p>( Lista de Caprichos)
En Octubre de 1792 Goya, probablemente por alguna razón relacionada con la Santa Capilla de Cádiz, viaja a esta ciudad cayendo gravemente enfermo. El quedar sordo, padecer frecuentes migrañas y los ruidos craneales, es bastanta probable que propiciara que Francisco de Goya se encerrase en sí mismo y consiguiese llevar su arte a la cima que ha supuesto que él, junto con Velázquez y Picasso, hayan sido considerados los tres mejores pintores de España.
Los Caprichos quizá no sean el cénit de su carrera pero es indiscutible que son imprescindibles. Si en los retratos encontramos esa expresión impresionante, aquí vamos a poder observar la más alta de un pensamiento así como sus "Desastres de la Guerra" son una inconcebible de la naturaleza humana, expresión acentuada por el dolor que el mismo artista siente, no sólo en el plano físico, sino también en el moral al darse cuenta de que sus ideales ilustrados son la misma mierda de siempre y que la razón no es la respuesta buscada.
En ese periodo intermedio tenemos sus Caprichos, tal vez el punto álgido de su expresión ilustrada, de una vida en la que codeadándose con lo más alto de la sociedad, también busca el lugar de lo más bajo, de los suburbios más infectos, de un mundo en el que todos los hombres, sin distinción de ningún tipo, son algo rastrero y lamentable. En esta obra representará los vicios, las patéticas costumbres, el lado oscuro del ser humano; en esta obra el pensamiento crítico ilustrado se situará en la punta de sus dedos y en su cerebro para dar rienda suelta también a su imaginación y a su libertad creativa, algo indudablemente importante para él tal y como se comprueba en un informe que realiza para la Academia de San Fernando en 1792: "[…] pero nada hay más preciso, si hubiera remedio, para la actual decadencia de las Artes sino que se sepa que no deben ser arrastradas del poder, ni de la sabiduría de las otras ciencias, y si gobernadas del mérito de ellas […] yo no encuentro otro remediomás eficaz de adelantar las Artes, ni creo que le -sic- haya, sino el de premiar y proteger al que despunte en ellas, el de dar mucha estimación al Profesor que lo sea, y el de dejar en su plena libertad correr el genio de los discípulos […]".
En esa ciudad de Cádiz es donde está la génesis de las ochenta estampas que forman la serie de los Caprichos; allí es donde no sólo comienza los dibujos sino donde más que probablemente conoce parte de la obra de William Hogarth, el gran maestro britñánico. La colección de su amigo Sebastián Martínez será indispensable para que Goya comience a trabajar hasta conseguir cinco años después que el resultado siga hoy dando sentido a una vida cualquiera. En esos cinco años, esos cuadernos totalmente personales, en los que va anotando también sus pensamientos y que gozan de la libertad de no haber sido un encargo, van a pasar a láminas de cobre para abrirse al mundo.
Tan impresionante es el resultado como inmediata la reacción de la Inquisición. La denuncia normalmente provocaría que el artista hubiera tenido que eliminar todo rastro de la obra, incluyendo el pulir completamente las láminas de cobre, pero Goya toma la iniciativa en pro de salvarla y rápidamente, con gran astucia, entrega todo a la Real Calcografía, donde hoy se conservan, permitiendo que una vez caído Fernando VII y llegado el régimen liberal, se vuelvan a estampar y después hacer numerosas reproducciones.
Esa Inquisición no se salvará de las críticas que Goya (Aquellos polbos -23- y No hubo remedio -24-) realiza en sus Caprichos, de hecho pocos "errores y vicios humanos lo harán".
Diario de Madrid (6 de Febrero de 1799) Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por Don Francisco de Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos (aunque parece peculiar de la eloqüencia y la poesía) puede tambiuén ser objeto de la pintura: ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil, y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar materia para el ridículo, y ejercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice. Como la mayor parte de los objetos que en esta obra se representan son ideales, no será temeridad creer que sus defectos hallarán, tal vez, mucha disculpa entre los inteligentes: considerando que el autor, ni ha seguido los ejemplos de otro, ni ha podido copiar tampoco de la naturaleza. Y si el imitarla es tan difícil, como admirable cuando se logra, no dejará de merecer alguna estimación el que, apartándose enteramente de ella, ha tenido que exponer a los ojos formas y actitudes que sólo han existido hasta ahora en la mente humana, oscurecida y confusa por la falta de ilustración o acalorada con el desenfreno de las pasiones. Sería de suponer demasiada ignorancia en las bellas artes el advertir al público que en ninguna de las composiciones que forman esta colección se ha propuesto el autor, para ridiculizar los defectos particulares, a uno y otro individuo: que sería en verdad, estrechar demasiado los límites al talento y equivocar los medios de que se valen las artes de imitación para producir obras perfectas.La pintura (como la poesía) escoge en lo universal lo que juzga más a propósito para sus fines: reúne en un solo personaje fantástico circunstancias y caracteres que la naturaleza presenta repartidos en muchos, y de esta combinación, ingeniosamente dispuesta, resulta aquella feliz imitación por la cual adquiere un buen artífice el título de inventor y no de copiante servil. Se vende en la calle del Desengaño, número 1, tienda de perfumes y licores, pagando por cada colección de a 80 estampas 320 rs. vn. (nota: 320 reales de vellón) |
El simple hecho de escoger el grabado nos indica que Goya perseguía o, tal vez, era consciente, de que su obra iba a tener una gran difusión. Sin duda la interpretación de esta serie de estampas, aún gozando de suficiente perspectiva, resulta más complicada que para la gente de la época los cuales apuntaban hacia personas concretas, incluida la reina María Luisa y Godoy, algo que a nosotros nos resulta bastante complicado. Así, en "Mala noche" -36-, el viento levanta las sayas, no el dinero, haciendo referencia a los devaneos de María Luisa y al rumor que corría con bastantes visos de realidad de que una noche había llegado con sus ropas no muy en su sitio que digamos. En "Todos caerán" -19- parece aludir a la serie indefinida de amantes que tuvo con un título premonitorio de lo que ocurrirá en "Ya van desplumados" -20-; las pobres van a la cárcel, María Luisa donde quiere (Pobrecitas -22-).
Godoy, el llamado Príncipe de la Paz, figura no muy amada por el pueblo, es aludido por ejemplo en "Si sabrá más el discípulo" -37- y en "Bravísimo" -38-. Encargando su educación a quien no sabía del tema, el resultado no puede ser otro que el de formar a un burro, eso sí, un burro que va a recibir la adulación general y para el que se inventa una genealogía más que extraña ("Asta su abuelo" -39-).
No obstante, esa educación de mala calidad no la recibe sólo Godoy sino todos los "hijos de los grandes" como critica en "El de la rollona" -4-.
La superstición, el fanatismo, la avaricia de la Iglesia, la promoción de la ignorancia que hacen las clases privilegiadas, su estupidez en muchos casos, toda una visión, sin prácticamente escapar nada, de una España sumergida en el atraso, en la pobreza intelectual, en la miseria, plasmada con la maestría que sólo posee un talento como el de Goya.
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