Así me he quedado, sin palabras, escuchando la declaración del presidente de Estados Unidos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sugerido la posibilidad de tratar el coronavirus con «una inyección» de «desinfectante» o aplicando «luz solar» en el cuerpo humano para poder así vencer a la Covid-19.
Y no se le ha movido una ceja…según sus palabras “se les podía inyectar directamente en los pulmones, y de esa manera se acababa con el virus.
Les ha sugerido a los médicos que podían probarlo…y a seguido con su rueda de prensa.
En ningún momento se ha presentado voluntario para el experimento.
Me dan escalofríos pensar que este personaje y los médicos que experimentaban en los campos nazis son de la misma condición.
¿Nos damos cuenta que tiene el poder de mandarnos a todos a una guerra absurda, cruel y que su locura puede acabar con la población?
Sabemos todos que la próxima guerra no será con armas de fuego, otra cosa es que lo queramos admitir, mi opinión personal es que será a través de una guerra bacteriológica, y quiero creer que será de manera que no se detecte muy fácilmente.
Las películas de terror, pandemias, virus, etc. se van a quedar pequeñas con lo que se puede estar formando en un laboratorio.
Dejando este tema aparte paso a deciros lo que opino sobre la tragedia de los geriátricos.
Todos sabemos que siempre ha habido denuncias en sanidad sobre el tratamiento y atención personal en algunas residencias de mayores, también que han sido olvidadas en cualquier cajón simplemente por desidia, colapso de juzgados e incluso porque los directores de determinados geriátricos han hecho oídos sordos.
La falta de supervisores ¡por sorpresa,! no avisando, como suelen hacer, era de urgente cada denuncia, el escuchar a esas personas mayores que han dado su vida para que nosotros tengamos una en paz y de buena calidad, cuando un anciano te dice que le pegan , cuando tienen escaras por falta de limpieza -y lo digo con conocimiento de causa-.
Durante tres meses estuve trabajando en una residencia, solo les podíamos duchar un día a la semana, el resto era lavarles el culo para cambiarles el pañal en la cama.
Los sentábamos a desayunar y los llevábamos al comedor o a actividades en las que estuvieran apuntados.
Hasta la 1 del mediodía no se les llevaba al servicio, donde se les cambiaba el pañal y así se quedaban hasta la hora de la merienda.
Yo también he escuchado eso de “si no quiere comer que no coma, mañana se lo decimos al médico y que la ponga la comida con las gomas”
Me busqué una sanción por hablar con un familiar y, delante de ese familiar, me dijeron que yo como auxiliar no era nadie para hablar con los ellos, que eso solo lo podía hacer el director o el médico.
Las auxiliares somos las que vemos lo que ocurre, pero nadie dice que las enfermeras, la directora, el médico son los que organizan y manejan todo lo que ocurre dentro.
Es muy fácil decir ante la queja de un usuario que tiene demencia y no sabe lo que dice, que el moratón que tiene es porque se ha caído, que come bien… cuando le dejan la comida en el plato y se van, cuando mezclan el puré con las natillas para terminar antes, cuando son las compañeras de mesa las que con miedo te dicen lo que realmente pasa.
Lo que nadie cuenta es que los levantamos a las 8 ,entramos como caballos de carrera levantando PERSIANAS DE GOLPE, INSTANDOLES A DESPEJARSE PARA EMPEZAR A LAVARLOS DE CUALQUIER MANERA, PORQUE TENEMOS 10 HABITACIONES QUE TENEMOS QUE DEJAR HASTA LAS CAMAS HECHAS Y BAJARLOS A LAS ACTIVIDADES EN LAS QUE TIENEN QUE ESTAR A LAS 10 DE LA MAÑANA.
Eso sí, los bañamos en colonia para que no huelan mal.
Obviamente los que se valen por si mismos no pasan por esto.
A veces te encuentras que no tienen bragas para ponerse, tienes que buscar las que hay dentro de los pañales para poder ponérselas. Ir al almacén y coger todas las que puedas para tus usuarios.
¿Recordáis una noticia que hubo de un anciano que se encontraron muerto en el jardín de la residencia después de haber pasado toda la noche sentado en un banco? Pues fue en la que yo estaba trabajando.
Podría seguir, pero con esta realidad es con la que intento deciros que a mí no me sorprende las últimas conversaciones de una directora de un geriátrico hablando a sus auxiliares de cómo debían hacer su trabajo. Como esa muchas más.
No quiero decir que se hubieran evitado las muertes de nuestros mayores, pero sí que si las residencias estuvieran mejor y más controladas, y repito ¡por sorpresa las visitas de inspectores! sí es cierto que muchas deficiencias estarían subsanadas.
2000 euros me parece una cantidad más que considerable para que nuestros mayores tengan una atención digna, vayan al servicio cuando lo pidan y las auxiliares que están contratadas dejen las revistas del control, o los desayunos en el ofis, o los paseítos a la cafetería y los lleven a mear y a cambiarles el pañal.
