Entramos en el realismo duro y seco del ruso Dostoievski en una novela corta que nos hará viajar a Ruletemburgo, ciudad alemana en la que el casino se va a presentar como el destino inflexible de cada uno de nosotros.
Nuestro escritor reflejará no sólo su pasión por el juego sino su infructuoso amor hacia por su ex-amante Apolinaira Suslova. Quizá por eso Dostoievski no intenta moralizar sobre las distintas actitudes de los personajes sino que tan solo las plasma, nos la presenta y las sigue y persigue introduciéndonos en una historia que no tiene otro camino que el destino.
Junto a la figura principal del preceptor Alexei, se nos van a dar a conocer los caracteres principalmente ruso, con sus miserias y sus maravillas, el inglés y el francés, reflejados en varias ocasiones.
Alexei será el eje de la obra aunque podríamos considerar que la presencia del casino y de su ruleta es la meta de todos, directa o indirectamente. La ruleta será la esperanza y la desesperación, la salvación y el abismo, excepto para Alexei, el cual es simplemente un jugador, su vida no la puede destruir un casino puesto que él es un jugador, su sino es el juego, su vida es una continua apuesta. Su inteligencia queda plasmada constantemente, a pesar de su inseguridad, e igual que se enriquece pierde todo con el mismo gesto e idéntica desesperación; no necesita un casino porque juega y apuesta constantemente con Polina bien su honor, bien su vida, bien su riqueza, lo que ella desee él está dispuesto a ponerlo sobre el tapete pues su alma ludópata no le pertenece más que a ella y al destino, a esa rueda que conduce y marca todas las vidas.
El jugador es una apuesta de uno de los mejores escritores rusos de todos los tiempos, una apuesta sobre seguro pero que una rueda, una bola y la suerte se encargarán de que sea lo suficientemente apreciado.
El Jugador, de Fedor Dostoievsky
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