“…la Foire du Trône es el lugar apropiado y esencialmente antitrágico para festejar la memoria más trágica de España: la de la poesía de Federico García Lorca, cantada con la música más adecuada, que habría encantado a García Lorca, con la más española de todas las voces, la de mi amigo Ibáñez…”
Salvador Dalí
En 1967 Paco Ibáñez se estrenó con un álbum de adaptaciones de Federico García Lorca y Luis de Góngora. Antes de eso, la vida del autor había transcurrido entre Barcelona y exilio en Francia, a causa de la caída de la República, donde descubrió a George Brassens y Atahualpa Yupanki. Desde París, Paco Ibáñez había despegado como guitarrista junto a la cantante Carmela, y no sólo eso, también allí conocería a Brassens, a Salvador Dalí –que puso portada al primer disco de Ibáñez-, compondría y grabaría su primer trabajo discográfico. La obra de Paco Ibáñez, desde estos comienzos, cobra una gran importancia en diversas dimensiones: los profesores de lengua encuentran un valor didáctico en la música, los defensores de la libertad e intelectuales himnos para su causa. Por casa de Paco Ibáñez pasan intelectuales, políticos y artistas que se relacionarían a través de La Carraca y los Festivales Españoles.
No es para menos, podemos aún sentir un corte en el costado al oír hoy día la primera guitarra, folclórica, puramente española, de la Canción del Jinete de Lorca, así como la trágica voz que cantaba “ay caballito frío, qué perfume de flor de cuchillo”. La obra de Paco Ibáñez desde su inicio es tan difícil como arriesgada: cantar un poema puede ser un sacrílego atentado contra el arte, en cambio, el cantautor de Valencia sabe revestir los poemas, matizarlos con sonidos, y sus recitales no pierden, cuando no ganan, ni un ápice de emoción ni reivindicación; es más, la guitarra de Paco Ibáñez aporta el sonido español que ambienta la canción para llevar al oyente a un limbo parecido al instante en el que se escribieron los poemas que canta. Así, Goytisolo contaría más tarde “Me quedé asombrado: su música y su voz daban una dimensión nueva para mí desconocida a la letra de aquellos poemas… y sin avisar cantó dos o tres poemas míos. Me asusté, No tuve tiempo para sentirme halagado, porque me asusté”.
El segundo disco, de 1967, con portada de José Ortega, estaba compuesto con textos de Celaya, Miguel Hernández, Quevedo, Góngora y Alberti. Paco Ibáñez se carga de textos reivindicativos y los dispara reclamando el levantamiento de España a favor de la cultura y la libertad. Al cantar Don Dinero de Quevedo, lo hace con una sorna incisiva cuyo dos por cuatro suena a dentellada verbal de su autor, aún más afilada en Es amarga la verdad gracias al contrabajo; Andaluces de Jaén es la voz reivindicativa de Miguel Hernández apelando al orgullo y al honor de los jiennenses; en España en marcha desfila la palabra de Gabriel Celaya a un ritmo intratable y directo: “A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.
En 1968 se produce el encuentro ente Paco Ibáñez y Rafael Alberti, del que nace una estrecha amistad que les llevaría tiempo después a compartir escenarios, recitando y cantando los mismos poemas. Ese mismo año actúa en Manresa en el que es su primer concierto en España y aparece en Televisión Española: en pleno periodo franquista el pueblo español pudo escuchar cantos de libertad.
Al años siguiente, 1969, el hombre pisa la Luna, y Paco Ibáñez ofrece su famoso recital del Olympia de París. Tiene disco nuevo, abierto con los poemas de Alberti A galopar y Nocturno y en el que también aparecen los textos de Goytisolo Palabras para Julia, Érase una vez y Me lo decía mi abuelito. La poesía clásica viene de la mano de Jorge Manrique con Coplas por la muerte de su padre y el Arcipreste de Hita con Lo que puede el dinero. Las ilustraciones del disco son esta vez de Antonio Saura.
El concierto del Olympia es una reunión por las libertades además de una ciclópea muestra de admiración del público por Paco Ibáñez. Me llamarán, de Blas de Otero, hace estallar a la audiencia en gritos de libertad y en algún momento se escuchan gritos contra Franco.
En 1970, Paco Ibáñez conoce a Pablo Neruda quien, interesado en la obra del cantautor, le pide que cante poemas suyos; pero aún tardará siete años en aparecer el álbum Paco Ibáñez canta a Pablo Neruda. Al año siguiente el gobierno de España incluye a Paco Ibáñez en la lista de censurados, prohibiéndole así cualquier actuación en territorio español. Es entonces cuando regresa a París, y de París viaja al resto del mundo. Actúa en varios países de Latinoamérica, entre ellos Chile, dos meses antes del golpe de estado de Pinochet.
La cesura se levanta en 1975 tras la muerte de Franco pero Paco Ibáñez sigue en París al margen de los movimientos políticos españoles. Ibáñez publica entonces A flor de tiempo (1978) y un disco de homenaje a Brassens (1979). Los ochenta transcurren para Ibáñez en conciertos entre España y Francia. En 1983 y 1987 rechazó la medalla al merito de las artes y las letras que le otorga el gobierno francés de Miterrand.
1990 ve nacer un nuevo disco de Paco Ibáñez: Por una canción. Su voz ha cambiado radicalmente: ahora está quebrada y el leve temblor que la caracterizaba es ahora mayor. En 1992 se edita A Galopar, disco grabado en varios directos con Rafael Alberti.
Hasta abril de 2007 Paco Ibáñez da varios recitales en España y Francia sin nuevo material discográfico.
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