Ha saltado a las noticias en todas nuestras casas un acoso con agresión a una mujer en un autobús de la línea 77.
Todas las críticas se han centrado en el comportamiento del conductor de dicho autobús, que no lo paro, que no aviso a la central para que grabasen la agresión en tiempo real, que no freno y los echo del autobús.
Pero nadie, nadie, ha hecho examen de conciencia y ha dicho ni media palabra sobre los usuarios que en ese momento estaban en el mismo autobús compartiendo viaje.
El móvil, como no y su grabación del suceso mas su subida a internet, es lo que nos ha dejado constancia de los hechos, y lo que es más triste de la permisividad de todas las personas que estaban dentro del autobús.
Volviendo a la crítica sobre el por qué no hizo nada el conductor, quiero expresar mi opinión,
Les pedimos que vayan atentos a la carretera, y es imposible que metidos dentro de la cabina de seguridad que llevan les llegue el barullo, en un autobús siempre hay conversaciones fuertes, música de móviles, ruidos varios, y posiblemente para él, fuese una más de tantas discusiones en un trayecto diario.
Culpar a una sola persona de la falta de ayuda a esa mujer que al final fue agredida y que tuvo que soportar el acoso y los insultos de un descerebrado, me parece tan asqueroso que no me queda más remedio que decirlo.
Supongamos que al menos 8 personas estuvieran alrededor de ese individuo, supongamos que al lado de esa mujer hubiera una sola persona, nadie, nadie, levanto ni siquiera la mano para tocar el pulsador para avisar al conductor, nadie le aviso directamente de lo que ocurría para que el tomase las medidas oportunas, y solo en caso de que no lo hubiera hecho entonces y solo entonces se le puede reprochar su comportamiento.
El agresor descerebrado iba acompañado de unos amigos que intervinieron al final de todo una vez cometida la agresión para frenarle.
Ni que decir tiene que son muy buenos amigos…
¿A que se enfrenta el conductor? A un expediente como mínimo, o una sanción la cual a mi me parece injusto totalmente cuando dentro estaban al menos 30 personas mirando hacia otro lado.
Somos unos hipócritas, cuando nos toca a nosotros pedimos que nos ayuden, cuando les toca a los demás volvemos la cara, ¿cuándo se ha instalado el miedo a vivir entre nosotros? ¿Si fuera nuestra hermana, o novia, o mujer, o madre miraríamos a otro lado? No, pero claro lo que no nos toca no nos duele.
Nos hemos vuelto cobardes ante las agresiones diarias que sufrimos en la calle, luego ante un café, nunca mejor dicho, Un café con Esperanza, sale la parte de valientes que todos presumimos tener pero que nunca la dejamos salir.
“Pues si estoy yo allí le hubiera dicho algo”
La costumbre de, arreglar problemas, sean de política, de vecinos, de sanidad, incluso de familias, en los corrillos, en la barra del bar, esperando a que nos atienda el pescadero, o en el portal de nuestras casas es el deporte nacional.
Todos tenemos la solución perfecta para el problema de los que nos rodean, pero eso no es lo importante, a todos nos gusta hablar y decir lo que internamente nos gustaría poder hacer pero que sabemos que nunca lo haremos.
Lo importante es darnos cuenta que hemos perdido el control sobre nuestros hijos, que la educación y el respeto han salido por la puerta y las ventanas de casa dejando entrar al despotismo, los insultos, la chulería, la soberbia, las agresiones, esas que cuando son pequeños nos sacan la consabida respuesta” es pequeño no sabe lo que hace” o “oye que me has hecho daño “pero no les explicamos el porqué.
En casa criamos pequeños dictadores que van almacenando nuestras conversaciones, nuestros gestos, nuestras palabras incluso nuestros comentarios ante una noticia de televisión, pero claro nos escudamos en que como están con el móvil no se enteran…
Luego nos echamos la mano a la cabeza cuando agreden a otra persona y nos dice la policía que está en la comisaria…
¿Mi hijo? Mi hijo no hace esas cosas.
Pues si señora, su hijo a agredido a una mujer en el autobús, la ha insultado, la ha empujado, y la ha dado una patada.
¿Si eso se lo hacen a usted, que haría su hijo?
Y para finalizar, los conductores de autobús no son invisibles, son personas que llevan mucha responsabilidad en el volante, no pasaría nada si les diéramos los buenos días cuando pasamos por delante de ellos a sellar nuestra tarjeta, cuando nos esperan al llegar corriendo para que no se nos escape, darles las gracias, una sonrisa, unas gracias, un por favor le puede hacer el día agradable a esas personas.
Estoy de acuerdo en todo contigo Esperanza con tu artículo Miedo o Cobardia, nada que añadir, en conclusión o ponemos todos de nuestra parte o a esta sociedad la llevamos abismo.
Como siempre, me encanta como escribes’ real y sensible. Un abrazo