Cárcel, paredón y después…
Por Gonzalo Casanova Ferro
“Qué importan las puertas
con llave y cerrojos,
si ven nuestros ojos,
las del Cielo abiertas?”
En Buenos Aires dicen que dicen quienes saben de cafés, que tales reductos constituyen algo así como adelantos de cielo aquí en la tierra. Charlas de amigos, eternas discusiones de todo y para nada, matizadas por la suave y ascendente bruma de un express o atenuadas por el esponjoso sabor de una medialuna constituyen apenas una muestra de la ansiada visión beatífica. Es por eso que cuando un café cierra aquí en la tierra porteña, ipso facto y por decreto de necesidad y urgencia se reabre en el paraíso.
Y no es de sorprenderse, que si uno ha tenido la suerte o la osadía de arrebatar a la muerte tan noble destino, que vislumbre ya, desde el soberbio portón de San Pedro; el café de los Catalanes, de los Ingleses, el de Marco, la pulpería del Caballito, El Águila, El de los Angelitos, el Petit Café o el de los Japoneses. Y es justamente en este último, quizás por la proximidad con la Sala del Juicio; donde saben darse cita los abogados.
No termina uno de entrar que ya se siente como en el foro, mezcla de jueces, abogados y doctrinarios, barra de mármol, quesero campana, sillas y mesitas de madera; la máquina tira negros y cortados a un ritmo musical, al tiempo que un angelito morocho como el del abasto, ilumina con su sonrisa un “marchen tres pa’ la mesa de Don Carrara” y allí danzan las bandejas en un incesante ida y vuelta; donde los efectos de la cafeína a nadie le importan porque ya nadie tiene estómago.
Es cuestión de entrar despacio para picotear un poquito de cada charla, y así, de puro meterete es que se puede escuchar a Sir Tomas More quejarse por no se que pésimo uso le dan en Argentina a su invento de la inmunidad parlamentaria; un poco más allá y con un indiscutible y vivaz acento castizo Jiménez de Asúa comenta
– Hombre!, que Ud. dice de tragarse sapos… pues que le cuento que este tío que lo saque yo de mi clase, y al cabo que lo hubiese querido sacar de la UBA y del planeta con una patada donde Ud. bien sabe, si hubiera sido posible, tan necio que era… ¿y no me va creer que no se aparece un día como jefe del departamento de penal?, y juez! Ni menos!, y no se descuide que un día estos brutos sean capaces de llevarlo a la Corte Suprema solo para hacerse los “progresistas” ¡¡que cuernos!!; que si serán bestias allí abajo!!
Y entre el tintinear eterno de centenares de cucharitas que revuelven o golpean un tal Oderigo le contesta
– Peor es lo mío… que un día un periodista…. y todos sabemos como son los periodistas ¿no? – Jiménez hizo un gesto como de hartazgo – ….dijo que un funcionario había presenciado y tomado declaración en una tortura, se imagina Dr. ¡¡una tortura!!, imagínese con tantos años de Tribunales encima, me sentí ofendidísimo; ¡impensable! ¡jamás! entendí yo, y ahí me embarque en la quijotada de discutirle a este paparulo que la Justicia, mi Justicia, mi amor de tantos años, mi novia no podía estar embarcada en semejante infamia….- se abrió un silencio, porque si de algo sabía Oderigo era de manejar tiempos (dicen que lo aprendió en la gestión de Frondizi)
– ¿Y?…- Y nada que cuando llegué aquí me enteré que era verdad y por poco no me muero dos veces….-
En la vitrola puede oírse alternativamente a Los Plateros o una milonga y nadie parece inquietarse por la mezcla; al contrario todos tararean todo; porque en el cielo es así, la música es música y es para todos.
– “¿Qué sapa que no salen los cortados y las lunas calientitas pa’ Don Carnelutti?” reclamaba el ángel mozo al de la barra; “¡Ahí va!, ¡ahí va! ¡Qué tengo dos alas y no soy arcángel yo! respondían desde el lustroso mostrador de mármol. y madera.
Expresivos y locuaces, fieles a la anarquía obligada de toda discusión de café, allá en la mesa de Ferri un grupo animado calienta el ambiente con el tema de siempre: las cárceles.
Morris había dejado de recostarse contra el vidrio para explicar por tercera vez lo que parecía que nadie había entendido:
– …No digo que no sea posible, digo que existen cárceles y concepciones carcelarias tan distintas en el mundo que es muy difícil sacar principios generales que las abarquen a todas. – Sentenció jugando con el cubito de azúcar (porque allá el azúcar todavía viene en cubitos) sobre la mesa.
