Sin darles muchas vueltas a las palabras comenzamos con la última parte de la crónica del Aquelarre Metal Fest VII.
Llegaba el momento de “Mind Drillers”. Una banda que no es solo “otra cara bonita pintada”, para nada. Es un concepto, una idea que toma cuerpo en cada uno de los integrantes que se ve en escena y detrás de ella. Un cóctel que trae miles de notas ya interpretadas anteriormente en otros proyectos y que ahora están siendo un vórtice que arrasa con quienes buscan espectáculo oscuro e industrial. El bajo es tu latido, lento y denso, que va cambiando de rostro con cada canción. La batería rebota una y otra vez contra las paredes y no podéis dejar de bailar. Hay voces en inglés, en alemán. Un terso recuerdo de aquella adolescencia perdida es la parte que entona la vocalista, soberbia, sin salirse en ningún momento de tono ni desafinar. La voz central (tal vez lo más industrial de ellos) es un continuo guía sobre ese tren fantasma descompuesto donde nos meten a jugar.
El tercer vocalista (también muy ajustado en los tonos y en la fuerza) se juega todo en cada canción. Es entretenido, un show de alta perfomance que dentro de poco veremos sonando (espero) en grandes carteles. Hubo un momento por parte del guitarrista, que mientras saludaba a la gente, a la organización y demás… dijo algo muy cierto: hay que apoyar a las bandas nuevas, a las que van surgiendo y empujando con fuerza con ideas nuevas, porque las grandes se van a ir a la mierda. Todos aplaudimos totalmente de acuerdo y en misma sintonía; sobre todo cavilando qué no sería capaz de hacer “Mind Driller” con diez metros más de escenario. Interpretaron joyas de su repertorio de modo sobresaliente como “M4nikí! “The game” y cerraron con la fabulosa “Ich bin Andersi”. Qué prolijos y limpios que suenan.
Luego de tanta teatralidad, se subieron a escena un grupo de muchachos llamados “Somas Cure” (uno de los platos fuertes del cartel). Portadores de un estilo que suena fuerte, completo. Son otro espectáculo aparte, también, que en cada canción lo dejan todo, haciendo bailar a la gente, cantando con el público, agradeciendo la presencia y un apoyo que, con un estilo bien mimetizado entre power metal, metal core y heavy, te deja flipado con el corazón a milxmil. Lo del vocalista es una pasada, puedo estar horas buscando adjetivos para intentar describirte qué es… pero no hay caso: cualquier adjetivo escrito se queda pobre.
Es una versatilidad de tonos y estilos que recorre desde los growls más graves hasta unos agudos en la línea de Rob Halford. Pero lo mejor de todo es que no es ningún otro cantante, es español, está de gira y es una obligación verlo en directo porque te sobrepasa Mires donde mires en el escenario está ocurriendo algo que te llega y te hace saltar. Suenan a banda grande ya, a esas que salen de gira por estadios y durante el verano están destartalando ciudades, Anunciaron que dentro de poco sabremos acerca de su nuevo disco, todavía no hay fecha, ni nombre, ni información que pueda dar… Joder, sí que sabe generar expectativa la banda, porque más de uno estuvo buscando en redes a ver si había algo nuevo. Destacable al mil por ciento la humildad de la banda, el rollo con la gente, con los medios. Recorrieron varias de sus canciones, las cantó la gente haciendo un coro perfecto en una noche que parecía destinada a no dejar de subir en cuanto a intensidad emocional.
Llegando al final de la noche… hablando de más jinetes de la teatralidad. Subió a escena “El Altar del Holocausto”
Mucho había oído de ellos a través de colegas y amigos. Pero nada te prepara para una experiencia tan stonner… Luego de hacer la primera foto, mientras bajaban por las escaleras me dije a mí mismo “por qué dejé los psicotrópicos…” La impresionante bola de sonido en la que se convierte todo en un instante no tiene límite desde el minuto uno que suenan los primeros acordes. Para quienes no lo sepan, son una banda instrumental, que se comunican con el público en el fundamental idioma de la música. El bajo se dirigió a la gente y haciendo un gesto de silencio, llevando su dedo a una boca inexistente, hizo que todos nos calláramos… Abrir las puertas al enemigo: descargaron una furiosa tanda de música tan profunda, tan intensa en todos los sentidos, que las pupilas automáticamente tomaron un tamaño más grande de lo habitual. Ya fuera de broma, la sinergia que genera este espectáculo hace un puente con ciertas zonas del cerebro, que parece estuvieran tocado con cierto aire de “hemi-sync”.
El estilo de ponerse a espaldas una sala que ya ha pasado por tantas bandas que no dieron respiro, que rompieron una tras otra la barrera de lo espectacular, habla mucho del tamaño de este proyecto tan poco usual como fabuloso. La batería y las guitarras comparten escena, se hacen carne viva y no queda misterio por revelarte en ese momento… Es para aprovechar y hacerte a vos mismo, mientras le das un sorbo a tu bebida, alguna reflexión kármica que te ayude a dilucidar tu destino.
¿Aquelarre? ¿Por qué Aquelarre Metal Fest? No puedo explicarte mejor lo que ha ocurrido allí esa noche calurosa de octubre. Pendiente a la fecha, herman@s, para el 2020.
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