El 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, una buena fecha para recordar a las administraciones públicas una petición que desde OCU llevamos tiempo reclamando: una ley a nivel nacional que obligue a los establecimientos de hostelería y restauración a ofrecer siempre la posibilidad de un recipiente con agua del grifo de forma gratuita y complementaria a la oferta del propio establecimiento.
En algunos bares y restaurantes les cuesta un enorme trabajo servirte un vaso de agua cuando a lo mejor estas a medias de menú, en otros directamente si pides agua para comer sin preguntar te traen ya la botella abierta de agua embotellada, y en otros directamente te dicen que no, que tiene que ser embotellada sí o sí.
Todos sabemos que realmente donde sube el menú o la carta es con los postres y la bebida, ahí es realmente donde ganan los restaurantes, en otros te cobran el pan cuando de toda la vida ha sido incluido en el menú.
¿Os habéis parado a mirar los tiquets cuando pagáis?
He sido consciente de todo esto cuando realmente me he puesto a mirar con atención y observar a los de mi alrededor, unos menús con precios exagerados cuando realmente lo que te ofrecen son congelados…
Pocos restaurantes pueden presumir de cocina y productos hechos en la cocina, en una sociedad en la que creo que hemos perdido hasta el paladar consumimos croquetas congeladas, pescado fresco como merluza o bonito, cuando el uno y el otro son congelados y parecido solo tiene el nombre.
Panga en lugar de merluza, perca del Nilo en vez de mero, lenguadina por lenguado, pez de gato por bacalao o lenguado, otros atunes en vez del escasísimo y casi extenuado atún rojo, maruca también por bacalao…. La lista de suplantaciones es larga, frecuente y, en la mayoría de los casos, impune para quienes se lucran con ella
Si hablamos de las croquetas, a las cuales soy adicta, una buena información es la que nos ofrece https://www.croquetasricas.com/mejores-croquetas-caseras-congeladas/
Un ingrediente muy utilizado en este tipo de croquetas precocinadas llevan un aditivo denominado glutamato, cuya función es la de convertir una croqueta congelada sin ningún elemento en su interior, en un aperitivo que sabe a jamón por ejemplo. Se trata de un potenciador, que engaña a nuestro paladar. Existen componentes químicos que se añaden a las croquetas congeladas y a otros alimentos precocinados, que hacen que se despierten nuestros más profundos instintos y nos inviten a comer más (seguro que te ha pasado con las clásicas patatas de sabores u otro tipo de snacks). En otras, palabras que nos hacen comer sin parar y que además no nos dan sensación de estar llenos.
Todo esto que os comentamos nos lleva a constatar que la comida se puede manipular de formas inteligentes para que esta sea adictiva y sea muy difícil dejar de comerla. Y esto se puede lograr realizando unas simples mezclas con las proporciones adecuadas de azúcar, sal y grasa.
Aun a pesar de todo me sigue gustando comer fuera, en lo que si me fijo es en la forma de las croquetas, o de las albóndigas para saber si son hechas en “casa” o industriales, el pescado a la plancha para controlarlo mejor, y algunos truquillos mas.
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