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Carta de un escritor a Los Reyes Magos

A quien no habla, no le oye Dios.

Refrán

Queridos Reyes Magos de Oriente:

¡Bienvenidos seáis, Majestades, la paz sea con vosotros! ¡Qué ganas tenía de que llegáseis! ¡Qué ganas! Espero que hayáis tenido un buen viaje y que, tanto vosotros como vuestro séquito de pajes y, ya de paso, tambien los camellos, os encontréis descansados y bien.

Como cada año, bien lo recordaréis, os escribo mi correspondiente misiva, a fin de imploraros mis deseos para el recién comenzado nuevo año; carta sincera, como todas las que a lo largo de mi vida siempre os he enviado, pues el niño que hay en mí reina todavía y, como a todas las criaturas, le encanta La Magia (de la que sois Monarcas), jugar y ser feliz.

Bien sé, como todos los niños, que, amen de al carbón, os sujetáis en vuestras generosidades al que ha sido mi comportamiento y lo bueno que haya sido en este tan sufrido año de pandemia global que tan a prueba nos ha puesto. ¡Qué os voy a contar, sino que, gracias a los barriles de tinta que me concedísteis y las oportunas intercesiones de las Musas, supe emplearme y pude sobrellevar mejor que peor mi rural confinamiento! ¡Que he podido cumplir a raja tabla como columnista y que además han visto la luz algunos cuentos y poemas! De manera que bien puedo decir que 2020 ha sido un año literariamente muy provechoso en el que no me he dormido en los laureles.

Tomad ahora buena nota, pajes, pues voy a solicitar a Sus Majestades una buena retahíla de cosas y no quiero que se pase por alto ninguna.

Como todos los niños, este año, que se prevee también muy raro, os pediré en primer lugar algo en lo que nunca reparé en ninguna de mis anteriores epístolas, en tanto no veía tan de cerca cerquísima los riesgos de enfermar, ni valoraba cuanto tengo; y esto es salud, salud y salud. Una salud de hierro a prueba de bombas y virus. ¡Por favor… que tengo mucho que hacer.

En segundo lugar, por cuan pipa me lo paso y me enriquece, os pido disfrutar a lo largo del año de buenas lecturas y del descubrimiento de nuevos nombres dentro del actual panorama literario; ya me comprendéis y sabéis de nombres que me suscitan mucha curiosidad. ¡Que por vía de la serendipia se obren, por ejemplo, vuestros regalos y sean ellos quienes me encuentren a mí!

En tercer término –ya sabéis de las tantas dificultades que arrastro desde hace ya un par de años de cara a no saber cómo demonios afrontar la escritura de la segunda parte de mi nueva novela de ciencia ficción estrambótica titulada «Tratado de cibermeteorología aplicada», ya que la primera parte, con su medio millar de páginas, está tan sumamente revisada que, como no es preciso tocar ni una sola coma, lo unico que puedo hacer es no más que leerla y releerla, a fin de tratar y tratar de resintonizar con ella, pero no ya trabajar en la misma, de cuan rematada está–, en tercer término, preciso, y ya sé que he de poner mucho de mi parte, quiero que me traigáis un tanque de gas, vigor y luces para escribir debidamente dicha segunda parte. Es muy muy importante para mí. No puedo dejar dicha obra inconclusa.

En cuarta instancia, que no me falte el socorro de Las Musas en cuantas misiones literarias emprenda, y muy especialmente en lo que concierne a mi labor como columnista.

Por otra quinta parte, si cabe, ya dentro de lo tangible, os pido que me hagáis merecedor de hacerme con las obras integrales de Verdi, Messiaen, Scriabin, Rachmaninov, que me faltan, y asimismo con la de Rossini, que las he visto ofertadas, y ya sabéis lo largos que consigue ponerme los dientes la música.

Como sexta cosa, también de carácter tangible pero muy decisiva, de lo que quiero disponer –y lo tengo muy claro– es de una chula página web desde la que yo pueda propagar a los cuatro vientos mis literarias hazañas. Lo cierto es que me sueño con ella.

El séptimo punto que se me ocurre es que, con su tesón y brillo, le otorguéis futuro a nuestra revista, colocándola en el altar que por sus muchos méritos se merece, y, por supuesto, salud y suerte a mis colegas y nuestros lectores.

Como octavo regalo, os pido suerte, y, ya para finalizar, y que no me tachéis de aprovechado, os encomiendo un rosco para Ringo, que es un perro maravilloso y muy leal, y una perrera nueva.

Como podéis ver, diez deseos muy bien deletreados.

¡Oh, Monarcas de La Magia, queridos Reyes Magos, sed espléndidos y concededme cuanto os pido!  ¡A cambio, yo os garantizo que seré bueno a más no poder y que escribiré a raudales!

De este modo las letras saldrán muy beneficiadas, y sus lectores también. ¿A que sí? Dejo los zapatos al pie de la chimenea.

En Hinojal, a 22 de diciembre de 2020

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