Sigo practicando el grato deporte de aceptar, en su gran mayoría, sugerencias de lectura de obras las cuales, debido a mi cortedad de miras, sería poco probable que cayesen en mis manos.
A pesar de que mi relación con la Librería El tiempo perdido podríamos decir que está en «olas bajas» y pendiente de un «mástil», decidí acercarme para una nueva sugerencia de lectura. En esta ocasión ha sido un libro titulado Contra los franceses, de Manuel Arroyo-Stephens, publicado por la Editorial Elba. Se trata de un «libelo», como lo llama el propio autor, el cual le añade al título el lema «o sobre la nefasta influencia que la cultura francesa ha ejercido en los países que le son vecinos, y especialmente en España».
De un país me importan sus poetas. Pertenezco a uno que los persigue, los encarcela, los exilia y hasta los fusila.
Manuel Arroyo-Stephens, Contra los franceses
Este «libelo» sólo podría escribirlo un español; es una obra que comienza, como no puede ser de otra manera, con una hostia importante hacia el propio país para luego hacer un extenso pero resumido recorrido por la cultura de nuestros vecinos.
Sólo un español puede escribir este tipo de obra porque somos los mejores en sacar lo peor de cada casa, de cada una de nuestras casas. Contra los franceses podría ser la construcción de la leyenda negra que creamos sobre nuestro país pero sobre la cultura francesa. No es que sea tremendamente interesante lo que dice sino además cómo lo dice; hay que leer entre líneas y, obviamente, interpretar su contenido ya que el humor también es una constante en el libro. No se trata -o por lo menos no lo he interpretado así- de un ataque despreciativo hacia la mencionada cultura francesa sino de un punto de vista que analiza de manera peculiar y con un estilo no menos llamativo el tema tratado.
Decía Schopenhauer que «igual que en Asia tienen tigres y en África monos, en Europa tenemos a los franceses
Manuel Arroyo-Stephens, Contra los franceses
No sé si un francés comprendería lo que sus páginas expresan; por muchas cosas que tengamos malas los españoles, una de las buenas es de que somos capaces de reírnos hasta de nuestra santa madre, y yo, como he dicho anteriormente, así interpreto a Manuel Arroyo.
Contra los franceses es una obra inteligente, mordaz y hasta impredecible, en la que se nos muestra un autor con una cultura envidiable. Lo cierto es que me ha sorprendido y muy gratamente, además me ha divertido ofreciendo una visión completamente inesperada y genial.
No obstante, aunque todo apunta hacia esa caricatura de la cultura francesa, no es el único tema del libro. Manuel Arroyo construye una «modesta poética», aunque lo hace de manera subrepticia. Nos dice en qué debe consistir verdaderamente el arte según él o, como mínimo, en qué no. También hace una comparación destacable con las culturas española, alemana e inglesa.
Más que recomendable.
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