Cuando encuentras en la música una forma de vida, en la escritura un hobby y haces de la enseñanza tu medio para sobrevivir te das cuenta de que todo encaja y tiene sentido. Haces lo que quieres hacer, disfrutas de tu tiempo libre tal y como lo concibes y trabajas compartiendo algo más que conocimiento. Me siento afortunada por ello. Pero no todo ha venido a la vez.
La música es la única que llevamos en nuestro interior, desde que nuestro corazón late marcándonos el pulso de la vida. Cuando aprendes un lenguaje ajeno a las letras en el que traspasas la barrera de las palabras no tiene explicación. Me gusta todo, desde el rap, pasando por lo clásico, y terminando por el rock. Son momentos mágicos, te cruza un escalofrío sin más y sabes entonces que es especial. Luego, cuando estudias en el colegio, en el instituto y en la «uni» el uso de las palabras, se abren millones de posibilidades.
El poder inventar historias, jugar con las palabras, poder ser un pirata, el héroe, el ladrón o un animal salvaje, en un mundo que sólo existe en tu cabeza, empieza a cobrar vida. Canalizas todas esas emociones en una hoja en blanco (en realidad utilizo el ordenador) y te quedas más a gusto que todas las cosas. Luego te lanzas a la aventura de dejar que las personas que te rodean ( tu madre, tu padre, tu vecino, tus amigos) lean lo que escribes y, claro, ellos qué van a decir, les parece todo estupendo ( es de agradecer que confíen en ti, en los momentos buenos y en los no tan buenos. Gracias a ellos hoy soy como soy). No te conformas con tu círculo más cercano y lo amplías a redes sociales, personas que no conoces de nada y que no dudarán en ser tajantes en sus opiniones y comentarios. Te llevas esas experiencias a tu trabajo y así es cómo el círculo se cierra mezclándose lo uno con lo otro. Te atreves a llegar más lejos, ¿y si unimos la música con las palabras, o éstas con la imagen, o entre ellas en cualquiera de las combinaciones posibles? Pues entonces es de locura total. Y aquí estoy, escribiendo esta presentación mientras escucho música de John Mayall.
Llegados a este punto os estaréis preguntando que qué es lo que escribo. Pues me gusta escribir para todos los públicos, sobre todo literatura infantil, juvenil, young adults, poesía, sensaciones, sentimientos, valores, todo aquello que pueda aportar algo a este mundo de locos. Juegos literarios, retos ,relatos, reseñas, música, cuentos, historias… todo lo relacionado con la música y la escritura, para que los más pequeños y los que no lo son tanto, pero que tienen las mismas inquietudes y las mismas ganas de soñar que un niño. Una vez me preguntaron que cuándo iba a sentar la cabeza y respondí que cuando dejara de sentir. Siento, luego existo. Así que, si eres de los «míos», aquí te espero…donde las historias cobran vida.
«SIENTO, LUEGO EXISTO»Te saco a bailar en un vals de golondrinas, de nubes que se deslizan silenciosas como hace tiempo pude verlas reposando su vuelo, batiendo sus alas alimentadas por los pétalos de una flor. Estoy enamorada de tus vueltas, de tu caída libre, como si nunca hubiera un mañana de besos, de reflejos en los espejos. Extiendo un segundo exacto de desvanecimiento a flor de piel. Siento tu huella que se graba en mi mente, imborrable y melancólica de canción que siempre vuelve en una noche de otoño, frágil. Tal vez no sea de este mundo, pero siento. Siento, luego existo.
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