A mi no me parece tan difícil… – pareció contradecir el pelado Miguel. A Miguelito todo el mundo lo toleraba porque de esto se trata el Cielo, pero la verdad se decían cosas terribles de él, que se había mandado la “gran Judas” y se había arrepentido en el ultimo segundo, que tuvo una de esas enfermedades fuleras que le dieron tiempo de recapacitar sobre algunos desordenes afectivos ; en fin, fuera como fuera su presencia en el paraíso solo confirmaba el axioma de siempre: “Tata Dios es muy, pero muy bueno”.
-…más grandes, más chicas; con régimen abierto o no; con celdas de castigo o no; panopticales o no; – un tal Bentham que sorbía displicente un submarino con pajita en la mesa de al lado paró la oreja pensando que hablaban de él – simplemente se trata de la forma esencial de castigo, del ejercicio del poder en su obsesión por el control del cuerpo humano…- fue entonces que Ferri, tratando de no atragantarse con la medialuna, hizo un gesto de fastidio
– ¡¿Otra vez con eso Miguele?!! – a Ferri el temperamento flemático de Miguel lo exasperaba
– Bueno che, Ud. tampoco le perdona una – intervino Norval.
-Ma, no, está bene, está bene, yo no creo eso que vos decís, pero supongamos que tenes razón…supongamos…¿Ma que cosa hacemo con eso? ¿No construimo ma cárceles, decís vos? ¿Soltamo a todo lo criminale? ¿Eso queres? Ya lo hizo el tío Campora eso y así le fue…
– Digo que se trata de una institución omnidisciplinaria sea cual sea su forma, es el método de normalizar aquello mismo que la sociedad produce: el delincuente. Respondió Miguel
-, ¿ Y la solución? – Interrogó Ferri
– No hay soluciones – respondió tajante el pelado
Enrico negó con la cabeza como para que quedara claro que no coincidía en nada con su interlocutor.
– Io creo que las sociedades crean criminalidades evolutivas, es decir políticas y sociales pero no atávicas.
– Esta visto que hablamos con los mismos términos pero con diferente contenido – sentenció Focault como resignado
¿Ma si la cárcel como vo decís no sirve como pena? ¿por qué se mantiene?
¿la verdad?, …para crear más delincuentes y así justificar la policía, para canalizar una cantidad de tráficos (armas, drogas, etc) que no pueden ser realizados directamente y para servir de mano de obra barata a los políticos.
Eso ultimo puede ser – concedió Enrico – ahora en lo demás…¡mirá que so retorcido vos!
Don Enrico…- interrumpió Norval que tenía sentido de la oportunidad y ya veía venir una discusión fellinesca- ¿y a Ud. que le parece? ¿Para que servirían las cárceles?
Para todos los delincuentes que han nacido con esa tendencia fisio –psicológica y que no pueden escapar de los tres factores sociales de influencia- respondió el italiano con seguridad- …hay ma, claro (factore antropológico, telúrico, etc.) pero tres son los principales: El alcoholismo, la infancia abandonada y la vagancia…la primera es la causa principalísima de decadencia moral e intelectual; ha habido hombre probo que tomaban, ma fueron genio, no porque tomaran sino a pesar que tomaban: Poe, Byron, etc. se han ensayado remedio represivo, fiscale, de policía, psicológicos, médicos, todo en vano; el alcoholismo como los otros dos desaparece solo por mejora de la condicione sociale. La segunda e la epidemia de la sociedade moderna, en los hijos de alcohólicos y vagos corre por sus venas el virus de la degeneracione
Doña Concepción, seria y adusta en un traje masculino que no podía ocultar ciertas curvas propias de su condición femenina y que hasta ese momento se había mantenido callada, pareció escandalizarse con aquella ultima observación, señaló a Ferri con un vigilante de manteca y acusó sin anestesia:
Eso que dice me hace acordar a Lombroso – inmediatamente un estremecimiento recorrió la mesa; ya que por sus inquietudes espiritistas, nadie sabía realmente si Lombroso había ido al Cielo y por las dudas a nadie se le ocurría preguntar. Curiosamente Enrico no pareció ofendido, conocía el paño de Doña Arenal y sabía que no era fácil lidiar con ella (de hecho cuando en su momento Lombroso montaba la ola exitosa del positivismo ella fue la voz en el desierto que se le opuso definitivamente ) el tano Ferri supo sortear la situación airoso
– ¿Me deja terminar la idea la signorina?
