Corría la década de los setenta. En un programa de radio escuché a un periodista especializado en estos temas, que en los años sesenta había una dura pugna entre la aviación francesa y la norteamericana. Los Mirage superaban a los Phantom, afirmaban los franceses y podían rebasar las defensas americanas sin ser detectados. Los americanos les dijeron que a ver si podían hacerlo en Torrejon de Ardoz. Cinco Mirages cayeron y murieron sus pilotos. No hubo ninguna noticia oficial lógicamente. Sólo un rumor del que el periodista se hizo eco.
Uno de los principios del periodismo es contrastar la información, así que, adolescente y con ánimo investigador, recordé a unos vecinos de toda la vida -el marido tenia un hermano que era mecánico de aviones, precisamente en Torrejón-. Al comentarle la información, la dieron por evidente. Se sabia perfectamente lo que pasó. Al parecer, al acercarse los Mirages y violar el espacio aéreo americano-español, los del norte habían conseguido parar los motores de los aviones y la fuerza de la gravedad hizo el resto.
Puesto a hablar de cosas extrañas, el matrimonio, ya bastante mayor, me comentó algo que aún no he olvidado. Solían los viernes ir a Almuñecar, donde tenían una finca y pasaban el fin de semana. Un viernes, su coche y el que le precedía se detuvieron súbitamente al margen de la carretera y las luces y el motor se apagaron. En el cielo vieron una esfera gigante y dentro como en una burbuja un ser gigantesco en forma fetal o algo así. La mujer afirmaba con la cabeza el comentario de su marido y se veía en los ojos algo parecido al miedo, tal vez. Nunca antes habían hablado de ello; conmigo porque tenían confianza. Hace tiempo que murieron.
A veces me pregunto, puestos a escribir sobre ciencia ficción o hacer correr la imaginación, que aquello de -la realidad supera la ficción-, sigue siendo cierto.
Imagen de cabecera: RafaelGallur
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