El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, Editorial SG sacó a la venta 26 cuentos oscuros, una recopilación de cuentos de Marcelo Motta.
La fecha no pudo ser más propicia para la llegada a España de una de las obras más importantes del escritor argentino, que desembarca de este modo en el Viejo Mundo por la puerta grande, de la mano de una editorial tradicional.
Entrevisto a Marcelo Motta a través de Instagram. 8.900 kilómetros separan Gran Canaria de Argentina, pero nosotros charlamos como si estuviéramos compartiendo un café en el salón de casa. La complicidad flota en el ambiente.
GV: ¿Quién es Marcelo Motta? ¿Cómo nace el escritor?
MM: Marcelo Motta es un hombre corriente que comenzó leyendo mucho desde muy temprana edad. Un amigo escritor me animó a escribir y cuando contaba con veintidós años, allá por el año 86, me animé a hacerlo. Recuerdo que escribí entonces un cuento titulado El último dinosaurio que ahora no me atrevería a publicar. (Risas).
LF: Sueles nombrar a Cortázar, Borges, Poe, Lovecraft o Stephen King entre los autores que han influido en ti, pero ¿qué aspectos de la vida real te inspiran para crear historias?
MM: La inspiración llega de cualquier lado, de cualquier cosa: una serie, una noticia de algún suceso en especial, una anécdota… También de todo el bagaje cultural que uno arrastra consigo, de todas las vivencias. Me gusta mucho el tema de los ovnis, de las civilizaciones, de los fantasmas. De niño solía leer a Erich Von Däniken y también leía temas ocultos. El heavy metal me gusta igualmente y lo incorporo a algunos cuentos.
GV: 13 cuentos oscuros, Liposo, una épica del futuro, Vértigos, Otros 13 cuentos oscuros (recopilados ahora en 26 cuentos oscuros) y El árbol de los gatos: Mitología fragmentaria, terror, misterio, novela policial… ¿Qué te ha aportado la experiencia de estos últimos 25 años?
MM: Fundamentalmente conocer a mucha gente. Abrirme al mundo y romper mi timidez. Crecer como escritor. Cuando hecho la vista atrás, mis primeros cuentos me parecen ingenuos, infantiles. He aprendido mucho escribiendo y, sobre todo, leyendo. También me ayudaron algunos talleres literarios como el «Taller de corte y corrección» de Marcelo Di Marco, escritor, poeta y ensayista argentino. Aprendí mucho con él y me ayudó a convertirme en el escritor que soy ahora.
GV: Dices, a propósito de Liposo, una épica del futuro, que las palabras convocan sensaciones. ¿Qué intentas provocar con tus escritos?
MM: Primero, sorprenderme a mí mismo, gustarme. y después tratar de sorprender y de gustar al lector. O sea, que los escritos me gusten a mí antes que al lector. Procuro que lo que escribo sea verosímil, que esté bien escrito y que sea interesante. Puedo crear un personaje que interese a todo el mundo. Lo mismo sucede con las historias.
GV: Hay escenas muy fuertes en tus escritos, muy subidas de tono, algunas incluso perversas, otras escatológicas (en sus dos acepciones, como relativo a la ultratumba y como relativo a la inmundicia). ¿Hay algún motivo especial que explique el uso de este recurso o te sale sin más?
MM: A veces busco ser efectista. Me gusta reflejar la realidad en toda su crudeza, porque la realidad es peor que la ficción. Sin embargo, no deben confundirme con mis personajes, como alguna vez ha ocurrido. El autor no tiene por qué identificarse con sus personajes. Está por encima de ellos. Yo busco perturbar los sentidos del lector, sacarlo de su zona de confort.
GV: Llegas a España de la mano de Editorial SG. ¿Qué ha supuesto para ti trabajar con esta editorial y ver estos 26 cuentos oscuros publicados en España?
MM: Como dicen en España, «ha sido una pasada». Había intentado publicar con anterioridad, pero me pedían muchísimo dinero para hacerlo. Ya había estado en el país, concretamente en Galicia y también en la embajada argentina en Roma, leyendo cuentos. Recuerdo que en Galicia asistió la concejal de Cultura y hubo una rueda de prensa y todo. Uno se sentía importante allí —la humildad de Marcelo se ve reflejada en una tímida sonrisa—. Sin embargo, es un honor y una enorme gratificación «cruzar el charco» y llegar a Europa. El trabajo con la editorial siempre ha sido muy satisfactorio y, aunque los cuentos se vendieron bien en Argentina, la calidez con la que han sido recibidos en España es muy importante para mí. Está siendo una experiencia inolvidable. Es una felicidad muy grande. Es como jugar el mundial. Como representar a mi país en Europa. Marcelo se ríe con el símil. «Si me escucharan aquí no sé lo que dirían», bromea divertido.