Señora y abuela, si no le molesta…lo dejo – y atacó el vigilante casi complacida de haber marcado su condición de abuela
– Decía…e la solución más adecuada e darle a la escuela una funcione sociale o hacer como en Londres: ragged schools – total después los mandan a Canadá, donde resultan excelentes ciudadanos y finalmente esto de la vagancia; definido como falta de domicilio y de sustento, e una patología sociale, una especie de debilidad biológica, de neurastenia … ma non e como dice el signore Lombroso un mero problema de craneometría, e sociale–
– Doña Arenal murmuraba palabras poco adecuadas para una señora – mucho menos abuela- mechadas con…”no puedo creerlo”
– …las colonias de trabajo han mitigado esto un poco, pero solo eso un poco. – concluyó el italiano.
– O sea,…- dijo Norval tratando de aclarar,-…que Ud. cree en la cárcel como mal inevitable…
– Si, atendiendo a la protección de delincuentes ocasionale cuya recuperación es facilísima y no prodigando inútiles cuidados a los criminales incorregibles por defecto congénito de su temperamento orgánico o psíquico. Sabiendo que la cárcel es solo un remedio parcial, el total está en el mejoramiento de la calidad de vida.
– Bueno, yo también creo …- empezó a explicarse Norval – en cierto abatimiento del derecho penal, supongo que primero deberían reducirse sus excesos, segundo habría que buscar para quienes no fueran a la cárcel algún otro mecanismo de control social – Focault se acomodó ni bien escucho la expresión “control social” – Y finalmente depositar mayor confianza en los llamados correctivos de “base comunitaria”.
– Lo más probable es que esos “otros” mecanismos de control social que vos admitís se conviertan en una forma de vigilancia y disciplina más invasiva que la cárcel misma-
– Bueno, si –admitió – reconozco que es un trueque riesgoso.
– Y de hecho quizás no cambie nada, más o menos efectiva, será una nueva forma de vigilancia…-observó Focault – verán, para mi la pena de encierro es producto del reacomodamiento de las clases sociales; bajo el antiguo régimen la burguesía debía defender su integridad contra los de arriba como con los de abajo; contra los títulos de la corona como contra los salteadores. Mas como debía subsistir por ejemplo evadiendo impuestos que un bruto lo hiciera no le molestaba, el contrabandista de la picaresca era un tipo que hasta simpático resultaba. Pero el tema ocurrió cuando la burguesía se encontró en el poder, allí se volvió intolerante e inventó la policía, el panóptico, en suma: la vigilancia.
Miguel ¿no se enoja si le comento mi parecer? Inquirió Doña Concepción
No, siempre y cuando me pase otro terrón de azúcar – sonrió por primera vez en toda la tarde y Arenal le paso el azúcar
– Yo entiendo que el núcleo de nuestras diferencias es no solo una cuestión semántica sino que partimos de concepciones distintas del hombre. No dejo de reconocer que su enfoque es definitivamente original, ¿pero sabe que? Carece de sentido común, es de laboratorio, los chicos de la UBA empiezan con Ud. y terminan con Moe, Larry y Curly …
En ese instante y mientras saboreaba un “cañoncito”, por lo bajo Morris le preguntó a Ferri – ¿A que se refiere con esos tres?
– Así le llama a Walton, Taylor y Young – respondió divertido Ferri – E un recurso histriónico; Io asocio lo delincuente en el arte y ella asocia a lo criminologo con lo artistas
…saben que dice Pavarini o Jakobs pero son incapaces de distinguir entre delitos de acción pública y privada; lo suyo es un canto de sirenas, ¿sabe porque?
– Seguramente me lo aclarará
– ¿Estuvo Ud. en la Resistencia?
– Mmmm…nop, pero una vez le robé leña a los nazis, no se si eso cuenta ¿qué tiene que ver…?
– ¿Estuvo Ud. armando barricadas en el Mayo francés?
– Nop, en realidad estaba en Túnez….
– Ve a que me refiero, a Ud. le falta calle m´hijo, le falta recorrer pabellones, le falta oler cárceles, le falta vivir dramáticamente una guerra, más aún le falta ser víctima del delito, le falta sentarse con el otro, visitar un preso, reconocerlo, entenderlo; eso sí que le daría “poder a su saber”; pero para eso hay que bajarse de la tarima científica, sino lo único que va a producir son abolicionistas de probeta que puestos en una función pública van a dar pena como Arslanian, de puro teóricos ni siquiera les van a dar los cojones para ver la realidad mejor plantada ante sus ojos. Y le pido me excuse por la palabrota, que no soy de decirlas pero a veces se me escapan.
