Por lo visto, la frase ha hecho fortuna. Es más, hay quienes creen que el Rey. debería haber añadido algo más fuerte, como, por ejemplo, idiota. Los epítetos descalificadores contra el mandatario son numerosos y van desde “gorila rojo” hasta “payaso”. Sin embargo (¿será casualidad?) nadie pregunta, “pero ¿qué debía callar?” Porque este es el meollo del asunto. Nos hemos quedado en la superficie (como casi siempre), en la mera cuestión protocolaria, donde ni Chávez ni el Rey, desde esa perspectiva, estuvieron afortunados; Chávez por interrumpir a Zapatero y no esperar su turno y el Rey por producirse de tal forma e implicarse en un asunto muy delicado y más transcendental de lo que se quiere admitir. Mejor hubiera sido dejar que la presidenta de la reunión desarrollara sus funciones de moderadora. Pero, claro, era mujer, y esta parece ser una cuestión de dídimos. Para no cansar, el asunto se puede resumir en unos cuantos puntos:
1º. El fundamental, porque de él deriva todo lo demás: ¿Tan mal lo está haciendo Chávez? ¿es justa su demonización? Resulta sorprendente que casi nadie se rasgue las vestiduras por otras cosas que ocurren en Latinoamérica, por ejemplo, que haya 50 millones de niños de la calle (fuente del dato: “Derecho penal juvenil”, de Carlos Vázquez González. Editorial Dykinson; texto de estudio de la UNED) y que sin embargo se apunten las baterías constantemente contra un dirigente que está consiguiendo sensibles avances sociales en su país, tales como duplicar el PIB; universalizar la sanidad y la educación (miles de dispensarios médicos, decenas de miles de persona con enfermedades en los ojos atendidas, millones de adultos y niños alfabetizados); controlar los réditos del petróleo, sin que vayan a parar en altísimo porcentaje a manos foráneas; poner a trabajar al ejército en las zonas más apartadas del país, evitando con su colaboración la especulación de los intermediarios; distribuir 3 millones de hectáreas entre los campesinos; precios alimentarios básicos subvencionados, de forma que cuesten un 42% menos a las clases más humildes; rebaja de 44 a 36 horas la semana laboral; salario mínimo de 204 €, siendo, salvo el de Costa Rica, el más alto de América Latina; retroceso de la pobreza en casi un 10%; rebaja en un 7% del trabajo negro; aumento del consumo en un 12%, etc. etc. etc.
2º Su programa ¿se ha impuesto democráticamente o no? Según toda la prensa, Chávez ha obtenido consecutivos y altísimos porcentajes de apoyo electoral, frente a una oposición de la que, curiosamente, poco se dice (creo que fue el diario El Mundo el que informaba que los regímenes anteriores habían devorado un equivalente a cinco planes Marshall).
3º. Desde que Chávez llegó, se ha realizado una obstructiva campaña contra su gobierno, ilegalmente apoyada por servicios extranjeros, que ha ido desde la evasión fraudulenta de capitales hasta un intento de golpe de estado, pasando por la huelga petrolera. Ello sin mencionar las tendenciosas campañas desinformativas de todo tipo.
4º. El meollo de la “cuestión”, de lo que no se habla, lo que no se pregunta, es el siguiente: ¿el gobierno de España apoyó directa o indirectamente el golpe? Si lo hizo ¿cómo lo digiere la nación? ¿merece reapaldo o reprobación pública la persona que en ese momento dirigía tal gobierno? Creo que la inquietud por la pregunta y la respuesta que se derive de ella tendrían unos efectos muy positivos para nuestra salud democrática.
5º ¿Quiénes son más patriotas, los que aconsejan bien al jefe del Estado, apartándolo de asuntos conflictivos y que pueden a la larga deteriorar su imagen o los que meten al país en berenjenales que nos desprestigian y que pasan inevitablemente a las páginas de la historia, manchándola; porque:
a) Ante América Latina principalmente, a Chávez le interesa airear el asunto y recordar a todos que se intentó derrocarle por medio de la violencia. Si queremos llegar a tener una influencia verdadera en ese continente, lo primero que debemos hacer es conocer su verdadero estado de ánimo, que parece que no lo conocemos. Ahora mismo Chávez está en París, capital que no pierde oportunidad para ampliar su influencia.
b) Nuestra euforia patriótica no es inteligente: primero porque sus beneficios son efímeros y limitados a nuestro país; segundo porque a España lo que le interesa es despegarse de asuntos así, denunciarlos, no involucrarse en intervenciones ilegítimas que quedarán inscritas vergonzosa y permanentemente en la historia. Nuestro apoyo a la guerra de Irak y al golpe de estado en Venezuela, si se dio dicho apoyo, insisto, quedarán como manchas, no como éxitos, y eso tiene un efecto decisivo en la eficacia de nuestra diplomacia.
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