Press "Enter" to skip to content

¡Qué pereza tener que escribir un nuevo artículo!

La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado.

JULES RENARD, escritor y dramaturgo francés.

¡Qué pereza tener que escribir un nuevo artículo! 

De esta manera tan dramática se expresaría un perezoso al que se le encomendara la redacción de un artículo semanal para una revista cultural. No es mi caso, obviamente, por dos razones fundamentales: me encanta escribir y no me considero perezoso.

Comencemos, como no, por la religión. Para el cristianismo, la pereza es uno de los siete pecados capitales que, junto a la envidia, la soberbia, la gula, la ira, la lujuria y la avaricia, constituyen el origen del resto de pecados. Así, aunque la pereza por sí misma no parezca un pecado demasiado grave —como mucho una falta reprobable y mal vista—la actitud del perezoso puede tener fatales consecuencias; no en vano ha sido llamada «la madre de todos los vicios». Y así lo expresa Jules Renard: la pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado. O sea, el oficio del vago.

Fiel al significado de la palabra latina de la que procede, la persona perezosa es calificada de floja. Sin embargo, algunos estudios indican que los perezosos suelen ser personas más creativas y eficientes ya que, precisamente debido a su aversión al trabajo, buscan la manera de realizar su cometido con mayor rapidez y menor esfuerzo.

 Por otro lado, también se le atribuyen a la pereza propiedades positivas relacionadas con la disminución del estrés. El perezoso se toma la vida con más calma. Pero ¿estamos de verdad programados para ser perezosos? ¿No es más cierto que una parte de nosotros se afana en ser activo y diligente mientras la otra nos empuja a la quietud y a la contemplación?

 Las teorías de los modelos de procesos dobles tratan de explicar esta contradicción entre las buenas intenciones de llevar una vida sana y activa y los impulsos contrarios que nos invitan a la holgazanería y al sedentarismo. De esta manera, existen dos mecanismos que explican nuestro comportamiento: los mecanismos racionales y los mecanismos emocionales. Los primeros están gestionados por el sistema reflexivo, mientras los segundos son controlados por el sistema impulsivo. Como el sistema impulsivo organiza la parte automática de nuestro comportamiento, puede facilitar o dificultar al sistema reflexivo que obedezca a nuestras intenciones de actividad.

Tal vez la pereza se vea claramente ejemplificada en la actitud de los niños, a los que les cuesta realizar muchas de las tareas que tienen encomendadas, como hacer los deberes del colegio o recoger su cuarto. Las causas parecen más o menos claras: falta de motivación, dificultad para realizar la tarea o ausencia de consecuencias negativas si no lo hacen, entre otras. En Japón tienen un método llamado Método Kaizen o la Regla del minuto, del japonés Masaaki Imai. La traducción japonesa de Método Kaizen es «sabiduría para cambiar». Esta metodología propone que el niño dedique un solo minuto al día a la tarea que más le cuesta, con la condición de que sea siempre a la misma hora. La idea es ir subiendo el tiempo dedicado a hacer esa tarea en cuanto el niño la haya interiorizado y la realice sin esfuerzo. Por ejemplo, de uno a cinco minutos y después de cinco a diez.

La pereza también ha sido objeto de estudio para la Sociología a través de la Psicología Social. Diversos experimentos demuestran que el individuo realiza menos esfuerzo cuando trabaja en grupo que cuando tiene que hacerlo solo. Es la llamada «pereza social» que reduce el rendimiento de las personas que componen el grupo cuando trabajan unidos.

En cuanto a la literatura y la música, cabe mencionar La pereza, el ensayo de Gustavo Adolfo Bécquer. El escritor sevillano no solo destaca la necesidad de la pereza para orar, sino que afirma de ella que es uno de los mejores caminos para irse al cielo. Recomiendo encarecidamente la lectura de este ensayo. El genial Bécquer nos dice con cierta sorna:

Sin embargo, el cielo, la luz, el aire, los bosques, los ríos, las flores, las montañas, la creación, en fin, todo nos dice que subsiste la pereza. ¿Dónde está la variación? El hombre ha comido la fruta prohibida; ha deseado saber: ya no tiene derecho a ser perezoso.

La conclusión de Bécquer no deja de ser digna de reflexión:

Vamos de una eternidad de reposo pasado a otra eternidad futura por un puente, que no otra cosa es la vida: ¡A qué agitarnos en él con la ilusión de que hacemos algo agitándonos!

Aparte del ensayo del poeta andaluz existen numerosos cuentos con moraleja para combatir la pereza. Tal vez uno de los más conocidos sea la fábula de La cigarra y la hormiga, atribuida a Esopo y recreada por Jean de la Fontaine, escritor francés que por cierto ya ocupó una de las citas de esta columna, pero hay otros, como El pajarito perezoso que muestran las fatales consecuencias de ser perezoso.

Y en lo referente a la música, me viene a la cabeza una frase del extraordinario compositor y cantante asturiano Víctor Manuel, concretamente de su canción Todas son como tú (Luna, 1980), que dice: «si no fueras tan vaga, trabajarías menos», y es que, a pesar de que hayamos postulado que las personas perezosas suelen ser creativas y resolutivas, la moraleja del perezoso es tener que trabajar el doble por no haberse ocupado a tiempo de su tarea.

Para concluir, podemos extraer del rico refranero popular unos cuantos refranes que advierten de los efectos de la pereza. Algunos ejemplos pueden ser: «quien de joven no trabaja, de viejo duerme en la paja»; «dámelo perezoso y te lo devolveré vicioso»; «poco se gana hilando, pero menos mirando» o «gato dormilón no pilla ratón».

Pero de todos ellos, hay uno que refleja que la pereza siempre intenta reafirmarse a sí misma y es «la pereza es la madre de todos los vicios, pero madre es y hay que respetarla».

A pesar de querer hacerle un pequeño homenaje a la pereza con este artículo, estoy de acuerdo con Bécquer en que el mejor himno a la pereza es el que no se ha escrito ni se escribirá nunca. La diferencia es que él se quejaba de no haber escrito el ensayo sentado en su cama y es justo donde yo me encuentro finalizando esta columna.

Feliz descanso.

Germán Vega Contributor
follow me

Be First to Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies