Hoy toca descubrir la India, ese universo de colores, olores, sabores, caos y paz en un mismo momento.
La India siempre es un lugar para escapar, meditar, encontrarte y recobrar la estabilidad, todo esto es lo que busca un valiente fotoperiodista que acaba de ser rescatado de un secuestro y que se ve abrumado con su regreso a la ciudad, los medios de comunicación, la duda sobre si seguir contando aquello que quieren callar y continuar o no con su desgastada relación sentimental.
En la sociedad del viajar, de los momentos, experiencias y la instantaneidad nuestro protagonista busca eso, tiempo, soledad y reflexionar, de ahí que decida recorrer la India, no sin llevarse el pesado equipaje de su profesión, pues uno no se hace reportero de guerra ni por un sueldo ni por reconocimiento social, se es por vocación.
Gabriel tras su cautiverio se pone en marcha hacía Goa, en marcha hacía un viaje a su ciudad natal, pero en realidad acaba haciendo un viaje hacía su futuro como persona y como periodista en conflicto, su compromiso con aquellos que necesitan que hable, que siga contando lo incontable.
En medio de toda esta lucha interna de emociones aparece Maya, una joven india llena de vida, en contraste con la gran apatía que caracteriza al protagonista tras su liberación.
Maya no será para él otro amor, su amor eterno, Maya será su compañera de viaje de vuelta a la vida, al despertar de ese letargo.
Todo esto se rodea de un entorno grandioso en el que la naturaleza juega un papel muy importante, siendo para Maya algo imprescindible, ella no concibe vivir en una gran ciudad rodeada de tráfico, contaminación, atada a horarios y ritmo de reloj cuando disfruta de la libertad que todos los días le aporta la naturaleza en Goa.
Maya no es una guía local, se convierte en la mejor guía espiritual que cualquier viajero pueda tener, quizá sea ella en la que veremos ese gran contraste de la sociedad de occidente y oriente, ella es feliz rodeada de su entorno natural en el hotel familiar mientras que su enamorado está atado a su cautiverio , a su vocación de periodista.
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Vidas cruzadas y muy diferentes que chocan en un conflicto amoroso en el que ambos tienen muchos planes, todos menos el de una vida en común.
El padre de Maya quiere un futuro más estable para ella, quiere que sea una chica de ciudad, mientras que Gabriel puede ofrecerle todo menos estabilidad, en su mochila lleva el peligro, las constantes idas y venidas y le tocará decidir si está dispuesto a ofrecerle eso a Maya.
Una temática romántica en un entorno de cuento que deja al espectador reflexionar sobre temas muy existenciales como por ejemplo la alegría de vivir, el disfrutar de una puesta de sol o de abrir una ventana y escuchar el canto de un jilguero en un mundo cada vez más informatizado, frívolo y casi empático con esa apatía crónica que muestra el protagonista.
Ver Maya ha sido un viaje autocrítico a esa falta de epicureísmo y disfrute de los sentidos que día a día sufre nuestra sociedad, es un viaje al despertar de los sentidos que todos alguna vez necesitamos realizar.
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