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Libertad(os)

A mi madre.

La libertad, tal como la concebimos en Occidente, procede de Roma. Pueblo eminentemente práctico; crea el derecho.
Resumiendo mucho; estaban los libres y los esclavos. El hombre libre tenía el derecho de hacerlo todo, excepto lo que la ley le prohibía; más el esclavo nada, excepto lo que la ley le permitía.
No tenían ningún problema los romanos en hablar del derecho natural. Que procede de la naturaleza de las cosas. Considerando por cierto, que la esclavitud, era propia del ius gentium, derecho de gentes. No era derecho natural.
Los soldados de Roma peleaban en sus legendarias batallas, no sólo por su patria sino por su libertad individual. Si fueran capturados sabían que pasarían a ser los esclavos de los vencedores, en el mejor de los casos. Por cierto que la esclavitud supone un gran avance frente a liquidar al contrario, sin más.
No hace falta remontarse tan atrás, para descubrir que ahora vivimos en régimen de esclavitud.
Mejor lo tenían, los esenios, en sábado, según los manuscritos del mar Muerto…” que nadie vaya al campo a trabajar según su deseo (en) el sábado. Que nadie se aleje de la ciudad más mil codos” CD 10,17-11,17),
Por eso tiene uno que estudiarse el reglamento; que es la palabra más antitética a la de libertad que se haya podido inventar. En un cierto sentido, claro. (Hegel decía que la libertad era el cumplimiento de la ley). Ni siquiera esa violencia semántica del desescalamiento puede compararse. No conozco a ningún montañero que diga desescalar, a lo más dicen destrepar, que suena mejor y más fácil. Sé lo que digo, mi hermano Fernando, el pequeño, lleva cuatro ocho miles. Es justo y necesario presumir.
Ciertamente el lenguaje es performativo (otra palabrita, claro, viene del inglés) y crea la realidad. Bueno, eso quieren decir algunos. Para un servidor, que es creyente, quien realmente era y es performativo es Dios. Hágase la luz y la luz se hizo. Lo que abundan son aficionadillos, dicen: nueva realidad y les sale un espejo deformante de esos que había en la feria.
Como la palabra vulnerabilidad. Apostaría el cuello que la han sacado de algún tratado de sociología o filosofía del derecho, de un autor oscuro que le parece que la palabra pobre, no significa, suficientemente. Y da la sensación que nunca ha pisado un comedor social. Decir a los indigentes que son vulnerables es como decir que el aire es invisible. No aporta gran cosa. Por cierto; ¿hay algo que sea invulnerable? que sería lo contrario. La palabra frágil seria más fuerte y más adecuada.
La cosa es cambiar el nombre de las cosas como el de las calles. Parecen también, como aficionadillos a la ingeniería social.
Todos los días hay una comparecencia donde el periodista hace una pregunta concreta y la portavoz le da una conferencia. En fin, y el virus vino para quedarse. Y algunos ya no quieren salir de casa.
Ni siquiera en una competición deportiva puede haber tantas prórrogas, como si la constitución fuese un chicle que se puede seguir estirando ad infinitum.

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

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