El mundo de la literatura, y por extensión del arte en general, está pasando por un momento muy delicado. Las grandes editoriales acumulan casi todo el porcentaje de ventas de libros. Pero estos libros, al contrario de lo que se puede suponer, son casi todos de autoayuda y de mero entretenimiento. Hemos llegado a un punto de nuestras vidas en general, y de nuestra época en particular, en que la invasión de modos de entretenimiento es brutal: Internet, videojuegos, cine en casa, etc. La literatura se ve inmersa en medio de todo esto y pugna por no desaparecer. Lo tiene complicado a menos que se convierta en otro elemento lúdico más. Los clásicos, y los autores vivos comprometidos con la técnica y el buen estilo narrativo, poco a poco van a verse arrinconados, para pasar a ser objeto de estudios y de lectura especializada.
Nuestra sociedad se basa en el mercantilismo de todos los bienes y hasta del propio pensamiento. Se deduce por ello que las ideas y la creatividad deben ser baratas para que su coste resulte mínimo y puedan competir en un mercado que no les pide un registro de calidad, sino que sus capacidades para absorber y entretener mediante una rápida lectura de mero consumo sean lo más elevadas posibles. Ante esto, al creador “honesto” (entre comillas, porque la creación no tiene parámetros morales) que intenta hacer literatura en la que al lector se le exige más de lo que significa un simple pasatiempo, no le queda otro remedio que ir a la búsqueda de la subvención o del mecenazgo, y tratar de encontrar nichos culturales en los que, posiblemente, sea él quien deba reacondicionarse y adaptarse. Estos lugares serán cerrados y poco propensos a aceptar aglomeraciones, como los clubes de lectura, las universidades y los talleres literarios. Más allá de estos tres ejemplos poco queda, si acaso algunas personas, lectores que han preferido no quedarse con meros desarrollos de historias y personajes, sino que desean profundizar más en la estética, en la realidad y en la condición humana, mediante los libros que las intentan plasmar y desentrañar.
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