8/3/2020 lenguas de fuego.imprimir
Cuando nacemos las primeras sensaciones que percibimos son las del calor que nuestras madres nos ofrecen al darnos el pecho, su olor corporal, su tacto el sonido de su voz, todo eso nos crea el primer sentido de pertenencia.
Esa es mi mama, y la reconozco por todos esos detalles, poco a poco nos vamos acostumbrando a otras personas que entran en nuestras vidas, con ello nuevas situaciones que en algún momento nos puede hacer sentir justo lo contrario:
NO PERTENECEMOS A NADIE
Esta situación que se da con bastante asiduidad nos lleva a un modelo de vida que siempre nos hace sentirnos fuera de la sociedad, de las amistades, un dolor interno de pensar que no somos necesarios, que nadie nos echa de menos, que interiormente no somos validos.
Él porque llegamos a este razonamiento es fruto de demasiadas decepciones en el núcleo familiar que es de donde debe partir la base de tu autoestima, de potenciar que como persona eres muy especial, que los demás pueden complementarte en tu viaje por la vida, pero eso complementarte, no ser el principal motivo para vivir.
Lamentablemente las personas que sentimos justo que no pertenecemos a nadie somos carentes de autoestima, necesitamos el visto bueno y la aprobación de otras personas que están a nuestro alrededor, lo malo es que cuando ha pasado mucho tiempo en esta tesitura llega lo más injusto para los que sufrimos el problema de no sentir que perteneces a nadie.
Todo lo que te dicen sobre lo que vales ya no te vale para nada, ese demonio que nos sopla en el oído,” no te creas nada, lo hacen por quedar bien” no solo hace daño a la persona que de verdad te conoce y confía en ti, que te apoya y te refuerza, sino que a ti te deja mas solo interiormente aun, dejando lugar a una incomprensión personal que hace que siempre estés donde estés y con quien estés te encuentres fuera de lugar.
Nos damos miles de excusas, tontas, si estas con amigos más jóvenes que tú en un determinado momento, esa magia que os envuelve y os hace disfrutar, se convierte en ese diablo rojo que te sopla al oído ¿qué pintas tu aquí con esta gente, no ves que desentonas?
Si estas en una presentación de tu trabajo junto más personas siempre piensas que lo de ellos es mejor que lo tuyo, y eres tu peor juez y jurado.
Luchas un día y otro por vencer esa gran barrera que te colocaron delante de ti cuando tu familia, la sociedad, el momento puntual, el destino quiso ponértelo mas difícil, los problemas físicos luchando contra ellos puedes vencerlos pero los problemas mentales que seamos sinceros depende mucho de la implicación de quien los sufre es un reto muy difícil de conseguir y no todo el mundo puede encontrar ese equilibrio que se necesita para salir a flote si o si.
Cuando buceamos en algunos problemas todos parten de la falta de cariño y sentido de pertenencia en la infancia.
Y ahí comienza el nuevo descenso al infierno, a sentirte menos que nadie y a querer huir.
¿Pero como solucionar este enorme problema para las personas que lo sufrimos?
Yo he optado por recopilar todo lo bueno que por escrito me han dicho sobre mí, e intento leerlo de vez en cuando, siempre me digo la mayoría tiene razón y luego me pregunto quién dice lo contrario y cuando me respondo es cuando me quedo sin saber cómo continuar
La única que está en contra de todo lo que aquí te dicen ERES TU.
Boicot a una misma, falta de seguridad, autoestima, y cuantas cosas más
Despacio muy despacio sigo adelante, necesito que me sigan diciendo esas cosas, necesito que me digan que me quieren pero eso me lleva a pensar me estaré convirtiendo en una persona toxica…
Poco te conozco, y por ello mi juicio no puede ser general sobre tu persona. Lo que sí sé es que, con mayor o peor acierto, merecemos que sigamos leyéndote en tu columna que, al menos a mí, me sigue atrayendo cada semana. Además, aún queda pendiente que asistas a la presentación, algo más espaciosa y preparada, de mi libro en Granada, cuando todo este follón vírico pase, a la que estas invitada, con o sin tóxico.