Ahí está, con absoluta indolencia. Hace tiempo que el tipo ha terminado el desayuno y ha mirado hipnóticamente la tv. Ha hablado con la camarera y sin embargo no se va. Es un auténtico francotirador. Efectivamente, está esperando a que llegue el chico de los periódicos. Yo lo observo desde la esquina y sin una letra que llevarme a la boca. Casi también, he terminado de desayunar y he visto varias veces a la locutora del televisor repitiendo las mismas noticias. Ponen en el bar siempre la misma cadena. Todas las locutoras parecen sacadas de un certamen de belleza. Pienso, que tal vez cambiara mi suerte, si a mi me declarasen “mis”. Quizás hasta lloraría de emoción; pero bueno, lo importante es que el francotirador se ha hecho con el periódico de la mañana y no lo suelta. Se ha ido a una mesa a parte y lo abre con una lentitud aplastante. Cada vez me queda a mi menos de tiempo del desayuno. Soy hombre que respeta las convenciones sociales e incluso las convenciones legales. Yo antes lo primero que hacía era comprar el periódico. Ya no hay quioscos. La sociedad sin duda me está convirtiendo en un marginado. Y así acabaré algún día por decir: que no soy responsable de mis actos.
Imagen de Free-Photos en Pixabay
Be First to Comment