«Desde tiempos muy remotos los animales han ocupado un lugar especial, algunos por su valentía, otros por su fortaleza. Es normal que las personas nos atribuyamos muchas de esas características como rasgos distintivos de nuestra personalidad. Mi favorito es el delfín. ¿Con qué animal te sientes tú identificado?»
Apolo era uno de esos jóvenes que no sabían qué hacer con su vida. Perteneciendo a una familia acomodada, nunca se preocupó ni de estudiar ni de trabajar, ni de hacer nada de provecho con su vida. De romance en romance iba, como las abejas a las flores, hasta que su padre, cansado de sus líos amorosos, le invitó educadamente a buscarse la vida fuera de su casa. Pero en una época donde la tasa de paro en Madrid era muy elevada, tenía cero oportunidades de encontrar un trabajo.
Cierto que Apolo era guapetón y pensó que podía dedicarse a la moda, o bien participar en uno de esos concursos de la tele en los que unos conviven con otros. Así que, ni corto ni perezoso, se dirigió a una de las agencias más importantes de la capital y solicitó una entrevista con la jefa de aquello.
Esa mujer, Cibeles, era una diosa, altiva, inteligente, pero con un carácter de mil demonios.Claro está que, al verla, a Apolo se le pusieron todos los semáforos en ámbar, e intentó por todos los medios conquistarla. Lástima que siempre estaba acompañada por sus dos asistentes, que creo eran novios o algo así… Vamos, un lío de faldas. Por aquel entonces, Cibeles era la novia de un futbolista muy conocido, Neptuno, alias Podéis ónice, pero se rumoreaba una posible ruptura. Pelo engominado, ropa de marca, sonrisa de anuncio, tres o cuatro Ferraris y muchos millones en el bolsillo no fueron suficientes.
Y pasó lo que tenía que pasar.
Cibeles cayó rendida a los pies de Apolo y el escándalo fue monumental. Zeus les obligó a casarse para limpiar el buen nombre de la familia. A Cibeles no le quedó más remedio que buscar un segundo empleo como vigilante de seguridad por las noches en el Banco de España. La ira de Zeus fue en aumento al ver que su hijo no había hecho nada de nada por salir adelante y, fue tal su enfado, que provocó una terrible tormenta convirtiéndolo en una fuente. Por lo menos serviría para dar de beber a las palomas en el Retiro.
Y estaréis pensado… ¿Pero no tenías que escribir sobre delfines? Sí.. Allá va.
Zeus, que ni por esas se fiaba de Apolo, puso estratégicamente en diversos lugares de la ciudad a varios de sus más fieles delfines para que le vigilaran, por si acaso volvía a hacer de las suyas. Pero luego le dio un poco de pena de tenerlos convertidos en estatuas, sin poder moverse. Así que, si pensáis venir a conocer Madrid, no os olvidéis de visitar el Zoo Aquarium, que es donde viven, y podréis comprobar que son uno de los animales más inteligentes del planeta… Aunque yo los prefiero libres.
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