Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.
ELBERT HUBBARD, escritor y editor estadounidense.
¿Qué es exactamente la amistad? ¿A quién podemos considerar amigo?
La RAE define la amistad como el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. La amistad es afinidad, conexión.
Suelen decir que nuestros amigos nos conocen en la prosperidad y es en la adversidad donde nosotros conocemos a nuestros amigos. Es una manera un tanto cínica de verlo, pero no deja de ser un hecho cierto. ¿Cuántos de los que ahora consideramos amigos se quedarían a nuestro lado si cayéramos en desgracia? Me temo que menos de los que nos gustaría pensar. Muchos menos.
Peor aún, ¿podría un amigo perdonarnos si obráramos mal en su contra y mostráramos nuestro sincero arrepentimiento? ¿Debería hacerlo amparándose precisamente en esa amistad, en ese afecto personal, puro y desinteresado? Esa persona que siempre estuvo a nuestro lado y que expresó abiertamente su respeto y amor por nosotros, ¿debería estar dispuesta a perdonarnos una falta grave que hubiéramos cometido y de la que nos hemos arrepentido si realmente se considerara nuestra amiga?
El ser humano es débil y esa debilidad hace muy difícil la posibilidad de que abunden los grandes gestos. El perdón es la expresión más sublime de la bondad humana. Perdonar está solo al alcance de las personas fuertes, generosas, de los más bondadosos, de los más humildes.
Llegados a este punto, en el que una ofensa hecha a un amigo no puede ser perdonada por aquel, la amistad se menoscaba. Aquellos que creíamos fuertes lazos se resquebrajan y el ofendido flaquea, duda, se deja llevar por los sentimientos de dolor, ira y frustración y rechaza el contacto con la persona que tiempo atrás consideró su amigo. Es el tiempo del desencuentro, de la ruptura; es la época en la que la amistad termina y el amigo se pierde. Pero ¿puede perderse un amigo, o no es más cierto que si se pierde, nunca fue un amigo?
Habrás oído decir que los amigos son la familia que uno escoge, pero es evidente que podemos equivocarnos en nuestra elección. Podemos considerar que alguien es nuestro amigo cuando en realidad es solo un compañero temporal de viaje. Alguien con quien mantenemos cierta afinidad y cercanía. Es un lugar común confundir la amistad con la camaradería, con la pertenencia a un grupo que comparte ciertos gustos y aficiones. Pero la verdadera amistad es otra cosa. La amistad con mayúsculas, inquebrantable y firme es aquella edificada sobre el pilar de la confianza mutua, de la sinceridad y del honor. Cuando esa confianza se quiebra, el castillo se desmorona. El amigo ya no parece un amigo. Es alguien que falla y decepciona. Alguien que nos deshonra, que muestra un rostro desconocido para nosotros. Entonces, por más que implore, por más que nos suplique perdón, nosotros, convencidos poseedores de la verdad absoluta y la justicia, nos mantendremos impertérritos e inquisidores. Decidiremos que ese amigo al que admirábamos y en quien confiábamos, esa persona con la que compartíamos tantos secretos, tantas confidencias, que nos prestó su atención, su apoyo y su amor, no era la persona que creíamos que era. Ante la ofensa, todas las cosas buenas que nuestro amigo pudiera haber hecho en el pasado se difuminan, se empañan bajo la niebla del pecado. La balanza se inclina acusadora hacia el lado del odio y del rencor y nos convencemos de estar en posesión de una buena razón para dar por acabada una amistad fallida que procuraremos olvidar y dejar sepultada en el pasado.
Por supuesto es doloroso, pero eficaz. Borrón y cuenta nueva. Muerto el perro, se acabó la rabia.
¿Y el perdón? ¡Ah!, otra vez esa dichosa palabra.
El perdón es una de las mayores demostraciones de amor solo al alcance de los más grandes. Podría recitar casi de memoria el capítulo 13 de la Carta de Pablo a los Corintios y poner ahora en mi boca las palabras del llamado Apóstol de los gentiles, pero eso sería demasiado. Al fin y al cabo, solo hablo de amistad.
Hola Germán: Referirte que la mejor definición de la amistad que yo conozco de la debo a Aristóteles (busca en la red «La amistad según Aristóteles», no tiene pérdida) y con respecto al perdón… ¡me vas a perdonar! Me gustó tu artículo y el enfoque que le vienes dando a tu columna. ¡Ánimo y bienvenido a la revista!
Gracias, Luis. Es muy enriquecedor el debate y la discusión sobre las cosas importantes. Te sigo de cerca. Un abrazo.