(O cómo no olvidarnos de qué somos y qué es la Calle, el Barrio, la Libertad)
“Un país que olvida y perdona y entre criminales nunca discrimina”
Tal vez el RAP sea, hoy en día, uno de los géneros más bastardeados a lo largo del Planeta… Decenas de derivaciones bien hechas nos han regalado grandes fusiones o hijos del género… Trip-Hop, Hip Hop y, claro, el RAP Metal, un estilo que España ha hecho propio, donde ha volcado una intensa matriz de léxico, argot y no ha perdido la esencia, el Génesis de la calle intentando denunciar, poner en carne viva lo que todos saben… lo que el resto de los medios callan… Podría ponerme burro y atacar el Reguetón o a ese trap simplista que abusa de todo lo que no nos permite avanzar como conjunto, pero lo dejo para el mes que viene, esta semana ya hice nuevos “amigos”… En fin, que esta introducción es lo que me genera cuando escucho el lanzamiento de los sevillanos TRIBBÜ intitulado NATIVO.
Para evitarte intrigas, estamos ante un disco de 10 puntos. Las fusiones que utilizan a nivel musical son brillantes…; los que hace tiempo cruzamos los 40 años, cuando algo nos recuerda a RAGE AGAINST THE MACHINE en las guitarras, a INFECTIOUS GROOVE en las bases y esa podredumbre eléctrica de DJ pasado de rosca, que parece que lleva sin dormir tres días, y le agrega violencia trifásica a las canciones, agarramos unos cascos y nos encerramos a escuchar una y otra vez el disco… Una y otra vez… Atención con este lanzamiento… porque mientras muchas bandas se pelean por sonar “Mac-Pro” y distorsionar su voz, o ponen miles de euros para “un postureo de instagram (que) no te salvará de una nómina de mierda” según vocaliza en “Igual a nadie” una de las colaboraciones del disco hechas por Juaninacka, TRiBBÜ se pone coloquial y patea todos los culos del Mainstreem-Metal-Mariskodepilacióndeaxilas. (Fantasmas de mierda).
El disco es un verdadero resumen de la escena que nos toca mirar, a la que nos toca asistir… Calor andaluz, letras muy bien armadas, hirientes, sin atropellos verbales, los insultos bien puestos. Y ya cuando hablamos de la banda… pues ahí es donde todo se va al carajo. Brutal el trabajo del bajo, los arpegios con profundidad y elaboración me hicieron acordar mucho a LIVING COLOUR, las guitarras sabiendo ponerse machacantes llegado el caso, y de la nada soltar un punteo técnico que te hace detener para apreciar esa calidad que solo te da el trabajo. Por otra parte tenemos el toque sampler y la batería, genial, irónico, ácido y con señas a esa época cuando todo era tan nuevo que casi nadie lo conocía… Brutal.
Canciones como “Cuentos”, “No insulte” o “La herradura” son una arista… muy filosa, entretenida y salvaje. La parte que se “cachondea”, digamos, de lo real.
Pero ahora llega la parte donde el enojo, la mala leche y la violencia verbal se sube a un ritmo muy distinto, más denso, más de resaca de anfeta. “La vieja usanza” “Trece” y “Desgraciado con suerte” tienen una cadencia más desesperanzada. Los instrumentos hacen lo suyo por otra esquina, una progresión que se incrementa en brutalidad como las voces y las letras. Y, claro, estrella dorada a “Antihéroes” con la participación de uno de los animales más poderosos de la escena vernácula como es Alberto Olea (Marabunta) aportando ese tonelaje de carrocería antitanque para terminar de definir el espíritu de TRIBBÜ.
Ahora podría ponerme épico, salir en defensa de esas calles que nos robaron, de esa contradicción que puede parecer que TRIBBÜ no sea otra cosa que un grupo de pibes callejeros con odio hacia todo y que solo chupan litros en alguna calle perdida del Polígono Norte… Pues puede que así sea (yo soy más de Pino Montano), pero al escuchar el trabajo, la medida puesta de cada arpegio que suelta la guitarra, el despliegue y la inteligencia del grupo en sí a la hora de pegarte en la cara, de hacerte hervir la sangre con todo lo que te rodea… sin recurrir al cliché barato… al contrario… Dispara fino al centro del seso, ahí donde todos sabemos que se están riendo de nosotros, que hay que recordarles que somos parte de esta TRIBBÜ.
El disco NATIVO es un reflejo de que Andalucía es cuna de un arte y un cabreo que nada tiene que envidiar a otras latitudes. Ahora está en nuestras manos que este ruido llene todos los espacios que nos han vedado.
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