Press "Enter" to skip to content

CÓMO SOBREVIVIR EN NAVIDAD Y NO MORIR EN EL INTENTO. Primera parte: NAVIDAD, NAVIDAD, ¿DULCE NAVIDAD?

Diciembre es uno de esos meses especiales. El ambiente empieza a impregnarse con el  olor de la Navidad, comidas familiares, de empresa, de amigos,  villancicos,  regalos, vacaciones, Papá Noel, Los Reyes Magos… La verdad es que todo eso concentrado en  pocos días, sobre todo si eres de los que no tienen  vacaciones, puede resultar bastante estresante. Todos los años te haces la promesa de ser más previsor y adelantar las compras por dos motivos principalmente: primero,  la parte económica y, segundo, la gestión del tiempo…Ah, y no nos olvidemos de que así ayudamos a Papá Noel y a los Reyes, que ellos sí que tienen trabajo. Ahora, con el Black Friday recién pasado, somos muchos los que nos hemos lanzado en busca del regalo perfecto o la ganga irresistible. 

Si eres de los que dejan todo para el último momento te irán bien unos consejos para hacer más llevaderas las compras y las aglomeraciones sin morir en el intento. ¿Estáis preparados? Pues que empiece el partido: 

Primero, tenéis que desplegar a toda la familia por el centro comercial, cada uno defendiendo sus posiciones, empujones, arañazos…, lo que sea necesario para conseguir el «tanto». 

Segundo, no se trata de ser el más rápido, sino de poner cara de «malas pulgas» y enseñar los dientes. Se necesita mucha fuerza para apartar del camino a todos los que se acerquen. 

Tercero, no perder de vista a la señora de al lado, por si nos podemos quedar también con lo suyo. Vamos bien, ya casi lo tenemos. Ahí está, el último regalo que nos falta para dar por finalizadas las compras. Visualizas sobre la estantería la última caja de la nave de «Star wars» de Lego. Has recorrido todas las tiendas de la ciudad, todos los centros comerciales y siempre la misma respuesta: está agotado. ¡Maldita sea! Con lo fácil que habría sido comprar un libro. Los ojos casi se te salen de las órbitas de la emoción al ver esa caja, sola, esperando a que te la lleves.

Empiezas a babear de gusto ante la satisfacción de haber cumplido tu objetivo. Avanzas como en una nube, estás a punto de tocarla con tus manos, pero una ráfaga de viento te devuelve a la realidad. ¿Qué ha sido eso? Alguien ha adivinado tus intenciones y te ha adelantado por la derecha. Tienes que interceptar al adversario y le lanzas el carrito de la compra. Vuelves a tener ventaja, ya casi lo tienes… Ya… Casi… ¡Cuidado!  Vas demasiado rápido… Frena… ¡Frena!… Te lo dije, ibas demasiado deprisa, mira qué desastre, todos los juguetes esparcidos por el suelo. Una voz por megafonía informa no se qué de un percance en el pasillo de los juguetes. Si es que la gente va como loca estos días. Te levantas del suelo, disimulando. No importa, es sólo un pequeño precio a pagar por conseguir tu objetivo. Le dedicas a tu contrincante una sonrisa maliciosa mientras se aleja cabizbajo por el pasillo de papelería. Listo, fin de las compras. Es hora de pagar.

Las cajas están abarrotadas de gente. Colas interminables de carros a rebosar de comida y regalos. No puede ser, todos los clientes se han puesto de acuerdo para pagar a la vez. Recorres las cajas una por una  para ver cuál de ellas tiene menos gente. Parece que ésta…Sí, definitivamente ésta. Bien, ahora sólo tienes que esperar a que la cajera sea muy rápida, los clientes lleven pocos artículos y que la fila avance a toda velocidad… Chupado. Miras a los lados. Una pareja con cinco niños a la derecha, un matrimonio a la izquierda. Les miras con aire de superioridad por haberte puesto en la caja con menos gente que el resto. ¿Eres listo o no eres listo? Ya casi te toca. Colocas todos los artículos sobre la cinta. Ya, por fin. La cajera te mira con cara de antipatía y de su boca salen las últimas palabras que quisieras escuchar en esos momentos: «Señor, esta es la caja rápida, sólo diez artículos por persona».  La sonrisa se borra de un plumazo de tu cara mientras oyes los cuchicheos de los de atrás, molestos porque esto les hará perder más tiempo. Uno a uno metes los regalos en el carro. Al pasar al lado de un hombre, te das cuenta de que es el de los juguetes. Te mira con una amplia sonrisa, desquitándose del anterior encontronazo. Malhumorado, buscas otra caja hasta que una hora y media más tarde sales por la puerta del centro comercial. Un cartel te agradece la visita y te felicita la Navidad.

Te haces la promesa  una vez más de que el año que viene serás más previsor y no dejarás todo para el último momento.

Cuarto consejo, un libro en vuestra lista de regalos es una buena opción. 

Enhorabuena, has superado la primera parte. Felices fiestas 

Sofía Robles Contributor

Be First to Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies