Definitivamente tenemos lo que nos merecemos. La culpa no es ni de la derecha, ni de la izquierda, ni de los extremos ni de los centros aunque esta calificación carece de sentido cuando se habla de «rojos» y «fachas» como sinónimos despectivos. La culpa es sólo nuestra y lo peor es que se aprovechan de nuestra propia incompetencia e ignorancia para darnos cuenta de que siempre se termina recogiendo lo que se siembra.
No podemos pedirle a este u otro gobierno que esté a la altura cuando nosotros no lo estamos. Es triste pero es así. Si nos comportamos como borregos, el gobierno gobernará a borregos. No podemos pedir que nos traten como a inteligentes cuando somos unos descerebrados. No podemos exigir respeto si no nos hacemos respetar.
Está muy bien tener una ideología bien definida y concreta, pero ¿qué pasa cuando se interpone la ideología a la objetividad? Podemos entender que el bien común no entiende de ideologías. Todos deberíamos hablar el mismo idioma cuando perseguimos el bienestar general de todos y cada uno de nosotros.
Parecen que las ideologías separan más que unen, lo vemos a diario entre los partidarios de unos y de otros. La verdadera utopía es el consenso cuando alcanzar el poder absoluto es el verdadero objetivo de todas las partes.
Parecemos ovejas descarriadas, perdidas, sin rumbo fijo y sin más horizonte que un triste presente y un pesado y más triste pasado a nuestras espaldas incapaces de soltar y condenados repetir. ¿Se puede defender lo indefendible simplemente por ser fiel a una ideología?
La evidencia de que no hemos aprendido nada es la incapacidad para ser objetivos y realistas cuando todo a nuestro paso se desmorona y seguimos ondeando las banderas de unos y de otros cuando nuestra bandera debería ser común porque todo, a fin de cuentas, repercute en todos nosotros.
Parece ser que visto lo visto, aferrarte a una ideología determinada te mantiene estancado si es que no hablamos de ideas constructivas y sí de verdades absolutas por puro obstinación cuando detrás hay rencor y odio. Una bomba de relojería que al final nos estallará en la cara y ni siquiera nos habremos percatado de la cuenta atrás. ¿Todo vale según el sol que alumbre?
Esta utopía, el consenso nuestro, no el de ellos, debería de ser un objetivo a alcanzar e implica ser honestos, consecuentes y lo más difícil, imparciales y los que nos representan no están por la labor ni siquiera en estos dramáticos momentos. Esa utopía debería ser el único partido al que afiliarnos si de verdad queremos que no nos traten como a borregos o aunque sólo sea por demostrarles que no somos lo que somos: correveidiles de unos y otros, abogados defensores ¿de qué causa y de quiénes?
Lo que nos hace diferentes son los colores y lo que nos hace iguales es la estupidez.
Tenemos un largo camino que recorrer pero el camino es común. Si quieres o necesitas aferrarte a una ideología para ponerte en marcha, convierte esta utopía en tu ideología si de verdad necesitas un carné para engancharte a la vida que merecemos y que ni siquiera podemos adivinar, porque estamos cegados por defender lo indefendible. No podemos ser iguales si somos tan diferentes cuando jugamos en un «partido» del que estamos, literalmente, chupando banquillo.
La unión hace la fuerza. Mientras tú y yo peleamos por uno u otro color, pringados de mierda hasta las rodillas, hay alguien vestido como un pincel riéndose de nosotros y jugando el «partido» de su vida a costa de la nuestra.
El gobierno conoce perfectamente a su rebaño. No nos queremos enterar que nosotros tenemos la sartén por el mango como dice mi padre que ha vivido y visto algo más que yo por edad y por haber estado donde otros se empeñan en seguir estando para mantenernos en el ring de la ignorancia y del pasado, peleando, pero dentro del mismo establo común, para que no escape nadie porque al final, para ellos, el fin es el mismo.
Tenemos lo que nos merecemos y ellos nos lo dan. Para bajar del ring, para salir del establo hay que querer dejar de comer el mismo pasto que llevamos comiendo año tras año y la acción misma de rumiar ya es agotadora.
¡Bota a PUES! (Partido Utópico Español)
Sí, has leído bien. Bota con B.
¡Bota, saltemos del establo de una puñetera vez! ¿No ves que es el mismo pienso pero con diferente saco?
Partidos y partidarios
Intereses e interesados
Unos pescan y otros coletean
Unos duermen y otros sueñan
No hay más cuerdo que un loco que quiere seguir siendo loco por aquello de vivir aislado en este loco mundo
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