El volver a tener entre las manos un libro envejecido por el uso y el paso de los años es una sensación que genera demasiados recuerdos.
A lo largo de mi vida la lista de libros leídos ha sido interminable: libros de todos los géneros y de todos los tamaños han sido devorados con avidez, pero sólo unos pocos me han acompañado desde mi infancia. Aquellos primeros libros que me llevaron a conocer otros mundos, a creer en la magia de las palabras. Como ya he dicho otras veces, la literatura es un arte, y como tal, genera sensaciones. La magia reside en eso, en sentir. No hace falta un libro con palabras rebuscadas para transmitir una idea pero, como dije antes, el arte es libre y, afortunadamente, a todos no nos gusta lo mismo.
Reconozco que me gusta perderme entre las páginas de una historia trepidante, real o fantástica, romántica o no, entre los versos de un poema, libres o no, en una utopía o distopía, triste o alegre, con final triste o feliz, pero cuyos personajes y la trama te “enganchen” (ese temido gancho al que todos los escritores nos enfrentamos cuando nos sentamos delante del ordenador dispuestos a escribir una historia).
Volviendo al título del artículo, “ aquellos maravillosos libros “, ¿cuántos de vosotros recordáis o tenéis todavía alguno de esos libros en casa que os da pena deshaceros de él? No pasa nada si son cómics, también valen. El color de las páginas, el tacto del papel, hasta el olor es diferente a los libros nuevos.
Aquí os dejo algunos de esos libros que me acompañan todavía y que guardan un lugar especial en mis estanterías.
En primer lugar, «Mujercitas» es una novela de la escritora estadounidense Louisa May Alcott, publicada en 1868, que trata la vida de cuatro niñas que, tras pasar la adolescencia con la Guerra Civil en los Estados Unidos, se van convirtiendo en mujeres. Está basada en las vivencias de la autora durante su niñez en la ciudad de Concord.
Si algo me gusta de este libro es la capacidad de la autora para lograr, con las distintas edades de las protagonistas, conectar con lectores, la mayoría lectoras, de las mismas edades que las cuatro jóvenes. Nos muestra también, a través de los personajes, la sociedad de aquella época y, con el carácter de cada uno de ellos logra conectar con el público joven. Posteriormente se llevó a la pantalla, convirtiéndose en una historia entrañable para ver en familia.
En segundo lugar, «Los cinco», una colección de libros publicados por la escritora inglesa Enid Blyton. En estos, un grupo de dos chicas y dos chicos, en compañía de un perro, ejercen como detectives ante numerosas situaciones en las que se combina el misterio y la aventura.
La cantidad de veces que he releído estos libros. Me encantaba sumergirme en cada uno de los misterios con los protagonistas. Ingeniosos, inteligentes y sobre todo, resaltando la palabra “amistad “ en sus aventuras. Al contrario de lo que ocurre con el libro anterior, éstos abarcan a un público de ambos géneros a través de sus personajes. La presencia de una mascota en el grupo de “Los cinco “ genera ese punto de empatía con el animal como integrante de ese vínculo tan especial entre amigos.
En el patio del recreo no hablábamos de otra cosa y jugábamos a ser detectives y a resolver misterios.
En tercer lugar, «Celia», una colección de libros de la escritora española Elena Fortún, llevada a la televisión en los años noventa.
Celia es una niña traviesa, preguntona y rebelde, aunque con gran corazón, que siempre se mete en líos.
Recuerdo a aquella niña rubia, con sus locuras y haciendo de las suyas, mientras traía a todo el mundo de cabeza.
En cuarto lugar, “La princesa prometida», una novela romántica de fantasía del escritor estadounidense William Golden, publicada en 1973.
Aventuras, humor, fantasía, hadas y romance es lo que recuerdo de este libro en el que una hermosa joven llamada Buttercup vive en una granja en el país de Florín. Westly, el mozo de la granja y ella se enamoran, pero el destino no se lo pondrá nada fácil.
En quinto lugar, «La isla del tesoro», una novela escrita por el escocés Robert Louis Stevens, publicada en 1883.
Con este libro lleno de piratas, tesoros, barcos surcando el océano nos llevan a vivir la aventura.
Tan sólo una pequeña lista de aquellos maravillosos libros que tantas veces me hicieron ser una princesa, una detective, un pirata o una niña traviesa, pero que recuerdo con todo el cariño.
¿Se llega a generar un vínculo tan especial con un libro? Absolutamente, sí.
Todos y cada uno de ellos guardan un lugar especial, una tarde de juegos, una merienda rodeada de amigos y compañeros de travesuras, el olor de un guiso saliendo por una ventana y las risas de una pandilla deseando vivir, deseando soñar… allí donde las palabras forman una historia, allí donde las historias cobran vida.
Hasta la próxima.
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