¿Creéis en la magia de la Navidad?
Es más que probable que a estas alturas, a menos de una semana de Nochebuena, estemos aún de acá para allá, terminando de ultimar los regalos, compras, cenas, más compras… O incluso, que estemos sumidos en las prisas, las carreras, el trabajo, sin darnos cuenta de que la Navidad ya está aquí, a la vuelta de la esquina.
Pero, ¿cuál es la magia? ¿Seremos capaces de obviar lo económico para centrarnos en lo verdaderamente importante, como cuando éramos niños?
Claro que la Navidad son regalos, luces, prisas… pero también es ilusión, días inolvidables, especiales, días de nostalgia, de espíritu navideño, de sonrisas, de lágrimas, de celebraciones, de ausencias, de familias, de amigos…
¿Por qué sólo los niños pueden vivir esa magia? ¿Acaso los adultos no?
Si algo me gusta de la Navidad son los cuentos clásicos de esta época, pero sobre todo, los cuentos inventados. Después de la cena de Nochebuena, siempre nos sentamos todos juntos y nos inventamos historias de Navidad… cada uno dice una palabra y a partir de ahí, la imaginación hace el resto. Luego, las leemos todas y elegimos la que más nos gusta, la cual pasa a ocupar el premio al mejor cuento navideño de la familia.
Ese es nuestro momento mágico.
En este 2020 que está a punto de terminar y que no serán posibles las grandes reuniones, hemos cambiado la tradición de inventar un cuento por la de un pequeño resumen de este año y, aunque no podamos estar juntos, ya tenemos reservado nuestro momento para ello, vía video llamada.
Esos momentos son especiales, inolvidables y mágicos. Aún así, mi cuento de Navidad ya está terminado y listo:
NAVIDAD MÁGICA
«La casa estaba adornada con mucho gusto: guirnaldas, esferas de cristal y regalos al lado del árbol evocaban el espíritu navideño aquella mañana de Navidad.
La ciudad, engalanada con luces y vestida de blanco, desprendía vida al otro lado del cristal. El olor a galletas recién horneadas y a chocolate caliente, con nubes de caramelo, derretía al más exigente de los paladares.
Toda la familia estaba alrededor del árbol y la magia y la felicidad se respiraban en el ambiente. Elsa abrió todos sus regalos y, cada vez que retiraba el envoltorio a uno de ellos, la desilusión se iba asentando poco a poco en su rostro.
—Oh, princesa. ¿No te gustan los regalos? —le preguntó su padre.
Desde que la abuela ya no estaba con ellos, Elsa ya no era la niña de rosadas mejillas y alegre que fuera antes. Estas eran las primeras Navidades que no estarían todos juntos: la abuela de Elsa había fallecido unos días antes del día de Navidad.
—La abuela me dijo que tenía un regalo muy especial para mí—dijo la niña con lágrimas en los ojos—. La echo mucho de menos, papá.
—Lo sé, todos la echamos de menos.
El timbre de la puerta sonó en ese instante. Un repartidor vestido de elfo tenía un paquete para ella. Impaciente, la niña lo abrió. Allí estaba: una espectacular bola de nieve.
En su interior se recreaba la ciudad en esa época del año. Se fijó en una de las calles: la Calle Mayor era la más bonita en Navidad. Las fachadas de las tiendas y las casas estaban adornadas con luces de colores y, en las entradas, unos pequeños abetos daban la bienvenida a los copos de nieve que brillaban en el alumbrado eléctrico.
Elsa leyó la nota que venía con el regalo:
«Mi querida Elsa:
La Navidad habita en nuestros corazones. No importa lo lejos que podamos estar de nuestros seres queridos, siempre estaremos juntos en los copos de nieve que caen el día de Navidad.
Siempre que pienses en mí agita la bola de nieve y yo también pensaré en ti.
Te querré siempre, mi pequeña».
Aquella nota de su abuela la había devuelto la sonrisa.
Agitó la esfera de cristal y la nieve cayó sobre aquella ciudad en miniatura.
De pronto, comenzó a nevar de verdad. Sé asomó a la ventana y vio al elfo al otro lado de la calle, sonriendo.
—Feliz Navidad, abuela—miró a los copos de nieve de su esfera de cristal y, con las mejillas sonrosadas, regresó con su familia a disfrutar de un desayuno juntos».
Os deseo una feliz Navidad, allí donde las palabras cuentan una historia, donde las historias cobran vida.
Hasta la próxima.
Me gustó el artículo. Muy entrañable. Y el cuento me arrancó una gran sonrisa. Muy bonito. Enhorabuena, ¡Sofía!
Muchas gracias, Germán. Siempre es un placer poder compartir con ustedes este pequeño rincón entre letras, compañeros y buena gente.