En cuanto a Ud…. – Ferri que venia regocijándose de oír como maltrataban al pobre Focault empezó a ocultar su sonrisa por detrás de sus bigotazos.-
…me decepciona – comenzó su filípica Doña Arenal – una cosa es debilidad moral, esa se la concedo, pero ¡¿”defecto congénito”?! ¿¡Quién habla, hoy de vivir y morir bajo el imperio de la fatalidad orgánica, por favor?! El que infringe las leyes claro está que no es idéntico a aquel que, en las mismas circunstancias las respeta; pero no es tampoco desemejante en absoluto; tal vez no hay entre los dos más que una pequeña diferencia, que bastó para inclinar la balanza del lado equivocado. Más que discutir teorías sobre las cárceles deberíamos hacer algo más concreto…
…¿como por ejemplo? – pregunta Morris
Arenal que era muy modesta no quiso hablar de todo lo que había hecho en España y apeló a un hermano que andaba por otra mesa (aunque tomando té para no quebrar la tradición británica) -…no se, haciendo un poco lo de Howard quizás, relevando prisiones y viendo como se pueden mejorar, buscando alternativas dentro de la misma prisión,…no se …esas cosas…
Si; está bien, pero siempre y cuando no confundamos que existe una diferencia radical entre los fines de la prisión y las oportunidades que puedan aprovecharse dentro de esos fines, para la preparación y la asistencia a los presos. Los sistemas se corrompen cuando dejamos de lado este distingo. No debe haber indicación alguna de que la liberación de un preso puede acelerarse debido a su participación en “programas especiales”, ni de que puede postergarse a causa de su omisión de tomar parte.
No, no es cuestión de confundir, es cierto, creo en la rehabilitación porque creo que aún aquellos que llamamos incorregibles son incorregidos que no soy yo quien va a ponerle limites a la gracia divina. Y lo de los programas es cierto no deben tener ligazón con la pena, el objetivo es otro, creo que el único medio para no ser pasivo con el mal es ser activo para el bien.
Mmmm…si habría que ver como rehabilitar el ideal de rehabilitación. Esto exigiría más de una reserva y numerosas aclaraciones. – Observó el americano.
¡Ma que programa ni programa! – Irrumpió Ferri detrás de su bigote – ¡el preso tiene que trabajare! No digo volver a la Edad Media pero las condiciones de afuera no pueden ser peores que adentro. Garantizar al recluso una vita ociosa:¡eso e inmorale! Y no se si así lo inclina al bien o al mal, pero por lo meno paga su subsistencia.
Ah ¡bárbaro! – observó irónico Focault – mano de obra barata, estigmatizada y eterna para uso funcional del sistema capitalista.
Me parece – observó Doña Concepción – que estamos perdiendo de vista que la finalidad de la pena es la Justicia….-
Norval hizo un gesto de duda, Focault miró para un costado y Ferri lanzó un terrible – ¡UHFF! – si el vocablo “derecho” provocaba controversias entre los abogados el vocablo “justicia” podía generar una trifulca. Como para bajar los decibeles de la charla Ferri llamó al mozo – ¡Anquelito! ¿No me trae ma medialuna e ma “esfera” de fraile (en el cielo les dicen esferas porque son muy respetuosos con los frailes)
Yo diría que más bien por prevención…sugirió Morris
¿Prevención? – intervino incrédulo Miguel – Represión diría yo…al más claro estilo panoptical. – Bentham volvió a parar la oreja –
La mera construcción de un amplio campo de visibilidad por sí misma no reprime – contestó Morris
A lo mecore son ambas cosas: represión y prevención – arriesgó Ferri
Joder! – opinó ofendida Arenal – sigan nomás que de Justicia ni jota, ni derecho natural, ni náa
Eh! ¡Qué carácter mujer! ¿No quiere llamarlo a Condotieri Roxin? El le arma una teoría para cada ocasión; al momento de la amenaza: prevencione, al momento de la pena: prevencione en función de la culpabilidad y al momento de la ejecucione: resocializacion.
¡No!. – Se atajó Norval – insisto que rehabilitación y pena vayan separados para evitar confusiones
El ángel llegó con una nueva bandeja de facturas en medio del barullo acalorado de una discusión interminable, bastó que el aroma calientito de la masa recién horneada abrazara los rostros de cada uno de los opinantes para que estos recuperaran el buen humor la vitrola y un tema de “la Sole” hizo lo otro. Fieles a aquello de San Agustín “despreciar el error y amar al que yerra”; ya volverán a la carga con renovada batería de argumentos y contrargumentos; satélites de dimes y diretes que habrán de reflejar más o menos pálidamente la luz de algún sol, tal vez el de la Verdad, tal vez el de la Justicia.
Fillingham, Lidia Alix/Susser, Moshe. Focault Michel para principiantes,. Era naciente srl Buenos Aires 1999
Howard, John. The state of prisions in England & Wales. Patterson Smith 1973 / El Estado de las Prisiones en Inglaterra y Gales, México FCE 2003
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