Cortas, largas, esdrújulas, agudas, simples, derivadas, raras, divertidas…palabras, palabras, palabras. Y es que, según dicen, el español es uno de los idiomas más difíciles de aprender. Cuántas más letras tenga la palabra, más se complica su pronunciación.
A ver quién es el valiente que pronuncia a la primera «electroencefalografista», con sus nada más y nada menos que veintitrés letras, contantes y sonantes.
Fuera de los tecnicismos, esta complejidad se intensifica por la combinación de letras, como con la palabra «metacrilato».
Hasta caer en la trampa de un trabalenguas, las ingeniosas combinaciones de palabras se han convertido, alguna que otra vez, en el entretenimiento de una tarde de lluvia, en el que hemos visto entre risas, cómo la lengua se nos hacía un nudo, incapaz de despegarse. En eso consiste el juego, en repetir un texto lo más deprisa posible y sin equivocarse. Ah, ¿que quieres probar?Venga valiente, a la de tres. Una, dos…¡ya!
«Tres tristes tigres comían trigo en un trigal».
Lo has hecho fenomenal. Recuerdo con especial cariño este trabalenguas en el que no sé por qué, los tigres eran tres, estaban tristes y comían trigo en un trigal. Pero eso no vale, tienes que decirlo más rápido. A ver éste:
«el cielo está engarambintangulado, quién lo desengarambintangulará, el desengarambintagulador que lo desengarambintangule, buen desengarambintagulador será».
Y como no hay dos sin tres, aquí te dejo mi trabalenguas favorito :«Paco Peco, chico rico, insultaba como un loco a su tío Federico, y su tío le decía: poco a poco Paco Peco poco pico».
Las palabras hacen de nuestro lenguaje un recurso rico y curioso en algunas ocasiones, divertido en otras. Palabras poco usadas que nos resultan extrañas al oírlas, como por ejemplo, «ahuehué», que lejos de ser un grito de alguna tribu indígena, se trata de un árbol procedente de América del Norte. El lenguaje está en constante evolución y hay palabras que han sido aceptadas por la RAE en los últimos años, debido a su uso y consolidación, como por ejemplo, «palabro», «jonrón» o la expresión «manda uebos» que, polémicas o no, han pasado a formar parte de ese cambio en el lenguaje.
Si nos fijamos en nuestro día a día, además de la jerigonza de algunos gremios, nuestro lenguaje está lleno de joyeles que lo enriquecen y que están esperando a que los incorporemos a nuestro vocabulario. Como solistas de una orquesta, las palabras se agrupan para deleitarnos con su musicalidad, haciendo de sus sonidos las más bellas melodías. Cortas, largas, esdrújulas, agudas, simples, derivadas, raras o divertidas, siempre encontraremos la palabra exacta para cada ocasión pero, para eso, hay que aprenderlas.
Mi palabra de hoy es SERENDIPIA:
«Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino, o cuando se está buscando una cosa distinta».
Hasta la próxima.
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