GV: ¿Qué impresión crees que predomina en Sudamérica sobre la literatura hecha en España?
MM: Bueno, El Quijote es la novela por excelencia. Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Quevedo… Son todos escritores españoles. La literatura española tiene un peso muy importante en todo el mundo, no solo en Sudamérica. Sin embargo, aunque ahora estoy leyendo contemporáneos españoles, no he leído aún a algunos de los más famosos como Pérez Reverte o Dolores Redondo. Sin embargo, estoy leyendo a bastantes escritores jóvenes: algunas novelas de Naiara Sánchez, otras de Yaiza Méndez y la última que has publicado tú, Yo te Maldigo. Estoy descubriendo una nueva generación de escritores españoles muy importante. Pero, en general, creo que los escritores españoles son tan reconocidos aquí como los escritores argentinos en España.
GV: ¿Qué encontramos en la oscuridad de los 26 cuentos oscuros?
MM: Personajes escabrosos, vulnerables, pero a la vez crueles; historias ambiguas en las que no se sabe bien si los hechos ocurren de verdad o solo en la mente de los personajes; terror psicológico. En definitiva, oscuridad mental. Como dijo Stephen King, no hay nada peor que la mente humana.
GV: ¿Y ahora qué? ¿Qué está preparando Marcelo Motta?
MM: ¡Uf! ¡Muchas cosas! (Se acaricia la cabeza mientras hace un repaso mental por todo lo que se cuece en su mente creadora). Por un lado, la segunda novela policial, Las perras del mar, que he enviado a un concurso literario; otra novela, titulada Maldita estirpe, que ya está terminada y corregida; una novela a cuatro manos con la escritora navarra Naiara Sánchez, que es un proyecto ilusionante; también estoy acumulando cuentos para una antología de cuentos policiales y otra antología de cuentos oscuros; estoy escribiendo un libro de cuentos oscuros para el público juvenil y otro de cuentos perversos, con un grado de erotismo y violencia tan alto que hasta yo mismo tengo miedo de publicarlos. No creo que sea capaz de hacerlo. ¡Son tremendos! (Se ríe otra vez y me dirige una mirada cómplice).
GV: ¿Cómo ves el mundo de la edición y la distribución?
MM: A mí al principio me costó mucho. Tenía muchas ganas de publicar y no tenía la oportunidad de hacerlo. Para los 13 cuentos oscuros, encontré una editorial pequeña que no tenía distribución y tuve que hacer yo el trabajo. Con El árbol de los gatos tuve más suerte, porque distribuyó el libro por toda la provincia de Buenos Aires y es una alegría ver tu libro en las librerías. Ahora, gracias a las redes sociales, es mucho más fácil venderse, porque yo creo que es trabajo del escritor vender su obra. Al final, el libro que escribes es tu producto, fruto de tu trabajo y de tu esfuerzo, y tener la oportunidad de llegar a tanta gente es muy bueno para nosotros. Los directos de Instagram, los booktagrammers, las reseñas que hagan de tu libro, siempre que se hagan con respeto, son fundamentales. Este año ha sido muy productivo en ese sentido.
GV: Las dos últimas: ¿Qué le pides al futuro como escritor y qué le aconsejarías a la gente que empieza?
MM: Al futuro poca cosa, seguir escribiendo, que alguien me lea. Yo creo que un escritor no pide nada más. Con un solo lector que te lea ya tienes una gratificación. El reconocimiento de otros escritores también es importante. El confinamiento me ha permitido escribir todos los días y creo que es esto lo que haré cuando me jubile.
En cuanto a la gente que empieza, mi consejo es que lean mucho, que aprendan de los grandes autores y que acudan a talleres literarios en los que les ayuden a crecer como escritores. Que tengan paciencia y constancia. Solo así se consigue ser escritor: escribiendo y leyendo.
Me despido de Marcelo con un abrazo virtual. Nos emplazamos para otro momento, tal vez para un directo de Instagram. Sus dos gatos, Ulises y Ramsés, maúllan a la vez al escuchar nuestros planes, como si estuvieran de acuerdo en que vernos nuevamente para hablar de literatura es una maravillosa idea.
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Felicidades por la entrevista, Germán y Marcelo. Hablado o escrito, siempre es un placer asistir a vuestro intercambio de ideas.
¡Qué buenas preguntas y qué buenas respuestas!.
Muy generosos los dos y muy acertados. Me quedo con todo, pero como gallega ¡Qué chuliño que Galicia te acogiese! Pues os digo que es un lector crítico el gallego, aunque… Si le gustas, le gustas a rabiar…
¡Felicidades a la revista por teneros fichados!. Yo también os capturo… ¿O al revés? Lo que que contáis aquí, no deja de estremecer… ¿Pero a quién no le gusta un buen estremecimiento?