Hay que aceptarlo. Cada persona elige cómo vivir su vida, faltaría más. Además, merece todo el respeto del mundo por ello.
Pero
las apariencias te pueden engañar porque hay de todo en la viña del Señor y son
muchos los que consiguen estafarte pregonando sus supuestas virtudes.
Ser
algo que se ansía a toda costa no sólo se consigue sacando pecho. El mérito no
está en creerse sus propias palabras engalanadas hasta el exceso y que a veces
rozan lo absurdo y lo cómico. Por encima de todo está la capacidad de quererse uno
mismo y no tomar por tonto al que crees que te escucha cuando simplemente está como
el que oye llover; y es que, a largo o corto plazo, son ellos mismos los que se
terminan engañando por querer destacar por encima de todo. Cegados por el
orgullo y el ego dejan al descubierto sus miserias aparentando ser lo que no
son.
Porque
se quiere el que se acepta, se respeta y lucha por superarse a sí mismo pero
nunca a costa de los demás y mucho menos de la amistad, de la gente que
entiende que el amor trasciende más allá de su propia persona. La humildad es
simplemente eso, sentirse uno más. Porque si se apuñala por la espalda a quien amas
o llamas amigo es tu alma la que muere para siempre.
Nadie
es el centro del universo ni el universo gira en torno a uno mismo. Esa es la
ilusión del egocéntrico y del que piensa que en esta vida todo vale, alegando
que vida no hay más que una y hay que vivirla a toda prisa sin importar nada
más que uno mismo y sus propios intereses
porque son incapaces de levantar la vista de su ombligo.
La
vida no sólo consiste en vivir sino en saber vivirla y yo no puedo dejar de
sentir lástima cuando veo la mirada altiva de los que se creen sus propias películas
antes los que no dudan en reírse cuando se les pierde la cara.
«Ser
o no ser, esa es la cuestión» pero no nos confundamos, porque ser o no ser no
implica ser más o ser menos. Se es cuando uno se acepta y toma conciencia de lo
que realmente es, uno más en un universo de seres donde nosotros todavía
estamos a años luz de saber qué somos.
Nadie
es más ni menos porque lo único seguro es que somos un todo y todos venimos y
vamos a lo mismo, siendo esta vida de paso una parada más.
«Número uno, número dos o número tres. Sigue escalando en el podium de los que compiten por un minuto de gloria que aquellos que dejas atrás son los que te harán bajar. Cambiar un minuto de gloria por toda una eternidad de arrepentimiento no sólo es un precio muy alto a pagar sino que es de idiotas si mueres creyendo haber sido lo que nunca fuiste».
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