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Diccionario del estudiante

Ya posee el español un diccionario del estudiante, algo tremendamente importante para la salud de nuestra lengua. Debemos recordar que el español, a parte de no ser castellano, que ya lo he dicho muchas veces, no sólo pertenece a España sino a todos los hispanohablantes. El número de protagonistas de este idioma no está, ni de lejos, en la Península, sino más bien allende los mares.

Las Academias de la Lengua Española se han reunido para, en un tiempo, ofrecernos una Gramática y otros trabajos, el DRAE lleva ya tiempo incluyendo “americanismos” y por una vez nuestra lengua va a salir reforzada.

El Diccionario del Estudiante está dirigido a jóvenes de entre doce y dieciocho años (para aquellos que no han pasado la LOGSE, está dirigido a los niveles intermedios de la enseñanza) con el objetivo fundamental de dotarlos de un medio que les permita no sólo expresarse clara y correctamente sino también darles la oportunidad de comprender mejor el idioma con el que conviven. De todos es sabido que los índices de lectura de nuestro país están por los suelos y que, por consiguiente, las capacidades comunicativas son bastante pobres. Según un reciente estudio, los jóvenes suelen utilizar unas setenta palabras en sus conversaciones (“puff” era una de ellas), hecho bastante preocupante. No existe, por lo menos que yo sepa, uno dedicado al “léxico pasivo”, es decir, al vocabulario que poseemos por nuestra cultura aunque no hagamos uso de él pero que sí somos capaces de comprender, aunque seguramente nos presentaría síntomas inequívocos de que nuestra cultura y, por tanto, nuestro grado de “civilización” está por los suelos.

Este nuevo diccionario recoge más de cuarenta mil voces y locuciones tanto de España como de Hispanoamérica, siempre actuales habiendo sido deshechadas todas aquellas que se han  considerado anticuadas y los “localismos”; se dan ejemplos reales e información complementaria., incluso sinónimos. Las definiciones y voces que aparecen se han trabajado desde el principio, de forma tal que se descarten, por ejemplo, usos o significados ya no habituales.

En su Apéndice podemos encontrar los numerales, conjugaciones de verbos irregulares o problemáticos, una pequeña ortografía, etc., o sea, las herramientas básicas e imprescindibles para que nuestra lengua sufra un buen trato, algo de lo que tan falta está.

Debemos tener en cuenta que es un diccionario normativo, enfoque que considero acertado. Los trabajos descriptivos se centran en recoger el material existente, en describir los usos, por el contrario, al ser normativo nos da reglas para una utilización correcta.

El habla avanza y siempre es necesario que se vaya recogiendo, no obstante eso no significa que no se deba luchar contra el empleo desafortunado.

Desde aquí les recomendamos la lectura de El dardo en la palabra y El nuevo dardo en la palabra, obras de Lázaro Carreter las cuales pensamos les resultarán más que interesantes y que les servirán para nunca más estar “delante mía” ni ser ver partidos de fútbol con el marcador “inalterable”.

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