A
veces dudamos si encajamos o no en este loco mundo que nos lleva en volandas y
no sabemos muy bien hacia dónde ni por qué.
Quizás
la causa por la que nos revelamos sea el ego e intentamos sacar la cabeza como
sea para gritar al mundo: aquí estoy yo.
Nos
cuesta aceptar que realmente nuestro propósito sea simplemente estar,
integrarnos y vivir.
Pero
necesitamos sobresalir y destacar a toda costa para darle sentido a este caos
donde vivimos y enfocamos nuestra atención, una vez más, en nosotros mismos. Y
volvemos a mirarnos el ombligo analizando nuestra razón de ser.
Pero
lo cierto es que para mí todo empieza a cobrar sentido cuando estoy rodeado de
mi familia y de mis amigos. Ese círculo privado en el que me siento seguro,
protegido y tremendamente afortunado y no por ego, sino porque pocas cosas
tienen mayor sentido.
Hoy
les quiero dedicar estas líneas a esa panda de locos muy cuerdos y que son tan
sólo unos pocos los que se merecen ese galardón de ser llamados amigos y sólo
ellos me conocen cómo soy porque sólo con ellos me muestro tal y como soy.
La
amistad es una palabra que no se debe de tomar a la ligera. Un verdadero amigo
simplemente está y estará, la confianza es ciega, al menos, hablo de los míos y
de los que no dudo en presumir de ellos siempre que puedo.
Ni
en estos tiempos ni en los venideros, la confianza no la cambio por dinero y sé
de buena tinta que hay quien la compra y trapichea con ella y con amistad. Creo
adivinar que lo hacen por miedo y por eso me apiado de ellos. Miedo a vivir
cuando destruyen la confianza a su paso, dejando en la cuneta a los que un día
lo consideraron amigo, tomando a la ligera esa palabra para mí sagrada.
No sabía que era tan difícil escribir sobre la amistad y lo que significan para mí los amigos. No los voy a nombrar uno a uno pero todos saben quiénes son. El colegio, el instituto, el trabajo o ese vecino amigo aunque ese en concreto, también es hermano.
La
amistad no implica ningún compromiso salvo la lealtad que, como el valor en el
ejército, se le presupone a un amigo hasta que llega el momento de la guerra.
Pero yo ya he librado muchas batallas con ellos y entregado muchas
condecoraciones como para presuponer nada. Cuando hablo de mis amigos ya sé que
son leales aunque cueste creerlo en los tiempos que corren.
Pero
un amigo también es un primo o un hermano, quizás son los primeros amigos
conocidos sin darnos cuenta. Tantas y tantas confesiones no pueden quedar en
saco roto por ser simplemente parte de la
familia y estar unidos por lazos de sangre, algunos de ellos también
forman parte de ese pódium sagrado de la amistad.
La consanguinidad no se elige pero la amistad sí y, a veces, incluso va más allá. Porque en el caso de los amigos no es que el roce haga el cariño que sin duda lo hace, es que la amistad implica algo más. Una conexión invisible que yo me atrevería a llamarla, casi mágica y espiritual aunque resulte empalagosa la comparativa pero es que esa panda de amigos míos parecen venir de las estrellas para traerme la luz a tanta tiniebla.
Disfrutar
de la compañía de amigos siempre es diferente y siempre es igual. Porque la
amistad es eso, no esperar nada del uno ni del otro simplemente estar y ser
quien realmente eres, uno más pero el más afortunado por estar con ese ángel
que Dios te ha puesto a tu lado para levantarte una y mil veces cuando
tropiezas y vuelves a tropezar. Y si tardas en levantarte no dudará en tumbarse
a tu lado y esperar paciente a que te levantes.
Me
es muy difícil describir lo que es compartir tu vida y vomitar tus miserias con
ellos y luego resurgir como el ave fénix entre las cenizas tras una terapia de
choque compartiendo alguna que otra cerveza.
Cuando
dos amigos se encuentran, no importa el tiempo que haya pasado sin verse,
automáticamente se retoma la última conversación por donde la habían dejado y
todo fluye porque el tiempo se detiene, nunca es un impedimento porque lo que
importa de verdad es el reencuentro.
Hay
uno, especialmente, con el que el que el vínculo es telepático y lo digo literalmente.
La falta que hacen las palabras en un matrimonio y la poca falta que hace entre
dos amigos.
Un
amigo sabe escuchar y está cuando tiene que estar y si no está, estará, porque
si es y ha sido un amigo de verdad, siempre volverá.
Qué
difícil es hablar de los amigos pero como dijo el mismo Jesús: «Nadie tiene
mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» Juan 15:13
Be First to Comment