Umberto D es el título de la película que Vittorio De Sica dedicó a su padre en el año 1952. Narra la lucha de un viejo jubilado por mantener su dignidad, un hombre que ve frustrarse, uno tras otro, todos sus sueños, que al sentirse marginado y salir a reclamar por sus derechos, es reprimido por la policía.
Así comienza esta película y si algún espectador desprevenido se encuentra con estas imágenes, puede pensar que lo que está viendo sucedió hoy frente al Congreso de la Nación o Casa de Gobierno de cualquiera de los países que enfrentan y rechazan estos justos petitorios.
Es que el cine de Vittorio De Sica, tiene como protagonista al hombre común. El que transita por la pantalla no es un superhéroe que todo lo puede, por el contrario, UMBERTO D es Ud., su padre, su vecino, cualquiera de nosotros, ante un sistema de desprotección e indiferencia social.
Buscaba De Sica dejar testimonio de todos los problemas que angustiaron (y angustian) al hombre común.
Películas como “Ladrón de bicicletas”, “Lustrabotas”, “Il Tetto”, tratan sobre la falta de trabajo, la inseguridad social y policial, la carencia de viviendas, la marginalidad y la indefensión.
Las autoridades gubernamentales de Italia por aquellos años, intentaron acallar el impacto que este nuevo cine provoco en la crítica y en el público.
Había nacido el neorrealismo, una nueva y talentosa manera de denunciar injusticias, abusos y atropellos. Se intentó prohibirlo, negarlo y desprestigiarlo, pero el alegato fílmico era tan contundente que superó todo intento de censura y hasta sus propias falencias técnicas.
¿Por qué?
Aquel cine tenía algo incuestionable e irrebatible. Lo que mostraba era verdad. Así de simple.
Paralelamente a que personajes tan poderosos como Giulio Andriotti, intentaban silenciar este movimiento cinematográfico, Vittorio De Sica era invitado a una fiesta en su honor en los EE. UU. donde su película fue proyectada. Finalizada la exhibición los asistentes se levantan, pero, un hombre conmovido por las imágenes, se queda sentado y muy emocionado le dice:
“Sr. De Sica ha hecho Ud. una obra extraordinaria, una película que me hubiese gustado hacer a mi…”.
Aquel emocionado espectador era Charles Chaplin.
Vittorio De Sica desarrollo su actividad más fructífera a fines de los años 40 y principios de los 50.
Sin embargo, sus reclamos y sus testimonios siguen tan vigentes como ayer.
¿Estos problemas tendrán solución…?
¿O será el de Vittorio De Sica un cine para todos los tiempos…?
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