<p><img src=»img/hemeroteca/200605/aliatar1.jpg» width=»304″ height=»200″ hspace=»10″ vspace=»10″ align=»left»>Hace tiempo llegó a mis oídos algo que tristemente podría llegar a convertirse en realidad. En pleno centro de Granada está actualmente el cine Aliatar, en el que se conoce como Edificio… Aliatar. Además del cine se han ido añadiendo tiendas de ropa para explotar el lugar lo suficiente para sacarle el máximo dinero. Esto es común ya que el tema de las grandes superficies en las que puedes ver una peli, tomarte una cerveza, lavar el coche y comprarte unos pantalones y un edredón se lleva mucho. Ahora hay un proyecto, parece que todavía no licitado y que gracias a determinadas reacciones va a retrasarse, de construir una discoteca parecida a la que hay en Granada 10, cine que está adaptado para transformarse en un lugar denominado discoteca (dícese lugar donde te echan un garrafón de cojones de malo, que ponen música horrenda y cuya entrada está franqueada por gorilas en la niebla del cerebro que, dependiendo de sus gustos fashions, te dejan entrar o no). </p>
<p>Por supuestísimo que no tengo nada en contra de este tipo de lugares y más teniendo en cuenta que el noventa por ciento de las discotecas de esta ciudad pertenecen al mismo dueño, el cual contrata a señores de raza negra de dos metros por cuarenta y de alto y ancho también mucho, y que poseen una especial mala leche que en determinadas ocasiones hace que los nazis se conviertan en hermanitas de la caridad. Hablando del rey de Roma, está también la Mae West , la cual se ubicó al lado de unos edificios que cuestan en torno a los ciento cincuenta millones de pesetas (hagan ustedes la cuenta en euros que yo me canso) y que representa a la Europa del Este. Según cuenta la leyenda allí no pueden entrar gordas, feas ni demás adefesios y, si el viento sopla te meten una manta y aquí no ha pasado nada. Atrás quedaron los tiempos en que la policía llegaba y, por si acaso, te arreaba también ya que, como no cabe duda, la culpa de todo era tuya; atrás quedaron porque cada vez los gorilas son más grandes y ya no quedan ni restos. Atrás quedó Vértigo, donde la misma policía era la que estaba en la puerta echando horas extras, o expolis, y que cuando se les antojaba te soplaban un par de bien dadas y a tu casa porque sólo podías llamar a los bomberos. </p>
<p><img src=»img/hemeroteca/200605/aliatar2.jpg» width=»244″ height=»160″ hspace=»10″ vspace=»10″ align=»right»>Ahora toca al centro de la ciudad adornarlo con otro lugar de deficientes mentales, que colaborará a que la estupidez de la juventud quede manifiesta una vez más al ser siempre sufridores de la mala calidad de la bebida, de la música y de la lucha libre, y que al Viernes siguiente hagan cola para entrar como borregos imbéciles. </p>
<p>En lugar de echar tanto grito al cielo, esta ciudad debería plantearse qué es lo que pretende conseguir. Tras la experiencia del Día de la Cruz , en la que se reunieron un grupo más que importante de gente de los más variados rincones que pretendía divertirse en comunidad o realidad nacional, deberíamos plantearnos si queremos convertir esta ciudad en un botellódromo o intentar construir algo digno. También podríamos ver si ambas cosas son compatibles. Que se habilite un lugar amplio para la diversión en masa, en un lugar donde no molesta al que quiera dormir, no es en absoluto mala idea, aunque la explotación se subaste entre el afín al alcalde y el afín al alcalde, sin embargo, el hecho de que proliferen las discotecas, blancas o negras, sin supervisión real y efectiva, que ayuden a convertir el casco histórico en un estercolero, no es lo más recomendable más aún cuando la ciudad carece de muchos otros servicios. </p>
El hipplash de las discotecas
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