Toñi Rodríguez (@noesundíadecalma)
Me repito a cada segundo
con voz de ateo que aprende a rezar
que llegará el día en el que las manos
volverán a vomitar cerezas,
y en algún lugar del mundo el invierno nacerá primavera
solo por llevar la contraria.
Como yo.
Mónica Manrique de Lara
Lo que
guardo tras la puerta es el desorden de un catálogo de ideas, intenciones,
lugares, recuerdos, que componen un fondo de anhelos. Duermo frente al espejo
del armario, y en él reflejo el descanso y los sueños. Sola frente al espejo
elijo vidas preparadas por otros. «Ve trazando en tu sueño, mujer, estos
mapas de amor y de dicha, pero desnúdate sólo hasta el cuello, continúa hasta
el reverso de tu pubis, que los senos despierten redondos, abre estigmas en la
grasa de tus muslos, en los surcos venideros, en el tiempo, en tu sangre, en
tus miedos y, más tarde, no dejes ni rastro. Sé tibia y silenciosa, usa cremas,
trabaja bien los signos del destierro. Haz de ti un metódico tributo hasta
dejar caer tu cuerpo en una cama de horizontes y destinos silenciados, que tu
edad ya no pida promesas, que tu vientre ya no sea deseado, combínate el
vestido y los zapatos, aún mejor si lo acompañas de un marido, sé leal,
cultívate, produce, sé la hija, la madre, la abuela que pide tu tiempo».
Fragmento de Dormitorio, Mónica Manrique de Lara.
María C. de Paz
VERBO
Si fluir sobre una piel escrita
con un lenguaje extraño
deforme, flexible, que ondula
como agua contaminada de un río
es alimentarse de lo sentido
las vértebras de mi espalda
sufren la conjugación del Verbo
Raquel Rodríguez
TAN LEAL
Eras tan niño,
tan amigo, tan leal…
Compartíamos
creencias, confidencias, siempre movidos por la curiosidad y el afán de
experimentar.
Crecimos
juntos, afianzamos la amistad,
Jugábamos
a ser libres sin sospechar que más tarde, por ser diferentes, no nos tratarían
igual.
Éramos tan
niños, tan de verdad.
Ari Zatzu
De vez en cuando escribo.
De vez en cuando leo,
leo y me arden las llagas
de los renglones de otros.
De vez en cuando descanso sobre el pelo de mi hija.
De vez en cuando ibuprofeno.
De vez en cuando ordeno lo que no me pertenece.
De vez en cuando hago panes con la ceniza del cielo.
De vez en cuando un crujido de la columna hasta el cuello.
De vez en cuando me olvido de lo que iba a decirle al perro.
De vez en cuando perdono una herida imperdonable.
De vez en cuando nadie.
De vez en cuando cae mi nombre con dieciocho polillas.
De vez en cuando una nana aunque no hay niño ni cuna.
De vez en cuando otra Janis
para beberla de un trago.
De vez en cuando me muero y en un siglo resucito.
De vez en cuando preguntas y de un silencio respondo.
De vez en cuando destilo, destino, destiño, pestiño...
Sed...
a lo gloria en agua ardiente...
De vez en cuando
quiero,
lo que ya no necesito.
Goyta
Rubio
…
Sola, en la terminal de este aeropuerto donde todo me es extraño. Intuí, apenas
bajé del avión, los primeros síntomas. Cuando me agaché para recoger las dos
maletas
de la cinta transportadora apenas pude retener
esa violenta arcada que me subió sin avisar hasta la boca. Mis ojos se llenaron
de lágrimas y giré muy deprisa la cabeza para que nadie pudiera verlo. Justo al
hacerlo encontré ese pañuelo de seda que me tendía una mano desconocida. Ha
sido providencial, llegó justo cuando empezaba a desbordarme. Lo he tomado
avergonzada y cuando levanté curiosa la vista no he podido ver a nadie. ¡Qué
extraño! Me he descubierto diciendo, mientras miraba de reojo por si alguien me
había escuchado hablando sola. En ese momento los viajeros, presos de esa
inexplicable prisa por llegar a algún lado, y que es tan habitual en estos
lugares, cruzaban ante mí y no he logrado definirlos. Constituyen una informe
masa que parece moverse en bloque y a gran velocidad en este espacio gigantesco
[…].
Fragmento de Destino Beijing
Sobre El cuerpo de las flores
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