Por motivo de la tragedia del Katrina sacamos este especial de Lenguas afiladas. No nos pareció oportuno hacerlo al publicar la revista para poder tener un poco de perspectiva. Como ustedes saben, si alguna vez han leído esta sección, aquí no nos dedicamos a informar sino que este apartado está destinado a expresar una visión crítica. Le recomendamos, pues, que si lo que necesita es información, acuda a las medios correspondientes.
Los Estados Unidos siempre han ido propagando y mostrando su superioridad en todos los aspectos, cierta en casi todos ellos excepto en uno: humanidad. El más sorprendido posiblemente de que el lobo haya sido devorado es el mismo lobo, el cual se creía inmune a todo y, para su desgracia, tanto en su orgullo como en el castigo hacia sus habitantes; ya han tenido dos muestras de que nadie está a salvo.
Si hay algo admirable de los estadounidenses es el amor patrio que tienen; hacen piña como nadie en torno a su bandera y a lo que ella representa. Con lo del 11 S dieron una muestra palpable, cuando hay elecciones también (primero se ponen verdes unos a otros pero al elegido lo suelen defender a capa y espada), sin embargo su espíritu tan favorable al espectáculo y al esperpento los hace no gozar del aprecio general.
Ahora les ha venido una desgracia incalificable por el momento. Hace poco se destruía un meteorito que se dirigía a la Tierra pero un tifón ha destrozado una parte del país. No entiendo mucho de destrucción de meteoritos y de huracanes pero me resulta un poco absurdo. Todo el mundo sabía que había mucho peligro, excepto, parece ser, los que tenían que tomar medidas. Hay que evacuar la zona, bien, ¿y los que no quieran? Pues que apechuguen que para eso han preferido quedarse, ¿y los que no puedan? que se jodan, porque o bien son pobres con lo cual no contribuyen a la riqueza del país, o bien no han podido con lo que son unos inútiles o bien son negros, que unen lo uno y lo otro (porque los negros ricos son café con leche, esos sí que valen).
Quizá sea excesivamente complicado llegar a la conclusión de que una zona que va a ser devastada va a necesitar algo tan complejo como alimentos, agua y medicinas. No sean tan criticones porque tampoco estuvieron tanto esperando, Jesucristo estuvo cuarenta días sin comer y no le pasó nada; en cuanto al agua será que no había, por todos lados se encontraba, ahora que de esa no querían, es su problema, no se puede ser tan delicado; con respecto a las medicinas, éstas no son necesarias, diez mil muertos tampoco son tantos como para que produzca ninguna enfermedad, ni el resto de los vivos haciendo sus necesidades mayores, menores e intermedias donde pillan (¿Habría papel higiénico? Por fin he conseguido entender qué es la prensa amarilla), lo que pasa es que ya la gente es blanda, cómo se nota que no vivieron las guerras del Peloponeso.
La mayor potencia del mundo mundial universal se ha visto impotente ante lo que le ha venido y lo peor es que todos hemos sido testigo de ello. El amor propio de Jorgito Bush ha debido caer en picado. Tanto que hasta Fidel Castro le ha ofrecido ayuda, algo que, debemos reconocerlo, tiene gracia. Por regla general nunca he creído en la bondad del hombre, el ser humano nace malo para convertirse en peor; Castro no es precisamente una hermanita de la caridad.
No preocuparse. Hacemos una campaña cojonuda, recaudamos tropecientos mil trillones de cuatrillones de dólares y volvemos a ser los más mejores. Si alguien duda, lo bombardeamos y lo incluimos en el eje del mal de muchos consuelo de tontos.
Veremos cómo termina esto. Esperemos que, por una vez, el sentido común triunfe y, por lo menos, se salve alguien; porque la primera catástrofe ya ha pasado, queda quizá la peor, el volver a rehacer una vida a la que ya no le queda nada, sólo miseria, algunos dirán que tienen amor, y eso digo yo, miseria.
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