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Carta a la abandonada

Mañana serás fingido de pasto la falsa memoria olvidadiza, y yo seré cegado por un silencio que otorga lo imposible. Mañana será el primer día del vuelo sin retorno de la paloma. Mañana sonreiremos a sabiendas del circunflejo gesto de la voz que no queremos oír, hablaremos con un temblor en las palabras digno de un maremoto, entre espuma y crestas gigantes y asesinas. Mañana yo seré vergüenza, tú serás secreto, ambos seremos rostros sin sentido.

Éste es el día de mañana. Alzas la vista desde tu atalaya mirando una llanura de futuro árida como el desierto, susurras frases que sólo el fuerte viento y tú podéis oír y luego gritas fuerte palabras vacías que implican la nada más absoluta. Apoyas la sien en el hombro de un fiel compañero, y susurras historias que crees que jamás volverás a escuchar.

El río del tiempo se evapora poco después de llegar al mar, y brota la lluvia del cielo regando  su cauce de nuevo. Vuelven los susurros. Ahora los recibes en tu oído como una brisa que hace cosquillas en el lóbulo de la oreja. Falsas cosquillas parecidas unos labios cuyo sabor ni siquiera te molestas en recordar. Jamás recordar.

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