El pasado día 6 tuve la suerte de ser invitado por mi gran amigo José Luis León Padial a la presentación de su primer libro publicado, una novela titulada “Seis números rojos”.
Digo tuve la suerte porque, aparte de la estima personal
que le tengo, nos conocemos de toda la vida, por una cosas u otras, el evento
se desarrolló finalmente en una cafetería de aforo muy reducido, con estilo muy
peculiar, especializada en café, cerveza artesanal y platos en la línea vegana.
El local es pequeñito, de primeras demasiado pequeño, para la expectación que
se había levantado. Apoyado por una editorial joven, recién creada, impulsada
por gente de Granada, Editorial SG, emprendieron juntos el difícil camino que
supone el lanzamiento de un libro. Importante también el apoyo recibido por la
revista cultural Lenguas de Fuego sin la cual difícilmente la idea se hubiera
llevado a cabo.
Sé, de fuente fidedigna, que llevan todos, autor, editorial
y revista, prácticamente un año peleando contra la burocracia y apretando el
presupuesto para intentar no rebajar calidad al formato del libro, dentro de un
orden. He seguido muy de cerca los movimientos para dar difusión al mismo, con
publicación por entregas en Lenguas de Fuego bastante exitosa, confección de
una portada atractiva, división en capítulos del texto, búsqueda de un
prologuista de prestigio, maquetaciones, elecciones del papel y formato,
publicidad en redes sociales y mil intentos de imprimir dignamente un trabajo
que, al final, se puede decir que es de todos, aunque sólo uno lo haya escrito.
Me consta que el autor, con una profesión totalmente
equidistante a la escritura, ha recuperado la ilusión en este espinoso campo
que es la publicación de una obra. El conocerlo tan profundamente es lo que me
alegraba más viendo todos los movimientos que tanto esperó y que no parecían
llegar. Aún recuerdo cuando tuvo, por fin, entre sus manos la copia de la
impresión de prueba, con el aviso de “prohibida su venta” en portada, con sus
fallos de maquetación, algunas erratas y fallos ortográficos. Tuve la suerte de
ver la emoción en sus ojos y el agradecimiento en su corazón. Y a pesar de
todas esas faltas que aún contenía el libro que tenía delante, sabiendo que llegarían
impresiones definitivas más presentables, me reconoció que ninguna le llegaría
como aquella le llegó al alma. Jamás se desprenderá de ese libro y siempre lo
presentará como la joya de su biblioteca.
Por todos estos antecedentes, y muchos más, esperábamos algunos
el ansiado día de la presentación de la obra, del bautizo oficial en sociedad,
de su gran puesta de largo. Ahí tampoco les faltaron los problemas a nuestros
novatos debutantes, pues fueron dos veces las que se citó a la gente para ello
y otros tantos sitios los que se propusieron como sede del acontecimiento.
Cuando todo parecía que iba a ser imposible, cogieron el toro por los cuernos,
aceptaron que el evento se podía hacer en un lugar limitado y desataron la
ilusión que tanto llevaban reprimiendo para, con poco más de cuarenta elegidos,
organizar una presentación del libro que no será recordada como la más lujosa,
la más espaciosa, ni la que más asistentes atrajo, pero, para los que la
vivimos in situ, tuvo el punto justo de discurso, con la asistencia de gente
importante en la vida del autor, en el ambiente relajado y agradable que le
quería y con la emoción esperada para esta ópera prima que deseamos que no sea
la última.
José Luis, en su discurso, abrió su corazón para hacernos
sentir muchas de las cosas que le han rondado la cabeza en este tiempo que ha
pasado desde que escribió la novela hasta su presentación. Tuvo detalles
graciosos, guiños al rock ochentero local, anécdotas propias y compartidas con
algunos de los presentes y supo transmitir la pasión que el libro, su libro, le
ocasiona. Incluso tuvo su apartado de ruegos y preguntas como si de una
conferencia de prensa se tratara. Muy ameno y divertido en su conjunto.
En la firma de ejemplares posterior, el éxito de ventas no
quita protagonismo al escritor primerizo que, emocionado, intentaba sacar sus
mejores ideas para dedicar personalmente el libro a cada uno que se lo fue
solicitando. Envidiaba ese momento, como me calmaba ver al representante de la
Editorial repartir los libros que habían apilado a la vista de todos satisfecho
de la respuesta en esta su primera actuación. Estaban ambos cumpliendo un sueño
que no sabemos hasta dónde puede llegar y éramos testigos del nacimiento de una
sociedad que difícilmente podrá romperse.
Del libro en sí, comentar que es una novela negra,
ambientada en el barrio del Realejo de Granada, en la cual un tipo bastante
normal se ve envuelto en una serie de acusaciones de las que tendrá que
defenderse por sí solo, mientras se codea con gente de todo tipo. Acción,
intriga, personajes que no dejan indiferentes y muchos trazos de humor que
forman un cóctel del que nadie sale desilusionado. Muy recomendable, y no
porque sea mi amigo, que también.
La presentación terminó en algún pub de algún lugar
cercano, sobre las tres de la mañana, con los cuatro ó cinco de siempre
brindando satisfechos mientras nos deleitábamos con los primeros recuerdos del
grato evento ya pasado.
Prometen que habrá más. Allí estaremos, por “Seis números
rojos”, por José Luis León Padial, por Editorial SG y por la revista Lenguas de
Fuego. Lo merecen.
Be First to Comment