciones de natura
e infringir
las leyes del instinto, qué locura

En Pequeño (1999) busca una voz más melosa que se adapta al ambiente intimista y confesional del álbum. La electrónica como medio desaparece para dar paso a una electrónica concebida como mero arreglo que pasa casi desapercibida para el oído profano. La nueva instrumentación incluye una sección de vientos, una violinista y percusión, y la propuesta para el directo es mucho más ambiciosa. La voz se vuelve delicada y entona versos nostálgicos en los que hay, en ocasiones, cierto complejo de Peter Pan, como en De Mayor:

me atrapó el laberinto del engaño
con alas de cera me escapé para no volver
cerca de las nubes como en sueños
descubrí que a todos nos sucede lo que sucede

de pequeño me eseñaron a querer ser mayor
de mayor quiero aprender a ser pequeño

y así cuando cometa otra vez el mismo error quizá
no me lo tengas tan en cuenta

Flamingo’s (2002) fue definido por Bunbury como un disco de rock bastardo, si bien declaró que esta definición fue realizada por obligación, para catalogar él mismo su obra antes que nadie lo hiciera, acercaba a la temática del álbum, concebido para ser escuchado en garitos de mala muerte. La investigación musical tiene lugar en esta ocasión en sudamérica y en el rock de los ’50. En el álbum encontramos cortes del combate de boxeo que convirtió a Perico Fernández en campéon del mundo de peso superligero en 1974. Esta estética de boxeo, y de rock algo embrutecido, llevan a Bunbury a acanallar su voz, adquiriendo dejes que, si bien contribuían a seguir la estética del disco, a largo plazo han quedado ahí como recurso cuando la voz no puede más. Así cantaba canciones como No se fíe:

no se fíe de una rubia
que sea además oxigenada
no le de nunca la espalda
que a la mínima le clava
una estaca así de larga
y le traspaza el corazón

En Flamingo’s aparece el mejor tema de esta última etapa de Bunbury, Lady Blue, donde se empiezan a oir falsetes hasta ahora nunca usados por el cantante como voz principal en una canción editada, y que nos recuerda a canciones como Space Oddity o Serenade From The Stars:

llamando a la estación
perdemos combustible
y la tripulación
se quiere despedir desde aquí

dejo esta grabación
a falta de algo mejor
la soledad es un lugar
tan vacío sin tí

Lady, Lady Blue
sin control, sin dirección
la luz se fue, ¿a dónde voy?

En El viaje a ninguna parte (2004) las canciones parecen cantadas sin ganas, sin fuerzas, quizá esto fue un adelanto de la retirada que ha tenido lugar menos de año y medio después de la edición de este disco. La más rica en cuanto a voz es El Aragonés Errante, llena de altibajos que la voz sigue, el resto de canciones no están ni mucho menos tan elaboradas, y por supuesto sólo unas pocas parecen haber sido compuestas con cierto tacto.

Una de esas malas compañías,
factoría de melancolía,
que no vienen a ver si pueden,
sino porque pueden vienen,
una indígena alienígena,
que solamente bebe justicia poética.
Una contienda contenida y loca,
un beso en la boca de la botella
de flor de caña -gran reserva-,
sobre una mesa repleta
de vasos vacíos y limones exprimidos.

En todo caso, la elaboración de los textos conlleva cierta actitud a la hora de interpretarlos, de modo que encontramos en la carrera de Bunbury grandes canciones muy bien cantadas y temas mediocres dignos de la radiofórmula fácil (véase Que tengas suertecita, El viaje a ninguna parte, 2004), a excepción de Lady Blue, muy bien elaborado, pero en los últimos meses Bunbury apenas sí encontraba voz para cantarlo.

¿UNA RETIRADA PERMANENTE?

Ya en 2002, tras la edición de Flamingo’s, Bunbury insinuaba una posible cercana retirada e incluso amenazaba con dedicarse a la literatura. Tres años después ha dicho que se retira de manera indefinida pero temporal para ordenar ideas despues de ocho años con su banda (exactamente las mismas circunstancias en las que se separaron Héroes de Silencio en 1996). Esta retirada llega después de haber anunciado a principios de verano que preparaba Judas, un álbum que vería la luz en 2006 y del que por ahora parece que nos vamos a quedar con no mucho más que el título.

La despedida de Bunbury ha inspirado comentarios de todo tipo en todo tipo de lenguas. Las viperinas hablan de sobredosis de cocaína, de depresiones, de perdidas familiares graves, de tensiones internas en ‘El Huracán Ambulante’. Su manager en cambio alega en su defensa agotamiento y necesidad de reflexionar y ordenar ideas en aras de una nueva reinvención musical del sonoramente polifacético artísta zaragozano. Dícen que prepara nuevos proyectos musicales con musicos nuevos, aunque no se descarta la participación de algún excomponente de El Huracán Ambulante.

El sabor de boca que deja entre los fans es el de un último disco del que se ha dicho que es el mejor de su carrera (ya quedó de manifiesto que opino todo lo contrario), y que le ha valido la nominación a los Grammy Latinos. No dice mucho a favor de El viaje a ninguna parte (2004) eso de que sea un disco que se codee con la cream de la cream de los Juanes, Alejandro Sanz, etc… en unos premios en los que el Lágrimas Negras de Bebo Valdés y Diego El Cigala se quedaron en mejor álbun tropical tradicional cuando, para más inri (expresión muy relacionada con la crucifixión) el mejor álbum (de todos) era para el No es lo mismo de Alejandro Sanz.

Nos quedamos con la duda, aunque con cierta inclinación al escepticismo, de un próximo disco de Bunbury.

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