Esperanza, entiendo tu pésima experiencia en la residencia que te tocara trabajar, pero de ahí a generalizar de la manera que lo haces en este artículo, como si todas fueran del mismo actuar, es, lo menos, osado e injusto además de mentira. Por suerte, o por desgracia según tu criterio, tengo una hija, enfermera, que acaba de estrenarse, hace dos meses y medio, en su vida laboral precisamente como enfermera en una residencia en donde hay más de ochenta ancianos. No es precisamente pequeña. Con ella hay otros dos enfermeros más, más una medico, más el resto del equipo de auxiliares, fisioterapeuta, personal de limpieza y cocina, y probablemente se me escapará alguien. Durante todo este tiempo que llevas en tu casa confinada, tú y todo el que le haya tocada quedarse en casa, estamos otros muchos que, por suerte o por desgracia, no podemos quedarnos en casa a escribir todo tipo de insultos sin miramiento alguno, durante todo este tiempo, repito, ella ha estado y sigue estando allí trabajando por y para los ancianos. Dejando aparte mi situación personal, sólo quiero comentarte lo «poco» que han hecho mi hija y todos sus compañeros, porque allí no hay distinción a la hora de hincar el callo, entre enfermera, auxiliar, director o cocinero, por mantener la salud de todos los residentes a pesar de ser ignorados, insultados al igual que tú has hecho, olvidados sin atender sus peticiones desde finales de febrero, inspeccionados por activa y por pasiva, por sorpresa o sin ella, como te apetezca, sin que les hayan puesto ninguna queja, más bien al revés. Te puedo contar como han atendido a cuerpos ulcerados a los que no querían en hospitales públicos, gente asfixiándose a los que no les consentían respiradores y ordenaban desde nuestra sanidad pública su aislamiento en la residencia sin más atención que oxígeno y paracetamol condenándoles a morir asfixiados ante la impotencia de todos, mi hija la primera. Te cuento como han sostenido a personas que ya no podían aguantarse ni de pie, sujetándolos a manos limpias, con las mismas protecciones que tendrás tú ahora leyendo esto pero con la diferencia de que un virus mortal rondaba alrededor de todos. Te cuento la de veces que los han llamado los familiares para felicitarles y animarles a seguir en esa lucha por mantener vivos a sus seres queridos. Te cuento la de veces que ha tenido mi hija que hablar con familiares para calmar, tranquilizar, dar novedades del estado de salud de su pariente. Te cuento cómo también le ha tocado dar la mala noticia a hijos, nietos o hermanos de fallecidos. Te cuento cada mañana que me he despertado, poco antes de la seis de la mañana, para poder escribir un wathsapp a ella antes de que marche a la residencia para estar de 6,30 a 15,30, casi sin parar, luchando con bolsas de basura de protección, mascarillas quirúrgicas que un día tras otro había que usar porque no había. De EPIS ni hablamos. Te cuento la fuerza que ha demostrado una mujer de 24 años, y el resto del equipo poco mayor que ella, porque allí hubiera desayuno, comida, merienda y cena, paseos, aislamiento a todo el que daba positivo. Te cuento que todos, TODOS, los residentes han dado positivo, que ha habido muertes, que los han insultado, como tú has hecho generalizando, sin saber lo que allí pasaba porque simplemente no iba nadie a preguntar ni a llevar material necesario, sin recibir una llamada o promesa de apoyo. Te cuento que se quedó sola como enfermera porque sus dos compañeros dieron positivo y se tuvieron que ir a casa. Sola casi tres semanas, en pleno brote, porque ninguno acababa de dar negativo para volver. Y mientras cayendo también más personal del resto de áreas. Te cuento que cada día llegaba bastante cansada a casa, física y mentalmente, pero seguía con su sonrisa y sus ganas por dar la vuelta a la situación. He llorado de impotencia de estar a 500 kilómetros de ella, porque no podía hacer nada por ella, pero ella nos levantaba, y nos levanta el ánimo, día a día. Te cuento que hoy, día 27.04.2020, los habían citado a los 10 empleados que faltaban y a ella para hacerles un test rápido de detección de anticuerpos después de más de 40 días a piñón, cara a cara con el coronavirus. ¿Y sabes qué ha pasado? Pues que han dado todos, TODOS, negativos. Todos negativos cuando les han tosido encima, les han agarrado, han agarrado, tocado, dormido con el virus. Una mentira más en forma de pruebas de mierda para callar bocas y dar pie a que gente como tú les dispare sin miramientos, para que gente de este gobierno, del que seguro estáis tan orgullosos muchos, consiga lo único que interesa que es rebajar las cifras de positivos y mantener a la gente en primera fila hasta que les saquen el culo de esta pandemia. Todos se han vuelto a la residencia a trabajar, a pelear por los ancianos, con la esperanza de que en breve ya no tendrán aislados y podrán volver a normalizar todo. Ese será su premio. Pero habrá sido gracias a todo el equipo que los ha cuidado, mantenido, asistido. Me ha dolido mucho tu columna y no la entiendo por la rabia gratuita que rezuma. Espero que duermas tranquila y al menos te haya servido para desahogarte a consta de echar mierda a mucha gente que SÍ LO HACE MUY BIEN. Espero no tener respuesta a este texto de aclaración de que no todo vale. Pocas ganas me quedan de seguir en según qué sitios, y según con qué gente, compartiendo algo tan preciado por mí como es la escritura en donde la ofensa fácil y populista como la tuya debiera de estar condenada de alguna forma, pero esa es la libertad de expresión que ahora cotiza. Que te vaya bien, pero esas no son formas.