El escritor argentino Marcelo Rubio, ha logrado que sus lectores se adentren a un universo de historias sin un final contundente. Ofreciendo historias que develan fragmentos de esa Argentina, de esa Latinoamérica, y el mundo, devastados por acontecimientos sociales, políticos, culturales, y económicos, pero paradójicamente entre sucesos de amores, de memorias, de nostalgias, de olvidos, de ausencias, de muertes, y vidas, que tejen esos recorridos entre los que se sumergen los seres humanos.
Alrededor de esos viajes que realizó durante muchos años por las provincias de su natal Argentina, y que aún realiza, quizás le han permitido contar relatos tan sencillos pero encantadores que causan alternativas del caminar. Esas alternativas que mostró en su novela Lo que trae la niebla en el 2018, entre un juego de polifonías que les permitió a sus lectores descubrir que en el magnífico escenario de la literatura y la vida es posible que un comisario escriba haikus en las caras de los fósforos, una prostituta cuide bonsáis de sauces llorones, una curandera viaje en el tiempo, un cazador de conejos en un pueblo que está invadido de estos, la ilusión de esperar un barco en una laguna seca, y un boxeador consagrado que no aparece.
Todos estos son elementos de un realismo mágico que tuvo gran acogida en el siglo XX, que visualizando hombres y mujeres entre la razón y la magia a la hora de lidiar con los sueños, y los fracasos, de ese otro yo, que no es tan fácil de lidiar pero que el escritor Rubio se ha encargado de exponerlos como posibilidades de vida.
De esas circunstancias nace el hecho que se esté esperando con gran expectativa en agosto el lanzamiento de su libro; El Cristo roto bajo el sello editorial de También el Caracol, quienes promueven el nacimiento de autores asequibles pero contundentes a la hora narrar eventos cotidianos o transcendentales a los individuos de esa Argentina con unas madres en una Plaza de Mayo, Un Santiago Maldonado que se consagro en la memoria, Un Cortázar que ve y escribe a Buenos Aires desde París, una Alfonsina que juega con el mar, un Sábato que esta antes del fin, una América Latina, y el planeta, que son el resultado de sistemas maquiavélicos pero irónicamente con mentes y manos de ensoñación.
La invitación es a leer al gran Marcelo Rubio, que vive entre letras por contar tan fascinantes como los cantos de Calíope en tardes de Atenas o en palabras de fabuloso José Saramago: “Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer. Entonces, a hallar ese mundo de múltiples opciones que presenta el escritor Rubio.
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