Tenía todo preparado para asistir a uno de lo eventos literarios más esperados del año. Los libros metidos en la maleta esperando ocupar su espacio entre otros libros, sentirse especiales, como si salieran de fiesta, elegantemente vestidos para la ocasión. Uno a uno, con mucho mimo y cuidado, los acomodé en el trolley elegido, ni muy grande ni muy pequeño. Los marcapáginas hechos a mano como si de una pieza de arte se trataran eran únicos, hechos por mí, distintos, a juego con sus respectivos libros, inseparables. Me aseguré, una vez más, de que todo estaba correcto, me acomodé el bolso en la espalda y con maleta en mano, salí por la puerta esperando regresar tarde y con ella vacía. Destino: Gran Vía, en pleno corazón de Madrid. Tenía por delante seis días llenos de charlas, de música, de actividades, de ventas, de gente, de firmas y de libros. Toda una aventura.
Había quedado con dos amigas escritoras, Carolina y Esperanza, ambas también indies (escritoras independientes), y ya allí, nos encontramos con Begoña.
El sitio elegido para el evento era impresionante: un edificio elegante y esperando a ser ocupado por un gran trasiego de gente. ¿Cuánta? Pues cuanta más, mejor.
¿Sabéis lo difícil que es dar visibilidad a un escritor que trabaja por su cuenta, sin una editorial que le respalde? Es toda una proeza encontrar ferias y eventos a los que poder ir, así que, esta oportunidad era como un oasis en medio del desierto.
Libros y más libros, todos ellos de la mano de sus creadores, mesas, carteles publicitarios desplegados, nombres… Y detrás de todos ellos, una historia, una vida, un camino.
Pistoletazo de salida y ya estaba en medio de todo aquello, envuelta por un halo mitad realidad, mitad fantasía. Me imaginé bajando por aquellas escaleras, pisando la alfombra roja, como si de una escritora famosa se tratase, asistiendo a la recogida de su premio, embriagada por las luces y el mobiliario. El soñar es gratis, así que, ¿por qué no hacerlo?
Hoy, un año después, el panorama ha cambiado. Ninguna feria, ninguna reunión, ningún evento literario han hecho que los recuerdos salgan con más fuerza, con más ganas. Estoy convencida de que podremos disfrutar de otros momentos como los de aquellos días, pero por ahora, habrá que esperar. Ojalá que cuando todo esto pase podamos tener más oportunidades como la que tuvimos. Ojalá salgamos con más fuerza que nunca, ojalá que cuando volvamos a la normalidad nos acordemos de aquellos que nos han abierto una ventana a otros mundos, aquellos que nos han hecho disfrutar de otras vidas mientras la nuestra quedaba confinada. Hablo de los libros.
Regresé a casa agotada, rendida, pero feliz. Mi maleta regresó llena, llena de personas estupendas que espero permanezcan mucho tiempo en mi camino, llena de recuerdos y llena de amigos y compañeros, y lo más importante, llena de historias.
Aunque no nos podamos ver, siempre me podrás encontrar viajando a la luna, en globo o convertida en una espía, allí donde las palabras cuentan una historia, allí donde las palabras cobran vida.
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