Cuando eres indecisa por naturaleza, cualquier pregunta, por simple que parezca, se puede convertir en algo complicado. Si os pregunto por vuestra flor favorita, seguro que la respuesta es rápida: las margaritas, las rosas, las calas… pero a mí me gustan todas, así que, me es imposible decidirme por alguna; todas tienen su encanto.
La belleza de las flores es única. Hay una flor que me fascina: la flor del cerezo. Sola puede parecer insignificante, pero juntas, el espectáculo es digno de mención.
Cuenta la leyenda…
« No había ni un solo día, ni un minuto, ni un segundo que no pensara en ella.
Aquella hermosa joven de cabellos negros como el azabache y piel blanca como la nieve, le había robado a Hikaru lo más preciado que tenía: su corazón.
Él, un joven y valiente guerrero al servicio del emperador.
Ella, una hermosa y dulce joven al servicio del emperador.
Y ocurrió lo inevitable. Sus vidas se unieron para siempre y sus corazones latieron al unísono.
Tan puro y fuerte era su amor, que plantaron un cerezo como prueba de su felicidad. Pero lo que parecía tener un final feliz, pronto se volvió amargo.
El emperador, lleno de celos, mandó a Hikaru a la guerra, dejando desconsolada a la joven. El único momento de paz que tenía eran los minutos que pasaba sentada a la sombra del cerezo, recordando a su amado. Y así pasaban las horas, los días, los años… Y nada.
Durante todo ese tiempo, el emperador no había dejado de visitarla ni un solo día, pero ella siempre le rechazaba.
Una mañana, al despertar, se asomó por la ventana y quedó maravillada con lo que vio. Durante la noche, el cerezo había florecido. Estaba repleto de pequeñas flores blancas, una por cada lágrima derramada. Centenares de pequeñas mariposas revoloteaban sobre él y, el suave roce del sol sobre sus alas formaba el más bello de los arcoíris.
La joven se derrumbó ante tanta belleza. Su vida ya no tenía sentido.
Los habitantes del lugar, impactados por el triste final, pusieron al cerezo el nombre de la joven, Sakura.
Todas las primaveras sus flores se juntan formando delicadas nubes, donde Hikaru y Sakura viven su amor eterno. El viento susurra sus nombres mientras ellos ríen y juegan con las mariposas».
Hasta la próxima.
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