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MOONFLEET Y LA MEDIDA DE LOS HÉROES

A
veces un libro está a la altura de su solapa. De Pérez Reverte se podrá
discutir la calidad de sus libros o no, pero de sus gustos literarios, no cabe
ni la sombra de una duda, que diría Hitchcock.

De La medida de los Héroes (Andrea Marcolongo) que su joven autora es tan bella como delicada e inteligente y provoca en el lector una afición por lo clásico y por la filología, es indudable. Narra el viaje de los argonautas en pos del vellocino de oro, sirviendo la nave Argos de viaje iniciático (nunca mejor dicho). Argos, dice, es la primera nave de la Historia.

Pero vayamos por orden.

Si uno lee  El diamante de Moonflet, editado por Zenda, y sólo lee ese libro en ese año, ya lo ha salvado, literariamente hablando, y podríamos seguir estirando el tiempo.

Por cierto, algún día, los libros, los libros de papel, serán de valor incalculable. La gente con total impunidad se desprende de bibliotecas enteras por falta de espacio o por la presión del libro electrónico y sus bondades. Pero, en esta época, cabe esperar que algún día impidan la fabricación de estos libros por aquello del medio ambiente o lo que sea.

Muchos no saben que esos volúmenes que tienen en sus casas realmente son diamante, son únicos, como el de Moonfleet. No hará falta que se cumpla la profecía de Fahrenheit 451.  Puestos a imaginar, una Ley seca sobre los libros de papel, y gánsteres traficando con libros, en sórdidos tugurios. -Tony, búscame un Lobo Estepario con traducción de Manuel Manzanares y dile al tipo que son cincuenta de los grandes… y que cierre el pico.

Y es que, no todo lo que está en la red, está en el mundo. Uno de los trabajos que tenia el «espía» Snoweden, era averiguar la forma de poder almacenar todos los flujos de información que hay en el mundo y para siempre. Como una nueva versión de la biblioteca de Alejandría. ¿Y si la red se cae?

Como jugárselo a todo a una carta

El principio del libro de Edward Snowden, es antológico: «Me llamo Edward Joseph Snowden. Antes trabajaba para el Gobierno, pero  ahora trabajo para el pueblo.» ( Vigilancia Permanente. Planeta).

El otoño, que está a las puertas y el consiguiente corrimiento al rojo de las hojas, que diría un astrónomo, no recuerda en nada la atmósfera de acantilados donde se desarrolla la novela de John Meade Falkner (1858-1932), nombre que no les sonará tanto como el de Robert Louis Stevenson. Una bahía, contrabando, una cripta, un velero, viajes, el fantasma de un pirata.

Por su parte Andrea, que sigue el libro de Apolonio de Rodas, abre cada capítulo con sabrosas citas de How To Abandon Ship (1942). Cómo Abandonar una nave, que seguramente lo tendrá fisicamente.

Jasón decidido a reconquistar el trono de su padre, tiene que enfrentar mil peligros. Echará  mano del valor y de los recursos que le dieron los dioses. Como cualquiera que empieza un lunes. No es necesario domeñar a una suerte de  minotauro a una yunta y sembrar con dientes de dragón un campo del que brotan guerreros que hay que segar…como hace Jasón. ¡Cuantos tienen que encarar Alzheimer, parálisis, pobreza, dolor..!

Pero escribir como los dioses, realmente, lo hace Garci, que va de cineasta, o J.J. Benítez, que no va de escritor sino que persigue ovnis, probablemente el último romántico. Dos heróes españoles y contemporáneos.

Y
por supuesto el Granada CF.

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