Hoy voy a entrevistar brevemente a un escritor que poco a poco está adquiriendo renombre en el mundo de la literatura y en el del relato en particular. Se trata de Agustín García Aguado, escritor madrileño que, desde no hace mucho tiempo, ha retomado la pluma para exponer al mundo sus inquietudes literarias.
1- Hola, Agustín, un placer estar contigo. Como entrada a esta entrevista, te haré una pregunta clásica y sencilla. ¿Qué significa para ti escribir?
Encantado, Pedro, por la dedicación que has mostrado hacia mi humilde obra.
Para responder a tu pregunta, te diré que hoy por hoy escribir es una
maraviillosa muestra de insolencia. Convertirse en creador es como querer
mantener un pulso con los dioses, siendo consciente de que es un duelo
desigual. Quizá esté todo dicho, quizá mis relatos no aporten gran cosa, pero
siento la necesidad de enfrentarme todos los días ante la página en blanco. Es
una fuerza perturbadora que no para, y esa sensación que no puedes compartir
con nadie resulta mágica.
2- Empezaste a escribir hace mucho tiempo, pero en un momento determinado abandonaste la pluma y estuviste casi un cuarto de siglo sin plasmar nada en papel hasta que un buen día decidiste retomarla. Se hace inevitable preguntar qué te motivó a reemprender tu camino en la literatura después de haberlo interrumpido durante tanto tiempo.
Cierto.
Comencé a escribir muy joven. Obtuve varios galardones literarios pero me faltó
madurez y constancia para recrear el mundo con la pluma. Además, llegaron los
hijos, el trabajo… Gracias a un hecho tan aparentemente dramático como
quedarme in trabajo en 2016, decidí dar un giro de cientoochenta grados y
retomar la literatura con la vehemencia que me faltó en su día. Ahora no puede
pasar un día sin que mis fantasmas personales me asalten si me concedo una
tregua. Lo tengo muy claro, hay que procurar escribir a diario.
3- Eres licenciado en Filología Hispánica, ¿esto supone alguna ventaja a la hora de escribir?
Sin duda hay todo un reto técnico a la hora de escribir. No basta con tener unas maravillosas ideas porque al final terminas encallado y sin posibilidad de salida. Claro que ayuda la formación, pero lo priorirtario es haber leído mucho. Y yo en mis años juveniles me encerraba en las bibliotecas con el placer con que otros compañeros lo hacían en las salas de baile.
4- Tus relatos abordan todo tipo de temáticas. A veces son incluso fantásticos. Cuando los pergeñas, ¿hay algo en particular que deseas mostrar a los lectores, o se trata de la plasmación de algo que se te ha ocurrido en algún momento y deseas transmitirlo?
No soy amigo
de encasillarme en un determinado modo de escribir. Me gusta bucear en la
prosa. A veces hallas un pecio valioso y tratas de explotarlo con mimo. En
otras ocasiones, la aventura de zambullirte en aguas profundas no aporta nada y
vuelves a la superficie. Pero en el experimento prueba-error, se encuentra la
madre del cordero. Es cierto, como sugieres, que el relato es una esponja que
acepta la fantasía como un recurso más, pero siempre trato de dibujar peronajes
con sus obsesiones, limitados, con taras de todo tipo, y me gusta, además,
aderezarlos con cierto toque de humor. La literatura se puede hacer muy pesada
si no se escapaz de jugar con los registros que aporta la ironía. Quizá es un
modo de chantajear al lector, tratar de hacerle más llevadera la lectura, pero
sin incurrir en la gracieta sin sentido.
5- Tu prosa es de un gran nivel. En ella haces gala de un gran dominio de las figuras retóricas. ¿Llegar hasta ahí te supuso mucho esfuerzo o simplemente siempre ha sido algo que surge de ti sin que tengas que pensarlo demasiado?
Gracias por tu
obervación. Sí, me gusta jugar con las figuras retóricas. Claro que detrás se
enconde la mano del ventrílocuo. Con el tiempo, como se dice en los
mercadillos, las metáforas me las quitan de las manos… En alguna ocasión he
tratado de utilizar una prosa más aseptica, pero la cabra tira al monte, y yo
soy deudor del culteranismo y de los labradores del realismo mágico
hispanoamericano. Un criollo sin pedigrí, quizá, pero amante de la retórica que
no sea vana como el estuco de los techos.
6- Has ganado muchos muchos premios en la categoría de relato. ¿Qué supone esto para ti?
Es verdad. No
me puedo quejar. En los últimos tres años he viajado casi tanto como el baúl de
la Piquer. Y me encanta. No sólo por el hecho de agigantar el ego o de
embolsarme unos euros (que también…) Compartir mesa y mantel con gente interesada
por la magia de la literatura no tiene precio. Hay bibliotecarios en esos
pueblos de la geografía que parecen verdaderos francotiradores apuntando sin
munición. Tienen un mérito increíble. Provocan que la gente abandone en cierta
medida la play y se ponga a leer un libro. Y a eso lo llamo yo, heroísmo.
7- A nivel literario, ¿qué nos espera de Agustín G. Aguado en un futuro no muy lejano?
No podría
decirte con seguridad por qué caminos voy a proseguir en un futuro inmediato.
No soy de planear atracos si antes no cuento con el apoyo logístico necesario.
Sigo escribiendo relato corto y estoy embarcado en una novela que últimamente
tengo aparcada como un coche de lujo que no me atrevo a conducir por algún
extraño miedo. Espero recobrar fuerzas y volver sobre ella. Creo que no sería
una mala novela, pero hay que hacer ante el clásico trabajo de pintura y
mecánica. Ya veremos.
8- Para depedirnos, ¿qué le dirías a alguien indeciso para que acabase de convencerse de que ha de leer tu obra?
Le diría que en
mis relatos puede hallar de todo como en un saco sin fondo, pero que nunca
extraerá una serpiente venenosa o una docena de huevos de dinoaurio. Procuro
ser un prestidigitador honrado, sin chistera ni juego de pañuelos. Por lo
demás, que continúe el espectáculo…
Muchas gracias por todo, Agustín. Para mí este momento ha sido muy fructífero; espero que para ti también. Saludos.
Muchas gracias a ti, Pedro, por brindarme tu espacio y tu tiempo. Un abrazo.
Reseña de La ternura de las bestias, de Agustín G. Aguado, por Pedro Carbonell
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